El obispo abre en Córdoba el Año Jubilar de la Esperanza: «Dios cumple siempre lo que promete»

Comenzó con un acto de oración en la iglesia del Seminario San Pelagio, en que se leyó el Evangelio de San Juan -«creed en Dios y creed también en mí»- y después con la convocatoria del Año Jubilar, que en esta ocasión tiene como eje la esperanza que se tiene que transmitir al mundo entero en una época de incertidumbre.

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Valerio Merino

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Desde allí partió la procesión a la Catedral, encabezada por el incensario y el Crucifijo, seguida por el Evangelio y el obispo y continuada por los presbíteros, seminaristas y el pueblo, entre el que había bastantes religiosas. Por las calles Amador de los Ríos y Torrijos, entre el canto de las letanías, llegó hasta la Puerta del Perdón, y desde allí hasta la de las Palmas. Era el signo de la Iglesia que peregrina.

Allí el obispo realizó la solemne apertura: «Salve, Cruz de Cristo, única esperanza», y la procesión se dirigió hasta la pila bautismal, en la que asperjó con el agua bendita como recuerdo del sacramento con el que se incorporan los fieles a la Iglesia. Culminó en el altar mayor, para celebrar la misa del día, la de la Sagrada Familia. En la homilía, el prelado recordó que «la esperanza de Dios nunca defrauda y nunca falla».

«Lo que Dios promete lo cumple, y Dios está en el diario vivir, alentando en nuestros corazones la esperanza de cada día, la esperanza de los dones que nos ofrece y la esperanza de la vida eterna», resumió. En todas las etapas de la esperanza está un mismo hilo conductor: «Dios cumple lo que ha prometido».

Para Demetrio Fernández, apoyarse en Dios permite «salir ganando siempre». «Si confiamos en alguien o algo que no es Dios, a veces nos sentimos defraudados, igual que si sólo confiamos en nosotros», resaltó. En este tiempo quedará junto al presbiterio el Cristo del Punto, una imagen de origen mexicano llamada así porque ante Él se celebraban misas a las horas en punto, en su altar de la Catedral.

Ahora se traslada hasta el altar mayor para recordar, como dijo el obispo, en este Año Jubilar, «que Jesucristo es la esperanza de salvación», y allí permanecerá durante todo el tiempo de gracia en el inminente 2025.

Como hizo el Papa Francisco tras abrir el Jubileo en Roma, él también visitó la prisión, y allí habló a los internos de que todo el mundo tiene esclavitudes. «Todos somos esclavos, de nuestros vicios, nuestros pecados, nuestras torceduras, y Jesús ha venido a traernos la libertad», resumió.

En la misma celebración participaron, como cada año en el día de la Sagrada Familia, los matrimonios que en este tiempo cumplen sus bodas de plata y oro. Para ellos tuvo también cálidas palabras el obispo, que les felicitó por el camino recorrido: «En el sacramento Dios ha bendecido vuestro amor humano, y lo ha convertido en un instrumento de santidad, donde han nacido los hijos educados en la fe cristiana».