CÓRDOBA ENTRE LÍNEAS

Mercedes Valverde: «Romero de Torres fue un obrero de los pinceles»

Descendiente del mismísimo Góngora y pariente de Niceto Alcalá Zamora, su padre fue el notario que escrituró la cesión al pueblo de Córdoba de la casa del pintor de la plaza del Potro

Daniel Parra: «Siento que Galdós escribió para que yo pintara»

La exdirectora de los Museos Municipales, rodeada de obras de arte RAFAEL CARMONA

Mercedes Valverde. Palabras mayores. La exdirectora de los Museos Municipales -que vino al mundo en Granada hace 74 años y fue bautizada en Priego de Córdoba, de donde proviene su familia- se precia de ser una de las especialistas más entendidas sobre ... Julio Romero de Torres, de quien este año se celebra el ciento cincuenta aniversario de su nacimiento. Uno acude a la entrevista con el cuaderno lleno de citas sobre el pintor sacadas de los libros sobre él que encuentra en casa. Y pasa lo que pasa.

-En una monografía de Julio Romero de Torres que he ojeado esta mañana el autor subraya una frase de Baudelaire para explicar su arte: «La lujuria y la muerte son dos hermosas muchachas». ¿Cree que es acertada esta reflexión?

-Yo creo que no tiene nada que ver. Todo el mundo escribe de Romero de Torres… Bueno, sí tiene que ver un poco. Mire, yo conocí a Angelita Romero de Torres, que era la hermana pequeña de Julio; conocí a Rafael Romero de Torres; a María, a Amalia, y a la prima Carola. Porque en esa casa vivían dieciséis personas a costa de Julio, que nunca estaba en Córdoba. Se lo tengo aquí todo preparado [muestra unas notas escritas en ordenador que le entrega al periodista al finalizar la conversación]. En el Museo de Bellas Artes hay un cuadro de una mujer mayor con una niña en el regazo, y dicen que representa las edades de la mujer: y a mí Carola me dijo que eran la lavandera y ella la chiquita. Julio no es eso. Julio es un hombre sencillo.

-Un hombre sencillo que supo mirar muy bien a las mujeres.

-Es que era un gran retratista.

-De mujeres sobre todo.

-Nooo… Usted sabe lo que sabe… Él fue un gran retratista. ¿Le digo a todos los que pintó?

-Dígame.

-Tengo apuntados a más de ciento cincuenta. ¿Le digo algunos? El enfoque que yo le había dado a esta entrevista era mucho más interesante. Yo tengo aquí un guión. Mire [Vuelve a mostrar los papeles]. Esto es lo que yo pensaba hablar en el Thyssen de Madrid, pero parece que la propuesta de Juan Miguel Moreno Calderón no ha salido adelante, y en vez de presentar la obra invitada ['La Chiquita piconera'] con una conferencia mía van a hacer un recital con la guitarra de Julio, que lleva cien años en una vitrina, que imagínese cómo está la guitarra: sin cuerdas. Hablé con Evelio Acevedo [el director de Thyssen] y me dijo eso mismo, lo del recital. Qué quiere que le diga.

ANIVERSARIO

«Iba a dar una conferencia en el Thyssen pero lo han cambiado por un recital de guitarra. Es ridículo»

-Y usted se ha enfadado.

-Nooo… Yo no estoy enfadada. Lo que pasa es que he visto la pobreza intelectual que tiene esta ciudad. Yo di una conferencia en el Thyssen de Málaga, que la puede usted ver en internet, y hubo un problema gordísimo, porque hubo más de cien personas que se quedaron en la calle, y empezaron a llamar y montaron un pequeño escándalo.

-¿Y qué iba a contar en su conferencia en Madrid?

-Lo que quiero contarle a usted hoy. La idea principal es el apoyo de los políticos de la época a Romero de Torres.

-Porque entonces Córdoba arropó al pintor.

-Córdoba no, él no quería Córdoba ni bendito, como Antonio Gala. Él vino aquí a morir. Él no pisaba Córdoba. Él venía una semana en Navidad, nada más. Si es que nadie sabe nada, de verdad. Ése el problema. Mire: él no hubiera sido nada sin los políticos cordobeses que triunfaban en Madrid. El primero al que pintó fue a Antonio Barroso y Castillo: estamos hablando de diputado primero por el Partido Liberal, gobernador civil de Madrid, ministro de Instrucción Pública, ministro de Justicia… Julio estaba todavía en Córdoba, y después del éxito de la 'Musa gitana', que le dieron la primera medalla de la Exposición Nacional de 1908 por un desnudo integral... Nunca en una Exposición Nacional de Pintura se había presentado un desnudo integral. Ésa fue reacción a que lo echaran en 1906 por 'Vividoras del amor'.

-Pero el desnudo en la pintura es una cosa muy antigua, ¿no?

-¡Pero estamos hablando de la Exposición Nacional, donde se seguían pintando temas de la Historia! Que si la Reina de Castilla entrando en Granada, que si… Sólo había representaciones históricas. En 1909 Julio expone 'Vividoras del amor' en el Petit Palais de París y resulta que es de los cuadros que llaman más la atención. Ahí estaba el joven Picasso viendo ese cuadro, y ése fue el motivo fundamental para que él pintara años después 'Las señoritas de Avignon'. Antonio Barroso y Castillo le encargó a Julio su retrato oficial: ¿Usted sabe lo que es para un chaval de Córdoba de treinta y tantos años que le hagan ese encargo? Luego tenemos a Julio Burel y Cuéllar, que era de Iznájar, periodista y ministro de Instrucción pública y Bellas Artes. ¿Y a quién tenía de mano derecha? A Cristóbal de Castro, el gran amigo de Julio: él le debe mucho. En 1916 a Julio lo nombran catedrático de Ropaje de la Escuela Superior de Escultura, Pintura y Grabado, la actual Escuela de Bellas Artes de San Fernando, que está al lado del Casino de Madrid: ése es el espaldarazo, porque allí estaba Sorolla, estaba Garnelo… ¿Sabe a quién tuvo allí de discípulo predilecto?

Valverde gesticula durante su conversación con ABC RAFAEL CARMONA

-A quién.

-A Dalí. A Dalí, que como usted sabe vivía en la Residencia de Estudiantes, lo expulsaron de la Escuela porque le dijo a uno de los catedráticos que sabía más que él, y se montó un escándalo. Julio le escribió una carta a su padre diciéndole que el chaval tenía mucha proyección. Cuando veo sus retratos de Gala se me ponen los pelos de punta: digo, 'mira, ahí está Julio'.

-¿Le puedo leer otra frase sobre el artista que he apuntado de otro libro?

-… Pero a ver qué me lee.

-«Julio Romero de Torres hace un alegato plástico en contra de la represión sexual que consume y atenaza, sobre todo a las mujeres, en la sociedad de su tiempo».

-Pero bueno..., es que eso es obvio. Vamos a ver, que yo me he leído dieciséis mil documentos de Julio Romero de Torres. Yo frases no quiero. Yo le estoy dando una información muy importante. Le tengo que seguir hablando de políticos. Aproveche, que esto es una oportunidad.

-Uno más, venga.

-Él ya está instalado en Madrid, y ¿sabe dónde vivía?

-No.

-Siempre estaba de alquiler. Yo tengo documentados cuatro alquileres, en la calle Arenal… Se va a vivir al Palacio Longoria, a la Sociedad de Autores, porque Florestán Aguilar, el dentista del Rey, se hace amigo de él, y le deja su palacio en 1916, y todos los aristócratas de Madrid lo visitaban allí, y él se metió en la sociedad de Madrid, en la sociedad intelectual, se desconectó de Córdoba. Con decirle que salió en la película 'La mal casada' con Valle-Inclán. Julio tuvo mucha suerte.

-Mercedes, ¿cómo valora los actos que se han planteado con motivo de su aniversario?

-Es ridículo. Todo esto es ridículo.

-¿Por qué?

-Dígame algo importante, alguna aportación.

-¿Por qué le gusta tanto Romero de Torres?

-Pues mire. Mi padre fue su notario. Gracias a mi padre se hizo la donación efectiva del Museo Romero de Torres, que era oral. Mi padre hizo la escritura de la donación al pueblo de Córdoba, con el Ayuntamiento como depositario, en 1974, con motivo del centenario.

-Usted se siente parte de la familia, entonces.

-Cuando yo entré en la casa con mi padre en 1964, que tenía yo catorce años, aquello era la arcadia, no tiene nada que ver con lo que hay ahora. Ese jardín arqueológico de Angelita… Cuando fuimos al estudio de Julio..., mal llamado así porque ése nunca fue su estudio, sino el de su hijo Rafalito, que fue uno de sus grandes copistas.

Las modelos

-Sabe que hay un proyecto para rehabilitar la casa. ¿Cree que es bueno que sea visitable?

-Ellos no tenían mucho interés, la verdad. Julio se fue en el 1916 de allí y ya no volvió más. Es que aquí todo son errores. Julio tuvo fantásticas modelos: Elena Pardo, Lolita Astolfi, Sara Secades… Él pintó a Pastora Imperio, a montones. La suerte que tuvo la pobrecita de María Teresa López [la modelo de 'La chiquita piconera'] es que cuando Julio viene a morir a Córdoba… Julio cierra el estudio el 29 de noviembre de 1929, se encuentra ya fatal con el hígado. A mí me dijo María: 'Mi padre murió amarillito, amarillito, amarillito'. Viene aquí, va a tomar las aguas, no se recupera; quiere alquilar una casa en la Sierra para respirar mejor, pero al final no acaba de hacer; y al final tiene el gran compromiso con Cruz Conde de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, de la Casa de Córdoba, que no pudo ni inaugurar el pobre de cómo se encontraba. Él fue siempre un obrero de los pinceles, fue un trabajador nato. Hizo un esfuerzo maratoniano.

«Julio es inclasificable: él pinta el espíritu de las cosas. Su pintura es enigmática, narrativa, misteriosa»

-¿Qué le debe Córdoba a Romero de Torres?

-Córdoba le debe muchísimo. Y la mujer andaluza más, porque nos dio las señas de identidad. Julio es inclasificable. Además, era una persona muy simpática, muy alto y muy guapo. A mí me decía Rafalito, su hijo: 'Merceditas: él estaba en una reunión, allí todos dando voces, el primero Valle-Inclán, y mi padre callado, pero todos los ojos iban a él'. Era un hombre de una humildad y de una sencillez...

-Ha citado a Evelio Acevedo. Al presentar los actos del aniversario él establecía una conexión de los cuadros de nuestro pintor con los de Hopper.

-Porque son contemporáneos. En el Thyssen lo van a poner donde están sus contemporáneos. Lo que para mí siempre ha sido una gran incógnita es qué hubiera pasado si Julio hubiera vivido más: murió con cincuenta y cinco años. Yo creo el futuro de su pintura iba por el realismo. Su pintura es narrativa, literaria, enigmática, misteriosa: te está contando una historia. Yo no conozco nada igual. Él pinta el espíritu de las cosas, y eso no lo ha hecho nadie.

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