Mirar y ver
¿Saldrá hoy el tren? Como la vida misma
Las incidencias, retrasos y cancelaciones de trenes, sin aviso previo ni alternativa no cesan
Córdoba
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Iniciar sesiónCórdoba siempre estará agradecida al plan Renfe y a la llegada de la Alta Velocidad, que supuso un salto cualitativo para su modernización y la mejora de las comunicaciones. Unió la ciudad. Hasta ese momento, los que vivíamos al otro lado de las vías, ... decíamos «voy a Córdoba», cuando nos dirigíamos a otros barrios.
También agrandó nuestras conexiones y acortó distancias con Madrid, Sevilla y Málaga después, con los muchos beneficios que esto reportó, ampliando posibilidades para viajeros y turistas, pero sobre todo para el ámbito profesional, empresarial y laboral. Trabajar fuera fue posible, ir y volver a casa a diario se convirtió en habitual. Nuevas perspectivas, movimiento, apertura, aire fresco para la ya no lejana ni sola.
Pero lo que no se cuida, se estropea, lo que no se evalúa se devalúa y lo que no se mejora se pierde. Las incidencias, retrasos y cancelaciones de trenes, sin aviso previo ni alternativa no cesan. Las lanzaderas no cumplen su cometido, del que dependen un gran número de cordobeses para desplazarse, su puesto de trabajo, una vida bien organizada y la atención familiar.
No hay quien entienda esta situación, que los usuarios califican, en ABC, de «desesperante». Porque no es esporádica o accidental, sino mantenida a lo largo ya de demasiado tiempo, sin que se le ponga solución, por cuestiones económicas o políticas, supongo, y por el Ministerio de Óscar Puente, para el que, se tienen recursos como para parar un tren, pero, en definitiva, somos Andalucía, que todo lo aguanta.
Los trenes son metáfora de la vida. Estamos al cabo de la estación, donde todo sucede. No es cierto que el tren pase una sola vez ni que si lo dejas escapar, pierdes todo. La vida siempre gana. Pero, a veces, somos como esos pueblos que desfilan rápido por la ventanilla y en los que el tren nunca se detiene, o como la Penélope de Serrat, tan solo sentada «en un banco del andén, esperando que llegue el primer tren meneando el abanico». Mejor que acumular trenes perdidos es tener la habilidad de sacar, aunque sea, la última plaza del último vagón del último tren, para que no pase, tampoco la vida, por ti sin ti.
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