Mirar y ver
A propósito del poder
Detesto el poder que se corrompe. Prefiero el poder del silencio. El poder de quien no grita para ser escuchado
María Amor Martín (19/06): Corpus Christi y Cáritas: el rostro visible de la fe
Córdoba
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Iniciar sesiónPoder no es siempre querer. Puede que se pueda, pero no se quiera; puede que se quiera y no se pueda y puede que se pueda y no se deba. Son los límites del poder, respetados por quienes no se dejan caer en sus ... garras. Porque el poder tiene para demasiados un potencial de seducción extremo: supremacía, influencia, privilegios, adoración. Nubla el entendimiento con sus encantos, separa de la realidad confundida en sus placeres con una ceguera incapaz de percibirla tal cual es y endurece la sensibilidad del que nunca pisa la arena, y los sentimientos al alejarse de la cálida cercanía.
Las circunstancias, y el poder es una de ellas, muestran quién es quién, porque, igual que no se llena un vaso si no se tiene agua, en la vida nada se improvisa. Lo que debiera ser, en su sentido más noble, un servicio, acaba malherido por la autocracia, el narcisismo y la impunidad, más peligroso aún cuando se tiene miedo a perderlo, como Caronte frente Antígona, Macbeth o Tom Buchanan contra el gran Gatsby. Por miedo, se manipulan las instituciones, se silencian opiniones, se compra la fidelidad y se sacrifica el bien común, con tal de aferrarse al poder que se derrumba. Ya previene el Duque de Rivas «que [...] /cuando esté más soberbio y más ufano,/vendrá un contrario soplo de fortuna/y adiós oro, poder, favor, fortuna».
Detesto el poder que se corrompe. Prefiero el poder del silencio. El poder de quien no grita para ser escuchado. El poder de dominar la lengua cuando se afana en soltarse. El poder de callar, y no por miedo, ante la violencia, aunque duela. El poder de las palabras que no doblegan. El poder de la humilde valentía que no sabe siquiera que lo es, el poder de un gesto que salva una vida y el de una decisión gratuita y anónima que cambia el rumbo nefasto de los acontecimientos. El poder de una pregunta honesta que desarma la soberbia arrogancia. El poder que es sin imponerse. El poder de mantener la cabeza alta sin humillar. El poder de la mirada limpia que desarma la mentira. El poder de una vida coherente que denuncia más que el vocerío. El poder de tener la libertad de no usarlo. El poder de saber retirarse a tiempo. El poder de querer mantener una promesa. El poder de dar un paso atrás para que otro disfrute el aplauso, el poder de perdonar y olvidar sin exigencias, el poder de resistir con fortaleza, el poder de permanecer cuando todos abandonan y de marcharse cuando permanecer es traicionarse, el poder de mantener la verdad, aunque suponga un riesgo. El poder de la debilidad que engrandece siempre. El poder de la ternura como insurrección. Un poder que no se busca a sí mismo, pero con más autoridad que el de todos los poderosos juntos.
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