MIRAR Y VER

Libres de pantallas

Una decisión tiene el poder de provocar cambios que transformen muchas vidas. Una decisión certera y necesaria fue la que tomaron por unanimidad las familias y el colegio López Diéguez de Córdoba: no permitir el uso de móviles antes de los 16 años, ... como medida de protección frente a sus efectos nocivos en estas edades. Nos han dado una verdadera lección, cuando lo que está en juego es el buen crecimiento y la felicidad de los hijos, su responsabilidad y el bien más preciado de una sociedad. Se trata de un paso importantísimo, docentes que se toman en serio a su alumnado, centro y razón de toda acción educativa, padres y madres valientes y críticos que no se dejan atrapar por tendencias al uso, ni siquiera por las que aparecen en la misma legislación educativa.

No se ha tenido conciencia de los perjuicios que pueden acarrear las tecnologías en el desarrollo cognitivo, emocional o social de los menores. No se trata de ir en su contra, sino de evitar lo que puede perjudicarlos. Ahora, se sabe que las pantallas deben estar prohibidas entre 0 y 3 años, por su alto nivel de estimulación, que no puede ser gestionada por el cerebro infantil. Los dispositivos móviles son causa de la pérdida de atención y concentración, de la falta de tolerancia a la frustración y de problemas en la gestión emocional. La información en un clic y el recurso a la Inteligencia Artificial les resta actitud de esfuerzo ante el aprendizaje. En las redes, adoptan significados y creencias irreales y expectativas muy elevadas hacia la vida, que les generan continua frustración. Las relaciones sociales a través de internet se presentan como un falso refugio seguro que los conduce al aislamiento y su uso, sin filtro, los engaña, manipula y, en el peor de los casos, los conduce a contenidos que les provocarán daños irreparables como a la pornografía o a la violencia más cruel.

Se les está privando, con una adictiva droga, de lo más propio, educativo y bueno para ellos. Un niño sedentario ha sido siempre motivo de preocupación, proporcionarles una realidad ficticia que sustituya el descubrimiento de la realidad es impedirles un correcto desarrollo cognitivo. Mutilar el contacto directo con los demás es hacerlos seres solitarios e incapaces de unas relaciones interpersonales sanamente humanas.

Educar en la era digital se convirtió años atrás en tecnologizar los centros educativos. Con orgullo, se iba otorgando a colegios e institutos la denominación de Centro Tic. Es posible que contemplemos ahora un proceso contrario, como se ha producido con el tabaco, «espacio libre de humos», «espacio libre de contaminación digital». A la decisión del colegio López Diéguez se han unido de momento más de una docena de centros para lograr el cambio necesario. Las familias solas no pueden, los centros educativos solos fracasan. Solo un pacto como el propuesto lo hará posible.

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