MIRAR Y VER

Héroes

Sienten miedo pero siguen adelante, lloran pero no se hunden

La ministra de Defensa despide a la Brigada de Cerro Muriano en su viaje a Líbano: «Haréis de intermediarios de la paz»

Soldados dela BRI embarcando hacia Líbano EFE

María Amor Martín

Córdoba

21/11/2024 a las 07:28h.

Siempre se han necesitado los héroes. La mitología grecolatina los presenta como semidioses, hijos de dios o diosa y mortal, excepcionales, capaces de proezas increíbles. Muchos de ellos se enfrentaron a trances inhumanos y vencieron a monstruos amenazantes e imposibles. Desde la antigüedad hasta hoy, ... los héroes han acompañado a pueblos y sociedades y, aunque ya fue estrangulado a manos de Heracles el terrible León de Nemea, desmembrada la Hidra de Lerna y sometido el terrible Cerbero; aunque, Perseo decapitó a la Gorgona Medusa y Teseo libró a Creta del Minotauro, siguen apareciendo arduas amenazas. Se necesitan héroes. Fuertes, audaces, valientes, virtuosos, excepcionales, encarnan los mejores valores de la humanidad, la seguridad frente al peligro y la confianza ante la incertidumbre y la desesperanza. Hoy también ellos están desafiados por una descreída cultura, más tranquila en la tibia mediocridad, que duda de toda noble proeza humana, pero son indispensables, lo han sido constantemente, porque son reflejo en el que se miran nuestras más altas y honestas aspiraciones.

No son legendarios, ni salidos de Marvel, superhéroes de ficción, de película, comic o videojuego, no alternan con Spider-Man, Catwoman, Batman, el Capitán América o Hulk, ni portan espadas, arcos, ni mazas —algunos ahora solo botas de agua y cepillos—, tampoco luchan contra maléficos seres, aunque sí contra pandemias, lluvias desbordadas, catástrofes, terrorismo, guerras, dolor, injusticias y desigualdades. Son héroes de carne y hueso, los tenemos cerca y menciono algunos que han sido noticia en este medio en los últimos días: los soldados de la Brigada 'Guzmán el Bueno', que han partido en misión de paz de Naciones Unidas hacia el Líbano; el Dr. Laborda y los miembros de la Fundación Arruzafa —hechiceros blancos, los llaman—, ocupados en devolver la vista en el Sáhara, Benín, Tanzania y Madagascar; el grupo de trasplantes de órganos del Hospital Universitario Reina Sofía, gracias a la implicación generosa del aeropuerto de Córdoba siempre abierto y disponible cuando se requiere; la valiente acción del vigilante de seguridad de nuestra estación que salvó la vida de un bebé en riesgo de asfixia; todos lo que han ayudado y lo siguen haciendo en Valencia, los miembros de las organizaciones que velan por los más necesitados, los héroes anónimos de cada día que no llevan otra capa que la del altruismo, la sabia osadía, el coraje y la bondad ni otros poderes portentosos que el de la compasión que actúa sin medida ni cálculo.

Sienten miedo pero siguen adelante, lloran pero no se hunden, se cansan pero perseveran, no se sienten poderosos pero vencen. De estos héroes cotidianos dijo Bertolt Brecht: «Hay hombres que luchan un día y son buenos/Hay otros que luchan un año y son mejores/ Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos/Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles».