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Einaudi

Tuvimos la suerte de disfrutar en Córdoba el nuevo trabajo de Ludovico, que llenará mañana el Teatro Real

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Silencio en el teatro, lleno a rebosar de un fervoroso público. Fuera el estruendo de una indecorosa moto merecedora de ser multada y la ruidosa existencia. Dentro, silencio absoluto. Flanqueado por los impávidos cipreses, un escenario austero; únicamente un círculo de luz azul rodea al ... solitario piano. Hacia él se dirige el pianista, con traje oscuro alistado, oculto bajo sombrero y gafas también oscuras. No importo yo, parece decir su apariencia, solo la música es protagonista. En su sobria aparición, no mira a los asistentes, pero tampoco nadie le exige nada. Se ha comprendido el mensaje.

Se espera 'Underwater', la última creación de Ludovico Einaudi, realizada, según su página web, «durante el confinamiento, con el mundo exterior quieto y silencioso«. Su título es metáfora de un proceso creativo »sin interferencias externas«, tal como se perciben los sonidos bajo el agua, atemperados y diferentes, y de la pretensión de »ralentizar el mundo, de respirar de otra manera«.

Suenan las primeras notas en el Teatro de la Axerquía. Música líquida fluye y se cuelga, en ocasiones ligera, otras tan intensa que se pierde por las rendijas de las emociones que provoca. Dulces y vigorosos, sonidos de agua, melodías que evocan o recuerdan. Música como estribillos que se repiten encadenados y progresan siempre más hondos, hasta convertirse en silencios intencionados. El piano continúa abriendo puertas a paisajes melancólicos o luminosos, enigmáticos, dolorosos o alegres, capaces de hacernos trascender.

La música a veces baila, a veces llora, se deja caer y resbala del oído a la boca del deseo, de las manos ocultas del pianista al alma anhelante de belleza. Silencio. El corazón perdido se encuentra. Un violín, un violonchelo y percusión lo acompañan ahora con un ritmo casi de cortejo fúnebre y melodías de preguntas sin contestar. Inquietante y, de repente, notas dulces e inocentes de nana segura. El violonchelo llorón y el violín lastimero desafían a un piano de notas sueltas con acordes repetidos, que tienen algo de medieval y leyenda. Sugerente, muy sugerente. Tuvimos la suerte de disfrutar en Córdoba el nuevo trabajo de Ludovico, que llenará mañana el Teatro Real. Reconocible, inmejorable, suave y tenue, fuerte, profundo y lírico en una noche acariciando piel y alma, sobrecogido el tiempo, sobrecogidos todos.

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