Pasar el rato
La lengua contra la ignorancia
Una democracia de analfabetos desemboca en un gobierno de mediocres y de malvados
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Córdoba
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Iniciar sesiónSe conoce como ley Celaá un subproducto del pensamiento único y único pensamiento socialista sobre la educación, con el que se está analfabetizando a los jóvenes bachilleres españoles. Toma su nombre de una ex ministra de Sánchez doctor, que fue premiada con la ... embajada de España ante la Santa Sede. Quizá se deba a su apostolado cultural que el nivel filosófico haya descendido tanto en el Vaticano. Una ley es el resultado creativo de un legislador. Si el legislador es tonto, la ley es tonta; si el legislador es vulgar, la ley es vulgar; si el legislador es fofo de cuerpo y de mente, la ley será fofa de cuerpo y de mente, o sea, de ideas y de sintaxis. Para cumplir adecuadamente su función gubernativa, la ley Celaá está instalando a nuestros queridos estudiantes en la costumbre de la ignorancia. La transición política española al analfabetismo sólo puede calificarse de brillante. Las deficiencias de nuestro sistema educativo son la única forma de explicar que un individuo como Pedro Sánchez haya llegado a presidente del Gobierno. Por motivos muy perversos, las sucesivas leyes de enseñanza de la transición son muy malas, y todas orientadas a bajar el nivel cultural del pueblo. Una democracia de analfabetos desemboca en un gobierno de mediocres y de malvados, que se impone por la debilidad cultural de la mayoría. Irene Montero, una obsesa sin vocabulario, ministra, da lo mismo de qué. Su transeúnte vaginal, Pablo Iglesias, profesor universitario, cuando todavía tiene pendiente su propia formación. Vicepresidió el Gobierno de España, sin lograr la destrucción del Gobierno y del Estado, que era a lo que iba. Tan valioso no sería. Qué poca cultura española va quedando en lo poco que va quedando de España. Nos consuela pensar que caminamos hacia el analfabetismo cordial.
Pero no todo está perdido. Nos queda la Junta de Andalucía, nuestra Junta. Que lo mismo reduce impuestos o número de horas de luz eléctrica en las calles, que aumenta el número de horas de enseñanza de la Lengua en el bachillerato, para desesperación de la embajadora. La consejera de Desarrollo Educativo de la Junta de Andalucía, que no parece dispuesta a dejarse callar, anunció que se va a fomentar la lectura entre los alumnos. Así distinguiremos mejor a un bachiller de un ministro. La lengua es la medida de todas las asignaturas, de todas las enseñanzas, de todos los saberes. Si no hay lenguaje, no hay aprendizaje. Aprender a leer bien, para aprender a escribir con soltura y hablar con elegancia. Si los estudiantes no aprenden eso, ¿qué aprenden? A votar a Sánchez, naturalmente, para lo que resulta perjudicial saber leer, escribir y hablar. Añade la consejera el apoyo de la Junta a los profesores, a los que considera «las figuras fundamentales y el corazón» del sistema educativo andaluz. Por fin alguien que ha comprendido que la clave de la educación no está en las leyes, sino en los profesores. Buenos profesores que den buenas clases y vivan con el corazón orientado al alumno. Para que el alumno los guarde en su corazón cuando se vaya.
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