Agricultura
Las lluvias de primavera ahorran agua a los regantes de Córdoba, pero no salvan la campaña
La Confederación ha bajado por cuarto año la aportación, que se ha quedado en una séptima parte desde 2020
La lluvia de mayo en Córdoba alivia a los árboles y daña a los herbáceos y al trigo
Pablo Cruz
Córdoba
Bienvenidas, pero insuficientes. Así han recibido los regantes cordobeses las importantes lluvias registradas durante todo el mes de mayo y la primera parte de junio. El principal efecto es que en ese periodo estos productores no han tenido que hacer uso de las ... dotaciones de agua aprobadas para este verano por parte de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), lo que ha permitido guardar esos recursos.
No obstante, este ciclo estival es el más complicado al que se enfrentan estos agricultores desde hace casi dos décadas por la menor cantidad de agua con la que contarán debido a las menores reservas en los embalses.
El organismo regulador, escudándose en el menguante estado de los pantanos, aprobó en abril unas aportaciones de 700 metros cúbicos por cada 10.000 metros cuadrados para las alrededor de 125.000 hectáreas de riego que hay en Córdoba.
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La reducción de estas dotaciones, que se llevará a cabo a través del desembalse de 385 hectómetros cúbicos, es la cuarta consecutiva que sufren las comunidades de regantes. En 2020 la CHG dio su visto bueno a la concesión de 4.850 metros cúbicos por hectárea, lo que representaba una bajada interanual del 10 por ciento.
Mayor impacto
Al año siguiente el descenso fue del 42 por ciento, mientras que el pasado ejercicio la caída fue superior al 37 por ciento. En el último cuatrienio la dotación de recursos hídricos al campo se ha quedado en una séptima parte.
El secretario general de la Asociación de Regantes de Andalucía (Feragua), Pedro Parias, indicó que «hay que remontarse a 2005 para encontrarnos con un verano como el actual, aunque la situación en aquel momento fue peor incluso, ya que se prohibió en la cuenca cualquier tipo de riego».
No obstante, a su juicio, «el impacto social y económico en la actualidad es mayor porque el 70 por ciento de las explotaciones apuestan por la arboleda, principalmente olivar, cítricos y almendro, que requieren una inversión mayor al precisarse de cinco o seis años para se desarrollen plenamente, por lo que situaciones de sequía y restricciones como las de este momento ponen en peligro su viabilidad».
Es poco habitual que en mayo y en junio se produzcan grandes precipitaciones. Sin embargo, este año ha sido una excepción, ya que entre ambos meses se han contabilizado algo más de 79 litros por metro cuadrado, tres veces más que las lluvias caídas en este mismo periodo en 2022. Sin embargo, su impacto en el nivel de los embalses ha sido nulo. Estaban la semana pasada a un 17,75 por ciento de su capacidad frente al 18,54 por ciento correspondiente a finales de abril.
«Principalmente, los regantes de la cuenta del Guadalquivir han conseguido ahorrar unos 80 hectómetros cúbicos de agua al necesitar en junio solo la mitad del desembalse previsto, lo que les permite garantizar que puedan disponer de recursos hídricos en septiembre y, posiblemente, en octubre, algo que no era seguro al inicio de la pasada primavera», según afirmó Parias.
En esta línea incidió el presidente de la comunidad de regantes del Guadalmellato, Andrés del Campo, quien apuntó que, «aunque apenas han repercutido en los embalses, las últimas lluvias han permitido que no se hayan consumido todas las dotaciones de riego aprobadas por la CHG, lo que permite que determinadas explotaciones, como las de olivar, puedan asegurar su mantenimiento».
No es el caso de alimentos con mayores requerimientos de agua, como es el caso del maíz o el algodón, que «apenas se han sembrado este año», según afirmó el también máximo responsable de la federación nacional de estos colectivos de agricultores.
El representante de Feragua señaló que «todos los regantes se ven afectados por esta situación, aunque algunos de ellos pueden afrontarla de menor manera si disponen de recursos alternativos, como balsas o pozos, que juegan un papel muy importante en épocas de sequía como la actual». En este sentido, recordó que, de forman excepcional, la CHG permite esta campaña a los productores puedan hacer las acciones necesarias para disponer de aguas subterráneas «tras una tramitación burocrática que no es nada sencilla».
Por su parte, Del Campo defendió que en épocas como la actual son muy necesarias las obras de regulación y los trasvases. «Como consecuencia del cambio climático, hay más periodos secos y las precipitaciones son de carácter torrencial, por lo que actuaciones como estas reducen los riegos de inundaciones al mantenerse el agua en los embalses, unos recursos que luego pueden utilizarse en los años de escasez de lluvias», aseveró.
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