La Junta de Andalucía aprueba el plan director de la Mezquita-Catedral de Córdoba

La Junta de Andalucía remitirá el documento (tras la votación del órgano que preside el delegado Eduardo Lucena), con las modificaciones que se consideren, al Ministerio de Cultura que será quien, a su vez, lo deposite en la sede de la agencia de la ONU para la cultura en París. Y serán los expertos de Unesco quienes tendrán que dar el visto bueno definitivo cuando el expediente sea informado en la cumbre del Patrimonio Mundial correspondiente. El nuevo embajador ante la Unesco, el exministro de Cultura Miquel Iceta, será el encargado de la fontanería política correspondiente.

El informe elaborado por la Consejería de Cultura no establece cambios que el Cabildo Catedral, propietario del conjunto monumental, no esté en condiciones de hacer. En materia de uso y gestión, que es donde está la chicha, los expertos de la Junta de Andalucía le han pedido a los del Cabildo que lleve a cabo una regulación más precisa de las condiciones de utilización del monumento para actividades socio-culturales. Estamos hablando de exposiciones, conferencias o conciertos. Sobre el uso cultual, las procesiones, la Junta establece como recomendable incluir el dictamen de un especialista en la materia: un antropólogo. 

La Junta recuerda al Cabildo que los cambios de uso están sometidos a autorización administrativa de la Junta. Y propone que el plan director entre en harina y corte «los usos lúdicos incompatibles con los valores patrimoniales del bien». No se establecen ejemplos de esos usos lúdicos. El plan director estableció una zonificación del monumento para establecer qué lugares del Patio de los Naranjos y del interior del templo católico-andalusí son los que se pueden usar para este tipo de iniciativas.

En segunda instancia, la Junta anima al Cabildo a que lleve a cabo trabajos conjuntos con departamentos universitarios para evaluar la capacidad máxima que tiene la Mezquita-Catedral para acoger turistas. En realidad, este es un debate que nunca se ha tenido por las dimensiones del monumento. La Mezquita no es una capilla, como la Sixtina, donde el impacto de las multitudes es evidente en los frescos de las paredes. Es un edificio gigantesco, con unos 20.000 metros cuadrados de superficie.

La Junta entiende que las líneas de investigación deben elaborar «estudios de público, planificación turística, capacidad de acogida y evaluación de criterios de gestión de la visita fomentando su acrecentamiento como experiencia estética de calidad». Y sigue: «El objetivo es encontrar que criterios que permitan establecer un umbral óptimo de utilización del espacio (un número de visitantes que deben entrar diariamente a la Mezquita-Catedral), capaz de asegurar la calidad de la experiencia visita y la mejor conservación del monumento a partir de criterios de percepción visual y de protección del monumento», dice el informe final.

Lo que se plantea, en suma, es fijar de forma objetiva el número de entradas a la venta. Hasta ahora, ese debate nunca se ha adoptado y el número de visitas ha dependido del mercado turístico global. Si había más turistas, entraban más visitantes. Si el mercado aflojaba, pues todo lo contrario. Este es un elemento clave: la Mezquita es el motor económico o la fábrica sin humo que mueve el sector turístico de la ciudad.

El informe de la Junta no entra a valorar uno de los aspectos más polémicos del plan director de cara a las organizaciones que reclaman una mayor presencia pública: el Consejo de Fábrica. La Unesco pide un sistema de gobernanza del monumento con presencia ajena a la propiedad. Esto es, a la Iglesia Católica. El Cabildo ha diseñado un sistema en el que formen parte del gobierno de la Mezquita-Catedral expertos en el mundo de la gestión del patrimonio con solvencia científica. Se trata de cargos de renovación periódica que se convertirían, además, en asesores permanentes de la institución eclesiástica. No hay representantes oficiales en ese órgano que presidirá siempre el obispo de Córdoba.

La Consejería de Cultura aprueba la idea del plan director de crear dos entidades satélite a la Mezquita-Catedral pero ligadas al Cabildo. El archivo catedralicio, que en estos momentos se encuentra dentro del templo, pasará a un edificio junto al Paseo de la Ribera. Las actuales instalaciones son impropias para una de las grandes colecciones históricas de documentos que están a disposición de los investigadores en España.

La segunda entidad es crear un museo propiamente dicho. Actualmente, la Mezquita-Catedral tiene las colecciones de los museos de San Vicente y San Clemente, ninguno de los cuales reúne las condiciones oficiales que se expresan en la legislación. Lo que propone el plan director -que fue coordinado por el exmiembro del equipo de arquitectos de la casa, Sebastián Herrero- es regularizar la situación de todos esos bienes y generar un auténtico museo de verdad.

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En materia de obras, el plan director es una planificación a medio y largo plazo. Algunas de las cuestiones que se prevén se han hecho o están en marcha. Es el caso de la Capilla Real o la Macsura, que van a empezar a rehabilitarse el mes que viene. El documento, en esta materia, es hijo del primero que se realizó en los años ochenta y que firmaron los arquitectos Gabriel Ruiz Cabrero y un tal Rafael Moneo. Poca gente recuerda ya que uno de los arquitectos más famosos del mundo participó en la planificación de las actuaciones necesarias para la restauración y mantenimiento de la Mezquita de Córdoba.

Ese documento es el primero que sistematizó con fórmulas modernas las necesidades de la Mezquita-Catedral. Incluye, y la Junta no pone problemas, la intervención en el muro norte que da al Patio de los Naranjos. Una zona degradada (donde se encuentra la famosa segunda puerta) que nadie se atreve a reformular. El anteproyecto que se realizó hace años acabó tumbado en la Junta de Andalucía. La famosa celosía fue objeto de una sentencia en los tribunales de justicia. El plan director trabaja a diez años vista las necesidades que van a surgir en la Mezquita-Catedral de Córdoba.