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Relevo en la Audiencia de Córdoba
Tengo la certeza de que el sentido de servicio y el concepto del honor que interiorizó en sus años de milicia le ayudarán siempre
La grandeza de Roma
Córdoba
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Iniciar sesiónPasado mañana se escenifica el relevo en la Presidencia de la Audiencia Provincial, la máxima representación del Poder Judicial en Córdoba. Francisco de Paula Sánchez Zamorano, que tras diez años en el cargo no podía prorrogarlo, es sucedido por Miguel Ángel Pareja Vallejo. El Pleno ... del Consejo General del Poder Judicial lo nombró el pasado miércoles. Educado en la SAFA de Baena, nació en Mestanza (Ciudad Real) y quizás eso marque su bonhomía: las personas que conozco de Ciud ad Real destacan por su nobleza y sencillez. Estudió Derecho en la UNED y comenzó su carrera judicial en 2002: pasó por Montoro, Fuengirola, Málaga y Córdoba, de donde fue juez decano, querido y valorado por sus pares. Hace dos años obtuvo la plaza de magistrado en la Sección Tercera de la Audiencia. Doctor en Derecho con tesis sobre el Derecho Autonómico del Poder Judicial y las Comunidades Autónomas, le queda tiempo para escribir artículos científicos, ser profesor asociado en la UCO y dedicarle tiempo a familia y amigos.
En el proceso de selección para la Presidencia afirmó que su gestión «se basará en los principios de vocación de servicio, honestidad, eficacia, transparencia, sencillez y cercanía, con el objetivo de garantizar un servicio de justicia accesible». Y puso de relieve la necesidad de incorporar una nueva plaza de magistrado a la Sección Primera, «la que genera mayor preocupación por la carga de trabajo». Cree firmemente en la independencia del juez: «El juez, esté donde esté, tiene que ser imparcial y tiene que ser una persona apartada de la política«.
En 1880, por Montero Ríos en la exposición de motivos de la Ley Provisional del Poder Judicial, ya se decía que flaco favor se le hacía a la justicia si el magistrado se introducía en política, de tal manera que por mucho que a la entrada del juzgado se quitara su vestidura política, nunca sería creído por aquella persona que fuese a demandar justicia contra otra del mismo bando político con el que hubiese ejercido magistrado».
Una faceta poco conocida, pero que nunca oculta, es su pasado militar. Salió de la Academia de Suboficiales y alcanzó el grado de brigada de Infantería, con destinos tan difíciles como Vitoria, en los años de plomo de ETA. Afirma: «Bueno, yo soy juez. Es cierto que descubrí la vocación en el Ejército y compaginé mi trabajo con el estudio a distancia de Derecho, aprobé las oposiciones y por último, me doctoré. Por tanto, no soy un militar impartiendo justicia; soy juez. Ahora bien, no me arrepiento de haber servido al Estado como militar desde los 18 hasta los 36 años».
Tengo la certeza de que el sentido de servicio y el concepto del honor que interiorizó en sus años de milicia le ayudarán siempre. Enhorabuena
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