Desde mi rincón
El último clavo
Si no se puede llegar a un acuerdo sobre la Ley Bolaños, que afecta a la Justicia, lo prudente es no plantear semejantes cambios en este momento
Unos 200 jueces y fiscales se manifiestan en Córdoba contra la reforma judicial del Gobierno de Sánchez
Córdoba
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Iniciar sesiónLa expresión 'agarrarse a un clavo ardiendo' significa recurrir a cualquier medio por arriesgado que sea para escapar de una situación compleja. España está inmersa en una crisis política cuyas consecuencias pueden ser dolorosas. Y uno de los pocos clavos, yo ... diría que el último, que nos queda en el que poder confiar para solventar esa situación es la Justicia. Santo Tomás de Aquino define la ley como «la ordenación de la razón dirigida al bien común, promulgada por quien tiene a su cargo el cuidado de la comunidad». Y es Justiniano el que en el siglo VI define a la justicia como «la voluntad constante y perpetua de dar a cada uno lo que le corresponde». La responsabilidad de aplicar la Ley y administrar la Justicia corresponde a los jueces. Si como algunos pretenden perdemos la confianza en ellos, perderemos la credibilidad en la Justicia. Si eso ocurre, recordando las palabras de Antonio Machado, el futuro puede helarnos el corazón. La experiencia me dice que la actual sociedad española vive felizmente aturdida sin voluntad para pensar y valorar las consecuencias de las decisiones que toman nuestros representantes políticos. ¿Por qué digo esto?
La mayoría de los jueces y fiscales de España consideran que la reforma propuesta por el gobierno, en la llamada Ley Bolaños, «dinamita el poder judicial desde los cimientos». Para hacer llegar a la sociedad ese sentir, irán a la huelga los tres primeros días de julio. Si esos jueces y fiscales llevan razón, y yo no soy quién para dudarlo, nos estamos jugando libertad y democracia. Si por el contrario y como algunos otros piensan están equivocados, la sociedad española, como pueblo soberano que es, merece un sosegado y razonado debate que permita alcanzar un acuerdo en un tema tan trascendental para España y los españoles. Si eso no se puede lograr, recordando las palabras de San Ignacio de Loyola, me permitiría decir que lo prudente es no plantear semejantes cambios en este momento.
Todo menos que una Ley pueda dañar el poder judicial, uno de los tres pilares de la democracia, y de camino deje dividida a la sociedad española.
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