¡Hay esperanza!

Son muchos los jóvenes que, para conseguir lo que buscan, saben que sólo deben confiar en sí mismos y en su familia. Son conscientes de que nadie regala nada. Que sólo con trabajo y renuncia se alcanzan los objetivos. Hay muchos jóvenes educados y formados en un respetar a los demás. Con una moral que les dice lo que está bien y lo que está mal y la aplican en su vida individual y, sobre todo, colectiva.

El pasado domingo pude ver como jóvenes y no tan jóvenes cedían su asiento en una iglesia abarrotada, a personas mayores de uno y otro sexo, y a mujeres jóvenes que cargaban con bebés. También era un joven el que ganaba brillantemente Wimbledon, uniendo a los españoles al hacerles copartícipes de su triunfo. Por la tarde, la selección española ganaba la Copa de Europa.

Eran muchos los que no confiaban en esa selección. Que si su entrenador era supersticioso por rezar; que no tenía experiencia; que los seleccionados eran demasiado jóvenes; que no se contaba con los de este o aquel equipo. Incluso algún político que cobra de España dijo que esa no era su selección. Pues ese entrenador que confiesa que se persigna y reza porque tiene fe, ha formado un equipo joven que jugando maravillosamente ha unido a toda España a su alrededor, consiguiendo que por todas partes se oiga decir con orgullo «Soy español». Ante esta realidad, permítanme decir que ¡hay esperanza!

Puede que no sean todos los jóvenes así. Seguramente no son los que más ruido hacen. Pero son muchos y los mejores. Pongamos nuestro foco y confianza en ellos, pues ellos, y sólo ellos, son quienes nos pueden dar el mejor futuro a España.