PASAR EL RATO
Provocación
Lo que Javier Rubio ha escrito son palabras mayores de la psicoterapia de confesionario
Javier Rubio: «Un corazón agradecido tiene la mitad del camino hecho frente a un corazón agraviado»
Córdoba
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Iniciar sesiónSi se suprimieran las presentaciones de libros y de conferenciantes, la humanidad no se resentiría por ello. Para mi desconcierto, el pasado martes no lamenté haber asistido a la presentación de un libro. Fue en el Palacio de Viana, un palacio para un libro, ... atendiendo la invitación del brillante periodista de este periódico, y quién sabe si también amigo, Rafael Aguilar. Se presentaba la última publicación de Javier Rubio, gran periodista, a su vez, del ABC de Sevilla.
El título de la obra haría rugir de entusiasmo a Pablo Iglesias: 'Buenos días y gracias a Dios'. Y por si ese rótulo resultara poco expresivo, añade el autor: 'Cien motivos para arrancar la jornada con una alabanza'.
El periodismo más rentable sustituye cada mañana a Dios por Pedro Sánchez, un sucedáneo con dinero. A un periodista se le puede perdonar que escriba un libro. Mucha gente escribe hoy un libro, quizá porque no tiene carácter para no escribirlo, sin otro propósito ni contenido que adquirir un poco de notoriedad, sentirse diferente de los clientes de taberna, que también llevan su libro en la botella. Si empleamos con algún rigor el lenguaje, a eso no se le puede llamar escribir, sino redactar, y no encierra ningún peligro para la sociedad, porque no va a dejar en ella más memoria que un discurso de Yolanda Díaz.
Pero lo del gran periodista del ABC sevillano, Javier Rubio, es verdaderamente distinto, porque ha escrito un buen libro sobre un gran tema. Y lo ha escrito con el propósito de que adquiramos familiaridad con el arte de ser humanos, esto es, con nosotros mismos y con Dios.
«Ha escrito un buen libro sobre un gran tema con el propósito de que adquiramos familiaridad con el arte de ser humanos, esto es, con nosotros mismos y con Dios»
«¿Se puede hablar honestamente de otra cosa que de Dios o de uno mismo?», escribió Cioran el terrible en los 'Silogismos de la amargura'. Lo que Javier Rubio ha escrito son palabras mayores de la psicoterapia de confesionario. Para escribir así hace falta fondo y forma, estilo propio, que exige haber pasado y pensado mucho y saberlo expresar. No me extrañaría que el periodista sevillano de ABC fuera un provocador, un ironista que disfruta escandalizando a los burgueses ateos del sanchismo, sacando de sí a personas de gustos elementales. Luego se queja la derecha de que una dulce virgen morena comunista, con las gacelillas al aire, le queme las iglesias, pero la culpa es de pensadores libres como Javier Rubio, por haberla excitado.
Y sin embargo, este libro viene de las entrañas del progreso, de la idea misma de progreso. Dos ateos de toda la vida —aunque quizá no para toda la muerte—, el sociólogo polaco contemporáneo Zygmunt Bauman y el psiquiatra austríaco Sigmund Freud, afirmaron que el precepto que exige «ama a tu prójimo como a ti mismo» es el fundamento de la vida civilizada y el acta de nacimiento de la humanidad.
En eso parece consistir la vida y la obra de Javier Rubio, con el pretexto de darle gracias a Dios todas las mañanas, por lo que hace y por lo que ha hecho. Sorprende que un hombre así se dedique al periodismo, que deja tan poco tiempo libre para la humildad. He escrito este artículo porque sé que su destinatario no podrá leerlo. Si no, no tendría mérito.
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