Pasar el rato
El lujo de la lujuria
Con el lujo de la amnistía sucede lo mismo que con el caso del socialista putero. Que es también una cuestión de dinero público, para el amnistiador y para los amnistiados. Cobran todos. Pero pagamos nosotros
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Iniciar sesiónAhora que el Papa ha rebajado la importancia de los pecados de la carne –tantos años pecando y aún no sabemos a qué atenernos-, dedicaré este artículo a la carne, de la que está hecha toda la literatura. Y esta cosita de los martes ... pretende ser literatura, nada más. Menor, con más voluntad que calidad, pero literatura. Lo importante es ir en la procesión. Ya nos colocarán en nuestro sitio los hermanos mayores. No hay película sin misterio ni novela sin adulterio. La carne de este artículo es de alto cargo socialista, como toda la política española. La política y la lujuria acostumbran a ir mezcladas, porque la política mezcla bien con cualquier cosa que no pueda ser puesta de ejemplo a los niños. La Audiencia de Sevilla ha condenado a seis años de cárcel a un ex alto cargo socialista de la Junta de Andalucía por pagar en los prostíbulos con dinero público. Aunque si la mujer es pública, habrá pensado el putañero con lógica sanchista, lo coherente es que el dinero sea también público. Cuando yo era cargo público, mi sueldo venía del dinero público. ¿Y en qué me diferencio yo de una mujer pública? En que la mujer pública es mucho más honrada. No es por ahí, entonces, por donde sus abogados pueden demostrar la inocencia del necesitado de consuelo genital. Los canonistas clásicos llamaban cópula sedativa o saciativa al fornicio con ánimo meramente relajatorio, sin ningún compromiso sentimental. Los canonistas clásicos tenían sentido del lenguaje, y utilizaban metáforas caritativas. Le echaban literatura a la concupiscencia. Pecar conforme a ese criterio artístico le daba nivel al mal. Se trata de una concepción medicamentosa de la cópula, equivalente a un orfidal o un plato de macarrones. Y los altos cargos socialistas más rijosos, siempre con los canonistas clásicos. He visto en los periódicos fotografías del pecador civil, y su cara refleja mucho sufrimiento. Parece tratarse de un dolor antiguo y persistente. Grandes bolsas bajo los ojos, mirando obsesivamente al horizonte, donde habitan los burdeles del olvido. Un hombre así está pidiendo a gritos una cópula sedativa. Se trata de estudiar, por los mismos juristas que estudian las bondades de la amnistía, si esa forma de psicoterapia con la entrepierna que practicaba el angustiado es un remedio natural cubierto por la Seguridad Social. En cuyo caso, el pago con tarjeta de la Junta de Andalucía podría considerarse una aportación, con cargo al presupuesto autonómico, para la atención sanitaria a los altos cargos. 'Remedium anxietatis'.
Lo que la justicia sanciona no es la lujuria, sino el lujo de pagarse la lujuria con el dinero de los demás. Como lujuria deriva de lujo es fácil confundirse. Con el lujo de la amnistía sucede lo mismo que con el caso del socialista putero. Que es también una cuestión de dinero público, para el amnistiador y para los amnistiados. Cobran todos. Pero pagamos nosotros. Y podría suceder que los altos cargos amnistiados se gastasen el dinero de la amnistía en mancebías nacionalistas. Para relajarse, después de tanta tensión. Y vuelta a empezar con el ideal de patria al tres por ciento.
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