PASAR EL RATO

Final de partida

Una buena guerra tiene dos requisitos principales: Ejército y lenguaje

José Javier Amorós: 'Sin oro para Córdoba'

Pedro Sánchez ARCHIVO

Con Sánchez velando por España no hay peligro de otra guerra civil, como propugnan algunos exaltados. Sánchez es un hombre de paz, como el terrorista Otegui y el presunto terrorista Puigdemont. Una buena guerra tiene dos requisitos principales: Ejército y ... lenguaje. Sin Ejército no hay guerra, porque no se van a organizar en batallones los dentistas o los peritos textiles. Quedan disueltos el Ejército español, la Guardia Civil y la Policía Nacional —dirá el decreto ley del emperador de la paz—, de influencia probadamente franquista. Sus miembros pasarán a prestar servicios en la ONG que se cree al efecto, dependiente del Ministerio de Igualdad.

Las Fuerzas Armadas serán sustituidas por el comando wagneriano de los 10.000 hijos de Putin, destinado a la protección presidencial. Bajo la jefatura de ese ex general sin duchar al que llaman Julio el rojo. Un soldado de fortuna política, con cara comunista de estar siempre cabreado. Ryszard Kapuscinski, el gran periodista polaco, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2003, sostenía que «una guerra empieza siempre mucho antes de la fecha oficial en la que se declara; comienza con el cambio de vocabulario de los diarios. Empieza en la esfera del lenguaje».

El problema del lenguaje lo resolverá Sánchez proclamando el balido como el idioma común a todos los españoles. Sus millones de adoradores llevan años practicándolo, teniendo en cuenta que para embobarse ante él hay que haber renunciado previamente a todo principio, a todo criterio, a toda moral. Sin Ejército, sin Guardia Civil, sin Policía Nacional, con los tres poderes del Estado resumidos en uno, el poder de Sánchez todopoderoso, los españoles hibernarán políticamente, sin pasado, sin presente y sin futuro. Lo que nos pase nos lo habremos ganado lamentándonos. Cuando un pueblo no se concede a sí mismo más derecho que el derecho al pataleo, es que murió hace quince años y no se había enterado. Sánchez nos enterrará a todos en la fosa común del progreso.

Como una muestra de su generosidad y comprensión, Sánchez retirará a Felipe VI a la casa-palacio de Waterloo que deje vacante el amnistiado Puigdemont. Los gastos de mantenimiento correrán a cargo de la República, aunque el IVA lo pagará el destronado. Para estar a la altura universal de su grandeza política, Pedro Sánchez se nombrará a sí mismo emperador de todas las Españas. Será coronado públicamente en La Almudena por el Papa Francisco, al que arrebatará la corona –como hizo Napoleón con Pío VII- para ponérsela él, demostrando quién manda, así en la tierra como en el cielo.

Acudirá a la catedral madrileña escoltado por los 10.000 hijos de Putin. Y después de que él mismo corone a Begoña, celebrarán el acontecimiento en el Palacio Real, convertido en la Taberna de laIII República española. Junto con el pensamiento único, las universidades públicas enseñarán a sus hibernados la libertad de expresión única: beeee. España será el asombro de todas las ganaderías europeas. Porque las ovejas están empezando a asustar al lobo. Auuuuu.

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