Pasar el rato
Sin oro para Córdoba
El dinero no da la felicidad, pero únicamente cuando se tiene poco
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Iniciar sesiónA la republiqueta la va a cubrir de oro el donante Sánchez. Hablemos, pues, de dinero. El dinero no da la felicidad, pero únicamente cuando se tiene poco. Con quince mil millones de euros, que es el regalo gubernativo a los junquerianos pare ... festejar la breve revolución de octubre, se puede comprar la felicidad, las virtudes teologales, amigos para siempre que haya presupuesto y un amor verdadero en cada estación del año. Las clases sociales no son los ricos y los pobres, eso ya lo ha escrito uno en otra ocasión, uno se limita a repetirse, que en eso consisten la literatura y el periodismo, las clases son los ricos y los que quieren llegar a serlo. La pobreza no es un estado existencial autónomo, aunque pueda durar toda la vida, es un tránsito hacia la riqueza. Una mala noche en la mala posada del debe, de la que queremos salir cuanto antes. No los que mandan y los que obedecen, los que mandan y los que están esperando para mandar. Lo que no puede el dinero es hacer guapo a Puigdemont, aunque un revolucionario guapo, como Maximiliano Robespierre, es un contradiós que acaba en la guillotina. Mejor feo y cobarde, pero vivo. Así puede ayudar al cabecilla Sánchez, vivo y cobarde, pero guapo. Entre cobardes vividores resulta fácil entenderse. Es un dato histórico que las revoluciones se hacen para enriquecer a los ideólogos, mientras los descamisados ponen la sangre que se han de beber los gusanos.
El Instituto Nacional de Estadística, un centro especializado en procurar a los andaluces depresión en porcentajes, nos comunica que Andalucía es la segunda comunidad de España con peor nivel de vida. Uno vive aquí, y no tiene esa impresión, más bien al contrario. Al contrario, César. Y para que no nos confiemos, Córdoba figura como la octava provincia española con peor renta media por habitante. En la capital salimos a unos mil euros mensuales de ingresos, entre ricos y pobres, que no dan para declarar la independencia. Por eso están llenas las terrazas de los bares cordobeses, mientras la vida se desliza dolorosamente por el fondo de nuestras copas. Con los primeros quince mil millones que le van a amnistiar a la republiqueta, aquí podríamos mejorar el nivel de vida, el nivel de renta y el nivel del río.
Y hasta el nivel de desprecio. Con los siguientes, incluso aceptaríamos el ingreso de Puigdemont en una cárcel andaluza. No ha tenido suerte Andalucía con sus señoritos gubernativos. El general Franco la ignoró, mientras mimaba a las comunidades independentistas, que hoy lo odian, y no pocos demócratas de toda la boca se han limitado a aprovecharse de ella. El chavesismo y la griñanería, por no salirnos de Sánchez amnistiante, dejaron esta tierra preparada para votar a la derecha, en busca de El Dorado. Ya volverán. A apoderarse de nuestros ahorros, de los que vive la revolución, cuyo nivel de vida pagamos desde aquí. La cocina andaluza, tan exquisita, no estará completa hasta que incluya en su carta este plato: Costillar de vaca de Dos Hermanas asada con euros de alto cargo socialista andaluz indultado. Y de postre, amnistía.
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