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Javier Frutos: «Mi miedo es que el espectador se ponga a mirar el móvil»
ENTREVISTA
De chico, sus hermanos le ponían películas en el video para que no diera la lata: ahí se fraguó el talento del ganador de un Goya al Mejor Montaje
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Córdoba
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Iniciar sesiónHijo de un empleado de Cervezas El Águila y de una ama de casa, Javier Frutos (Córdoba, 1981) es el menor de cuatro hermanos criados en el popular barrio de Fátima y a quienes sus progenitores les inculcaron desde niños el ... gusto por las artes, la literatura, el dibujo...
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Como él, Javier, era el más pequeño, los tres mayores trataban de entretenerlo con películas en el video doméstico las noches de los fines de semanas en los que sus padres salían con los amigos o con la familia, de modo que los dejara un poco a su aire y no diera la lata. «Me ponían películas cuanto más largas mejor, para que me quedara quieto y calladito: 'Lawrence de Arabia', 'Sonrisas y lágrimas', 'La naranja mecánica'...», bromea el montador que en la gala de los Goyase alzó con una estatuilla por su trabajo en 'Segundo Premio', basada en la historia de la banda Los Planetas y que peleó por llegar a los Oscar.
-Justo el día que le llamé para proponerle la entrevista escuché en la radio que una película se escribe tres veces: con el guion, con el rodaje y con el montaje. ¿Está de acuerdo?
-Hay muchos casos y muy claros de esto que me comenta. Por ejemplo, en el caso de los documentales, donde no hay un guion 'per se' sino que lo que existe es una idea, un concepto en los que el director investiga y trabaja y rueda, y el material luego llega a la sala de montaje y es bastante inabarcable porque suelen ser muchísimas horas, con lo cual ahí sí que en el montaje tiene que haber una labor de colaboración entre el director y el montador; por este motivo, los montadores a veces también exigimos en los documentales el crédito de co-guionistas. En una película de ficción, sin embargo, sí que hay un guion y una estructura bastante más claros. 'Segundo Premio' es una película muy complicada por muchos aspectos del rodaje, y nos tomamos nuestro tiempo para reescribir literalmente la historia, en este caso apoyados por la voz en off. Creo que el montaje tiene que ser muy invisible en ese sentido, porque es un trabajo cuyo secreto está en que no se note.
-Como en las traducciones de los libros escritos en lenguas extranjeras, ¿no cree? Ahora ya es frecuente que el nombre del traductor aparezca hasta en las portadas de los libros, pero hasta hace un tiempo parecía que no existían.
-Siempre decimos que nosotros, los montadores, somos los hermanos invisibles, la parte más oculta. Creo que en nuestro trabajo es importante la colaboración con el director: si trabajas con los mismos directores se crea un vínculo, una conexión de entendernos más allá de las palabras. El objetivo es que cuando el espectador esté viendo una película no se plantee que aquí o allí hay un giro del guion. Mi mayor miedo es que la gente, en su casa o incluso en los propios cines, se ponga a ver el teléfono móvil porque lo que están hablando esos señores en la pantalla no le interese. El mayor miedo no es que la película no guste, sino que el espectador desconecte.
«La secuencia final de 'Cinema Paradiso' es de las que más me emocionan: resume la magia del cine»
-¿Cuál es la gran película mejor montada de la historia del cine?
-Es difícil responder a esta pregunta que me hace... El autor que a mí más me ha marcado, o mejor dicho, la pareja que a mí me ha marcado, sería la que han formado Martin Scorsese y Thelma Schoonmaker. Yo nací justo en una época en que Scorsese estaba en su pleno apogeo, y con mi hermano, que también era muy fan suyo, he dedicado mucho tiempo a estudiar su obra. Pienso en 'Jo, qué noche' o en 'Uno de los nuestros', y luego en ' El lobo de Wall Street': me parece inconcebible que ya con ochenta años que tenían ambos hicieran una película de tres horas tan divertida y en la que jamás te aburres.
-¿No le parece que el final de 'Cinema Paradiso', cuando un Totó ya adulto se pone en una sala de proyecciones el montaje que Alfredo le ha hecho con los besos censurados por el cura del pueblo, es de lo mejor de la historia del cine?
-Yo creo que ésa es justamente una de las secuencias que más me han emocionado en el cine. Recuerdo perfectamente ver esa película en el antiguo cine de Santa Rosa, que creo que ahora es un supermercado, junto a mi hermano Antonio. Yo, como Totó, también miraba desde la sala del cine el sitio por el que salía la proyección, y la primera vez que me puse a hacer yo una proyección desde una cabina volví a sentirme como él, como Totó. Esa secuencia de la que me habla, con la música de Ennio Morricone, creo que es la que mejor resume la magia del cine.
-¿Cómo influye en su trabajo como montador saber que ahora, en gran parte, se consume el cine en casa, con el móvil encendido y a mano?
-Sí, es muy interesante esta reflexión, y compleja también, porque es verdad que creo que vienen formas de consumir cine que nos están cambiando a todos los niveles. Ahora la gente quiere gastar menos dinero en cultura, en entretenimiento, y creo que esto es curioso porque cuando vivimos la pandemia todo el mundo exigía contenidos de calidad. De cualquier modo, yo creo que cuando montas una película no te planteas dónde va a llegar. Es lo que le comentaba antes: mi mayor miedo es que la gente mire el teléfono móvil cuando está viendo una película mía. Lo que tenemos que conseguir es que no se produzca esa pausa, sino que las personas se involucren lo más posible con nosotros, y para eso siempre hay herramientas de montaje para aligerar las tramas... Sí que es verdad que se avecinan momentos complicados y raros. Yo creo que si te pones a pensar lo que la gente va a ver en su casa, en el metro, en el tren de cercanías, o en el autobús... Es una locura: no puedes adelantarte a eso.
«La Filmoteca de Andalucía es un lugar esencial en mi formación: se la recomiendo a todos»
-¿Cómo es ese momento en el que dicen su nombre en la ceremonia de los Goya y usted se levanta para recoger la estatuilla?
-Pues mire, le mentiré se le digo que no lo había soñado, y de hecho estuve como varios meses pensando en que esto podía pasar... Me decía: 'Vamos a intentar no desmayarnos en el momento que salga mi nombre, en el caso de que salga...' Fue muy bonito vivirlo todo con el equipo. La suerte que tuvimos con 'Segundo premio' es que teníamos once nominaciones, con lo cual estábamos como veinte compañeros que habíamos trabajado en la película en las mismas filas. Justo en el momento en que llega el fallo del premio al Mejor Montaje recuerdo que apareció una cámara para la televisión gigante y vino a enfocarme de frente: yo estaba sentado hablando con mi hermano Antonio y dije: 'Toni, creo que voy a ganar, no sé por qué'. Fue una sensación la que tuve... En el momento en el que dijeron mi nombre di un grito de alegría, de alivio... Me dije: 'No la cagues ahora, que tienes que decir todo lo que tenías preparado'. Cuando empecé a hablar me di cuenta de que en primera fila tenía a Antonio Banderas y a Richard Gere...
-La gala de los Goya suele suscitar tantos afectos como críticas: esas últimas suelen afearle al gremio cierta endogamia, que viva en una especie de burbuja y esté encantado de haberse conocido.
-Yo no soy nadie para censurar a nadie ni me considero tampoco una persona para dar ejemplo de nada. En la gala viví un momento muy bonito de mi vida, e hice un agradecimiento a la gente que de verdad me había ayudado y que había estado conmigo en estos años de trabajo. Lo que no hay que olvidar es que se trata de una gala de unos premios que se transmite para una audiencia enorme y en 'prime time', y hay que mirarlo como un espectáculo de entretenimiento y hay que intentar eso, que la gente se entretenga. Pienso que cada uno es libre de usar su minuto para decir lo que le plazca, pero creo que sí que es verdad que todos debemos hacer un acto de conciencia, de no olvidar que esto es un espectáculo televisivo y no podemos aburrir a nadie.
-¿Cómo están presentes Córdoba y sus orígenes en su creación, en su trabajo como montador?
-Para mí hay un lugar que es fundamental en mi formación y en mi forma de amar el cine, que es la Filmoteca de Andalucía, que además está en un emplazamiento precioso: a todo el mundo que baja a Córdoba se lo recomiendo. En aquella época en la que me formaba no teníamos la opción de internet o de las plataformas, pero en la Filmoteca teníamos acceso a muchas películas. Y cuando yo descubrí aquella biblioteca que había en la Filmoteca Andalucía me pasaba todas las mañanas allí. Recuerdo a Miriam, la bibliotecaria, creo que se llamaba así, majísima... Le decía: 'Oye, ¿qué me veo hoy?' Y recuerdo de aquella época, como dos o tres años de mi vida en la que me estaba preparando para venir a Madrid, que me empapé de un cine que yo desconocía, que no había visto, y además pude conversar con gente que también tenía sus propios gustos. Así que, no sé, yo estoy con ese recuerdo de un lugar como milagroso para mí, ¿no? Ese sitio era lo que yo siempre andaba buscando sin yo saber que lo estaba buscando.
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