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La vuelta de la Cata del Vino le puede a los cordobeses: «Los Montilla-Moriles deben ir a todas las mesas de España y del mundo»
Los asistentes al nuevo emplazamiento de la avenida del Alcázar reconocen que «la calidad de sus vinos y el compromiso de los productores por dar la mejor calidad de toda la zona»
Blancos jóvenes, de tinaja, vermuts o brut: la Cata del Vino Montilla-Moriles es mucho más que generosos
La inauguración de la Cata del Vino Montilla-Moriles de Córdoba, en imágenes
Bajo una penetrante tarde calurosa, pero acompañados de un notable entusiasmo y buena compañía, cientos de personas se dan cita durante la jornada inaugural de la Cata de Vino Montilla-Moriles, la cual estuvo bastante concurrida.
La nueva ubicación escogida, la avenida del Alcázar, recibe tanto a cordobeses, que acuden entre amigos, en pareja o solos, como a turistas dispuestos a formar parte de la tradición vinícola de la región y guiados por la curiosidad.
Como cualquier modificación ante un evento de este calibre, las expectativas se centran respecto a la ubicación, espacio o bodegas participantes, como así manifestaron a ABC un grupo de amigos: «Hay bastante incertidumbre por lo que hemos oído, pero es cierto que tenemos ganas». Pese a ello, el primer día de degustaciones fue todo un éxito mientras colaboradores y trabajadores se preparan para acoger a un mayor número de asistentes en vísperas al fin de semana.
Las expectativas para degustar los vinos con Denominación de Origen son altas, y más aún tras la suspensión de la última convocatoria el año pasado. «Son las 13.00 horas del primer día y ya hay un ambiente bastante óptimo», comenta Antonio López, gerente de Bodegas el Monte y atraído por «la calidad de sus vinos y el compromiso de los productores por dar la mejor calidad de toda la zona». Por otro lado, otro asistente subraya su principal preocupación en las altas temperaturas: «A ver si nos respeta el tiempo, hace mucha calor».
Para la gran mayoría, la importancia del evento arraigaba en continuar la raigambre que personalmente les une a su ciudad o al vino: «Soy cordobesa y he trabajado en el mundo del vino, me encanta el vino de mi tierra», afirmaba rotundamente una de las primeras asistentes y experimentada en las catas de Montilla-Moriles. «Los cordobeses le damos mucha importancia» o «tenemos que promocionar lo nuestro y Montilla-Moriles tiene que parar en todas las mesas de España y del mundo» valoraba positivamente un hostelero en las inmediaciones de la carpa.
La razón de la cata
Conversar con los asistentes fue casi como descorchar una botella de historias y sentimientos, pues uno de los principales atractivos del evento surge a la hora de elegir entre las 15 bodegas participantes, ya que hay quienes optan por degustar sabores nuevos para su paladar o quienes no permiten lugar a innovaciones y buscan lo de siempre; dilema en el que no se vieron aquellos turistas que se acabarían decantando según gustos personales.
«Venimos a ver si hay novedades, a ver qué nos ofrecen nuestros amigos bodegueros, todos los años siempre hay una cosa nueva que nos sorprende», haciéndose notar un entusiasmo por una cita que también tiene cabida para recuerdos personales: «Entre ellas el vino de El Gallo tiene un lugar preferente en mi porque le gustaba a mi padre, aunque este año no han venido a la cata», se lamentaba una mujer.
Mediante un cielo despejado y un ambiente festivo gracias a la música flamenca; entre sorbos, Córdoba y sus ciudadanos rinden con orgullo homenaje a un alma de la región como es el vinícola. Como cada año, la Cata de Vino Montilla-Moriles reúne a miles de personas que comparten entre brindis historias, vinos y orgullo por sus raíces.
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