La emoción del nuevo obispo de Córdoba y un dato: fue el último nombramiento del Papa Francisco

Ya lo habían recibido con mucho cariño los miembros del Camino Neocatecumenal, que esperaban en la calle Torrijos, junto a la Mezquita-Catedral con sus característicos cantos y guitarras, y también con pancartas e iconos.

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Valerio Merino

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«Bendito el que viene en nombre del Señor» o «¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?» eran algunos de los lemas con que estos cristianos, llegados desde distintos puntos de la diócesis, recibían al nuevo prelado, que correspondió con un saludo cariñoso.

Tras el momento de emoción al terminar la misa, se repuso enseguida y continuó agradeciendo «todo el amor» que se le había mostrado en la intensa jornada que había culminado con la llegada al que desde ahora es su nuevo destino. «Quiero dar las gracias al llorado Papa Francisco, que fue quien me eligió», dijo.

Porque su historia como prelado está muy unida al pontífice fallecido el 21 de abril. Su nombramiento como obispo auxiliar de Santiago, y por lo tanto su consagración como prelado, fue una de los primeros del Papa Francisco en 2013.

Pero es que su elección como nuevo obispo de Córdoba «fue seguramente la última que firmó», tras haber salido de la clínica Gemelli, donde estuvo hospitalizado durante varias semanas por una neumonía.

Aquí tuvo especial relevancia el prefecto del Dicasterio para los Obispos, que ayuda al pontífice en esta ahora, y que en aquel momento era el cardenal Robert Prevost, desde el 8 de mayo el Papa León XIV, para el que tuvo también palabras de agradecimiento.

Entre los más de treinta prelados sobresalían los vinculados con Córdoba: Javier Fernández (obispo de 1996 a 2003) y ahora arzobispo emérito de Granada, y los que salieron de la diócesis. Son el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, y los obispos de Huelva, Santiago Gómez Sierra; Guadix, Francisco Jesús Orozco, y Alcalá, Antonio Prieto.