Así fue Córdoba 2023
Demetrio Fernández: el obispo batallador
El prelado ha pedido un coadjutor para preparar su relevo en 2025 tras más de una década en que ha hecho frente a problemas y ha vencido a muchos de ellos
El Papa Francisco acepta la petición del obispo de Córdoba de nombrar un coadjutor
El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, en la calle Torrijos
Se le veía en la Catedral, pero también predicando la fiesta de regla de una cofradía, celebrando con las Hermanas de la Cruz el día de Santa Ángela, su fundadora, pisando cualquier pueblo de la diócesis o llamando a vivir la fe con ... conocimiento y coherencia, como todos los jueves. Y lo sigue haciendo, pero algo advirtió hace poco de que no será por demasiado tiempo más.
El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández González, se aproxima a los 75 años y no sólo está cerca el momento en que tendrá que presentar su renuncia al Papa, sino que ha pedido a la Santa Sede un coadjutor que le ayude en su tarea estos meses y que le suceda cuando llegue a la edad.
Sí, ha recordado que su pontificado tiene fin y no le falta huella en casi catorce años en la silla de Osio. Cuenta Demetrio Fernández que cuando en 2004 San Juan Pablo II lo nombró obispo de Tarazona tuvo que buscarla en un mapa. Allí se ordenó como prelado en enero de 2005 después de más de treinta años como sacerdote. Cuando vino a Córdoba sabía dónde llegaba.
Demetrio Fernández nació en Puente del Arzobispo, en la provincia de Toledo, el 15 de febrero de 1950, y tras formarse en los seminarios se ordenó el 22 de diciembre de 1974. Había pasado por una larga lista de parroquias de las que la última era en algo parecido a un museo: era el párroco en Toledo de Santo Tomé, la iglesia en que se custodia 'El entierro del Conde de Orgaz', una de las obras magnas de El Greco y de toda la historia de la pintura. Y al margen ejercía como profesor en seminarios e institutos religiosos.
Cada obispo llega a una diócesis igual pero distinta, y en sus primeros compases él vio cómo Cajasur, que había marcado a la Iglesia de Córdoba en las décadas anteriores, era intervenida por el Banco de España y dejaba de estar controlada por el Cabildo Catedral, que la había fundado. Sus tres antecesores habían convivido de distinta forma con Miguel Castillejo, que para entonces ya había dejado la entidad. En mayo de 2010, dos meses después de su toma de posesión, el Banco de España intervino la caja.
No tuvo que convivir con la Cajasur eclesial, intervenida dos meses después de su llegada
También la sociedad de Córdoba era distinta de la que habían conocido los anteriores, cuando los templos se vaciaban y eran muchos menos quienes recibían los sacramentos, desde la eucaristía dominical hasta el bautismo y el matrimonio, que habían mantenido el tipo en los años anteriores.
Fue una de las batallas que tuvo que librar, y muchas de ellas las ganaron él y los suyos, como la de la Mezquita-Catedral. Hizo frente junto al Cabildo a la campaña que decía que la Iglesia se había apropiado del monumento de forma indebida y la resistencia, con la historia y el derecho de su parte, ha servido para que se diluya el empeño de desposeer del templo a su propietario legítimo.
Nada más llegar, Demetrio Fernández se puso a conocer su diócesis. Quizá intuyera que tendría más tiempo que sus dos antecesores inmediatos, que apenas sobrepasaron el lustro en el puesto, y comenzó a recorrer la diócesis de Córdoba en las visitas pastorales, que es una obligación de los obispos que él cumplió a rajatabla. Y cuando había pisado todo el territorio de Córdoba, siguió caminando.
Compromiso
Mientras tanto, Demetrio Fernández iba hablando de la palabra de Dios y de cómo llevarla a la práctica. Con el ejercicio de los sacramentos y con una predicación que iba más allá de las misas para dirigirse a un público amplio a través de las cartas. Allí explica el sentido de la palabra de Dios y de las solemnidades en cada momento y también cómo influye en la vida diaria.
Su posición ha sido clara en defensa de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural sin ambigüedades, contra el aborto y la eutanasia en todas sus formas. Clamó contra la ideología de género, contra la banalización de las relaciones sexuales y también contra la pornografía, mucho antes de que desde otros lugares se tomase una bandera parecida, pero también pedía volver a la austeridad en la celebración de las primeras comuniones. Tenía los pies en la tierra.
En su década larga ha sido Demetrio Fernández un obispo que ha querido ser de Córdoba y ha mirado en las entrañas de su tradición, desde San Rafael y la Virgen de los Dolores hasta la Fuensanta y los Santos Mártires, y ha acudido todos los años. Mientras el proceso de secularización se acentuaba, él vio que las cofradías eran un arma que ponía el cristianismo en las calles y podría acercar a la Iglesia a muchas personas que de otra manera lo habrían hecho difícilmente.
En Córdoba ya ha aprobado las reglas de cuatro cofradías de penitencia y una de gloria y están a la espera, en distintos momentos, otras cinco corporaciones, que salen en las vísperas de la Semana Santa. Han sido parte del ejército con el que ha hecho visible el cristianismo en un momento difícil.
Ha apoyado con entusiasmo a las cofradías y la enseñanza religiosa
Y para el mismo objetivo no hay como acercar la fe a los más pequeños y eso lo tenía que hacer la enseñanza religiosa. Demetrio Fernández tiene formación como maestro de Educación Primaria y se volcó con los colegios, especialmente con los concertados, y allí, y cuando veía las cifras de alumnos que en todos los centros cursan la enseñanza religión, animó a mantener la llama del cristianismo.
En tiempos en que las vocaciones escasean la diócesis mantiene el tipo, las parroquias siguen atendidas y muchos conventos siguen abiertos. A poco más de un año de tener que pasar a la reserva, don Demetrio ha conseguido ganar una buena parte de las batallas a las que tenía que enfrentarse y ahora espera enseñar al que debe ponerse al mando desde 2025.
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