Monseñor Fernández ha recordado en su homilía el nacimiento de Jesús «en una cuadra, una cueva en la que no había nada, pero sí mucho amor por parte de su madre María y de José que hacía las veces de padre». Dios vino al mundo «a iluminarlo», ha explicado el obispo, que ha destacado el papel de Jesucristo en «una vida entre tinieblas, que se hace más densa con las guerras, con las tensiones a todos los niveles...Él llega como el sol esta mañana, que ha disipado la niebla. Esto es lo que viene Jesucristo a hacer en la historia de la Humanidad, llenarnos con su luz y con su alegría».
Muchas veces, según ha explicado el prelado, «ponemos velos y no acabamos de ver los planes de Dios, nuestra propia realidad. Quien camina con Él no está en las tinieblas. La Navidad es una invitación a acercarnos a la luz».
Y es que el obispo ha lamentado que «lo expulsamos o rechazamos muchas veces, pero cuando abrimos nuestro corazón a su palabra, a su gracia, a su luz, nos hace hijos de Dios, que es a lo más que podemos llegar a ser en este mundo y en el otro».
Monseñor Fernández ha finalizado apuntando que «la Navidad es una fiesta muy entrañable, muy cariñosa y llena de ternura. Le pedimos a Jesucristo que nos ablande el corazón».
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