Como Prieto, a Molina «se lo tragó la tierra», tal y como han declarado fuentes que investigan su desaparición como sus familiares a lo largo de los más de ocho años que lleva en paradero desconocido.
El chico, que tenía 16 años la última vez que fue visto, también había quedado con unos amigos para salir a divertirse. Sus padres, como los del jugador del CCF, sostienen que su desaparición no fue voluntaria. Ninguno de los dos chicos llevaba dinero, ni ropa: sólo lo puesto. Y no parecían preocupados ni distintos.
En el caso de Molina, una primera pista, que no pudo ser comprobada, lo situaba cogiendo un autobús en dirección a Madrid. Sin embargo, no existe ninguna grabación que corrobore este punto. Prieto, por su parte, trató de montarse en un tren para llegar a Córdoba, después de haber perdido el suyo: la última vez que se le vio iba por Kansas City. Ambos dejaron de estar ilocalizables por sus teléfonos móviles los días en que desaparecieron.
Falsas esperanzas
El dolor y sufrimiento de los padres de Paco Molina se ha visto acrecentado a lo largo de todos estos años por falsas esperanza de la mano de videntes y estafadores sin escrúpulos. En 2017 un individuo fue condenado a seis meses de cárcel. Les hizo creer que había conocido a Paco en Albacete y que este vivía en un local de alterne. Dos años después, unos colombianos les pidieron 8.000 euros y amenazaron con matar a Paco.
La madre de Álvaro, en un mensaje a una amiga que se ha filtrado a los medios de comunicación, especula con que «o se lo ha llevado el coche y le han hecho de todo; o caminando por ahí, le han atropellado». Sin embargo, por el momento, no hay pruebas de que el joven saliera de Sevilla. La investigación mantiene abiertas todas las hipótesis.
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete