Análisis
El 'chapú' del agua del Norte de Córdoba
Mientras se masticaba la tragedia, los activistas de Transición Ecológica y sus pares de la Junta se despellejaban por las fresas de Doñana
Fin a los cortes de agua en el Norte de Córdoba dos semanas después
El Macero
Córdoba
Es casi mejor no asomarse a la hemeroteca para leer las declaraciones de algunos grandes hombres y mujeres de la política de Córdoba para que no se nos caigan los pelos del sombrajo. Tal y como estaba previsto, el 'chapú' para llevar agua desde el embalse de La Colada ... hasta los depósitos municipales no ha aguantado de forma que los cortes de suministro son ya una realidad.
Es lo que pasa cuando se quiere arreglar un problema complejo con un alambre y una guita. Que las cosas fallan inevitablemente. Y lo hacen en el peor de los momentos, en el transcurso del primer apretón gordo de calor del verano en curso. Las facturas de un servicio ineficaz siguen llegando.
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Se apuesta este macero lo que quieran que no va a haber un debate serio sobre las responsabilidades que atañen a este particular. Socialistas y populares tienen mucho que callarse en una situación que ha retratado lo más ineficaz de un aparato elefantiásico, el del suministro de agua, que opera en régimen de monopolio estatal y, por ende, donde no es posible que el consumidor elija la oferta que más le conviene.
La Junta de Andalucía arrastró los pies, y de qué manera, durante la larga siesta del PSOE tomando la incomprensible decisión de no completar el sistema secundario del embalse de Sierra Boyera, a estas alturas lleno, en 2009. Que nadie esté empurado por esta decisión es una de esas cosas raras que tiene la historia.
A su vez, los populares dejaron pasar el primer mandato de Juanma Moreno en su integridad en una obra que era urgentísima, de la que depende el consumo de 80.000 personas, sus casas y sus actividades económicas. Se tardaron dos años, dos, en licitar el proyecto técnico. Vamos a ponerlo en letras de molde. El Norte de la provincia de Córdoba padece cortes de agua por razones evitables. Por falta de inversiones en tuberías de conducción, en primera instancia, y por la ausencia de infraestructuras de potabilización, en segunda.
Mientras se masticaba la tragedia de los cortes de agua (precedidas de fugas y fallos variados), los activistas de Transición Ecológica (por lo visto, un ministerio) y sus pares de la Junta de Andalucía se despellejaban por las fresas de la corona exterior de Doñana.
Nada había en el horizonte más urgente que un problema, el de la sobreexplotación de acuíferos en la comarca del Condado, que tiene más años que el hilo negro. Los humanos del Norte cordobés no estaban en la agenda.
Nunca se vio mayor grado de estulticia. Se sacaban los ojos mientras negaban la urgencia y los recursos para 80.000 criaturas que ahora tienen cortes de agua y un pantano lleno y contaminado. Que esa es otra. Todo lo que haga ahora quien sea es poner parches en las ruedas de un desastre causado en despachos muy determinados.
Y encima, en la política cordobesa, ese colegio mayor, los había con los riles suficientes para sacar pecho de lo bien que lo estaban haciendo. Venía un tren a toda máquina y ellos estaban atados a la vía como en las películas mudas de vaqueros. Y encima estaban presumiendo en el casino del pueblo de lo bien que les había salido todo. Algunas cosas dichas deberían imprimirse con la próxima factura del agua de Emproacsa: a ver qué pasa.
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