Historia
Las casas del Marqués del Carpio de Córdoba, donde Velázquez pudo pintar 'La Venus del Espejo'
Este monumental palacio de 3.000 metros cuadrados, la única casa fortaleza que se puede admirar en la ciudad, perteneció al linaje del noble que creó la raza del caballo andaluz, Diego López de Haro y Sotomayor
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Davinia Delgado
Córdoba
Quizá no sean muchos los oriundos de la ciudad que conozcan la historia y leyendas que atesora una de las casas solariegas más importantes, majestuosa y mejor conservada de Córdoba. Se trata del palacio del Marqués del Carpio, una impotente edificación, la única ... vivienda-fortaleza que puede admirarse hoy día en la ciudad, que cuenta con más de 3.000 metros cuadrados de parcela, y que se sitúa muy cerca del arco del Portillo, con entrada principal en la calle de la Feria.
El origen de este espectacular edificio, en el que su arquitectura militar exterior contrasta con sus espacios ajardinados colmados de plantas y surtidores de agua, no se conoce, según apunta Miguel Muñoz Vázquez en su artículo que aparece en el Boletín de la Real Academia de Córdoba de 1961. Pero, por los restos arqueológicos hallados en su subsuelo, el solar en el que se asienta fue ocupado por moradores íberos (se han encontrado varias monedas y dos idolillos de barro); romanos (en sus sótanos se desenterraron los restos de una domus) y visigodos.
Este palacio, que estaba formado por varias casas antaño, fue concedido por Fernando III a los Méndez de Sotomayor durante la Baja Edad Media, con el fin de defender y vigilar la muralla tras la conquista de Córdoba en 1236.
Según explica Manuel Ramos Gil en su obra 'Casas señoriales de Córdoba', cuando doña Beatriz Méndez de Sotomayor contrajo matrimonio con Diego López de Haro, «recayendo en el hijo de ambos el título nobiliario que les da nombre [a las casas] desde mediados del siglo XVI».
Como dato curioso, este título fue otorgado por el rey Felipe II a Diego López de Haro y Sotomayor «como recompensa a la labor realizada por el noble cordobés para crear una de las razas equinas más importantes de todos los tiempos: el caballo andaluz», relata Ramos Gil.
Volviendo al palacio, la entrada original estaba en la calle de las Cabezas. La edificación cuenta con cuatro plantas. Dispone de cinco patios cargados de arriates y árboles; columnas y capiteles, tanto califales como romanos; un pozo y hasta una escultura del dios Zeus. La casa está decorada con un mobiliario palaciego, alfombras y lámparas de araña. Pese al interés que despierta, el edificio no es visitable.
Lo más destacado de la edificiación es su torreón. Tal y como explica el Ayuntamiento de Cordoba, es el resultado de la transformación de una torre de la muralla que separaba la Medina de la Ajerquía. Sus vanos presentan elementos góticos bastante deteriorados pero indicativos de ser obra del siglo XV.
El balcón central sufrió trasformaciones posteriores, lo mismo que la puerta de acceso, pero conserva aún unos baquetones góticos estilizados, propios de fines de la Edad Media.
Los otros laterales del imponente torreón pétreo fueron perforados por grandes balcones diseñados por el arquitesto Casto Fernández Shaw cuando restauró toda la casa en 1933, siguiendo un estilo neomudéjar que se sirve del ladrillo.
Precisamente, el aspecto actual es resultado de los trabajos llevados a cabo en 1933, que remarcan sus características originales, y abren la puerta hacia la calle San Fernando, así como la anexión de los terrenos colindantes.
El edificio ha pasado posteriormente por varios usos, desde casa de vecinos hasta cuartel de la guardia civil, pasando por otras actividades culturales. Hoy su uso es de residencia privada.
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Las leyendas del palacio
La Casa del Marqués del Carpio guarda tras sus muros leyendas y rumores que han ensalzado más, si cabe, el interés que esta vetusta construcción despierta. Según relata Manuel Ramos Gil, se dice que el palacio «atesoró obras artísticas de incalculable valor, que habrían pertenecido al rey de Inglaterra, Carlos I». El marqués del Carpio se habría hecho con ellas a través del, por entonces, embajador español en Londres, don Alonso de Cárdenas. Entre las piezas, se habla de cuadros de artistas tan importantes como Rafael, Corregio o Tintoretto.
La leyenda más interesante que tiene como escenario esta casa fortaleza es, quizá, la que habla de que en esta morada «fue pintado por Velázquez su célebre cuadro 'La Venus del Espejo'», recoge el libro 'Casas señoriales de Córdoba'.
¿Y cómo cabó el ilustre pintor de 'Las Meninas' creando la citada obra en el palacio cordobés? «Cuando el marqués del Carpio accedió al cargo de primer ministro, mudó su residencia a la Villa y Corte de Madrid, de modo que a su casa de Córdoba solo acudía su hijo, don Gaspar de Haro, marqués de Eliche».
Este mantenía una relación con una célebre corista de la época, doña Damiana, y ambos daban rienda suelta a su pasión en la mansión de Córdoba. Haro amaba la pintura y se dice que fue él, que era sobrino-nieto del primer mecenas de Velázquez, el Conde-Duque de Olivares, quien encargó 'La Venus del Espejo' al artista sevillano (en 1951, se descubrió citada en un inventario de 1 de junio de 1651 en la colección particular de Gaspar de Haro y Guzmán). Así, la protagonista del cuadro sería doña Daminana, retratada en una de las estancias de la Casa del Marqués del Carpio.
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