Barbate, un año de la barbarie en una batalla sin tregua
Las muertes de los agentes David y Miguel Ángel evidenció la violencia de los narcos y la carencia de medios
Karim, el piloto de la 'goma', está ahora en la prisión de Ceuta, y solo queda uno por arrestar: El Hichou, otro marroquí
La orden que costó la vida a dos guardias civiles en Barbate: «Ya sabes quién ha estado aquí esta mañana, el ministro Marlaska»

La trágica historia del 9 de febrero de 2024 que ha quedado y quedará para siempre marcada en negro en la lúgubre crónica del narcotráfico de la provincia de Cádiz en realidad no empezó ese día. Esa historia comenzó algo antes. El 5 de febrero. ... Desde entonces el piloto de la lancha, el marroquí Karim El Baqqali y al menos otros tres tripulantes más, se encontraban fondeados en Sanlúcar de Barrameda, en la desembocadura del Guadalquivir, en labores de abastecimiento (según ellos) o de lo que fuera. Pero a los mandos de una semirrígida. Allí esperaban la orden pertinente para continuar con el plan que sus 'jefes' les hubieran mandado.
Pero el temporal les sobrevino. Y entonces, como suele ocurrir, arrancaron motores y decidieron ir hacia la costa de la Janda, hacia Barbate. Allí, otras lanchas como la suya se encontraban guarecidas en el muelle de la fuerte corriente y del tremendo oleaje que azotaba el temporal 'Karlotta' y que les impedía permanecer al pairo a más millas de la costa a la espera de ir a alijar. Una situación que se repetía, que se avisaba, que se veía y sabía. No era la primera vez ni ha sido la única que estas potentes 'gomas' se movían o se siguen moviendo de un lado a otro de la costa y los puertos de Cádiz para buscar un cobijo a la mala mar. Sin embargo, ese 9 de febrero la situación fue a más y terminó de las peores formas que puede acabar: con la muerte.
Con el fallecimiento de dos personas, de dos jóvenes agentes que cumplían con su trabajo al lado de la ley. David Pérez Carracedo, del Grupo de Acción Rápida (GAR), catalán pero con base en Pamplona y esos días comisionado en Cádiz, 43 años, casado y con dos hijos. Y Miguel Ángel González Gómez, agente del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS), de 39 años, nacido en San Fernando y padre de una niña. A ellos el choque contra una de estas embarcaciones les causó tales lesiones y heridas que no pudieron sobrevivir.
Sus otros compañeros que iban en la pequeña zódiac con la que fueron al encuentro de las 'gomas' resultaron heridos. Uno de ellos un cabo, al que se le tuvo que aplicar un torniquete de urgencia allí mismo en el pantalán porque se estaba desangrando. Un año después, todos los que estuvieron allí continúan muy afectados, e intentando superar todavía lo que vivieron.
La historia de la fatalidad
Como se recordará y así se ha ido reflejando en las diligencias y durante la instrucción de este caso, aquel 9 de febrero llegaron quejas desde Barbate a la Subdelegación del Gobierno por la presencia de hasta siete 'gomas' en su muelle. A partir de ahí se comenzaron a buscar recursos para 'echarlas'. Esa imagen, como tantas otras veces, molestaba mucho. Mandos de la Comandancia fueron haciendo llamadas y se organizó un dispositivo con ayuda del GEAS y el GAR ya que, en esos días, todas las patrulleras del Servicio Marítimo de Cádiz se encontraban inoperativas.
Se habló con Capitanía Marítima y se barajó la opción de poner una redes para impedir la salida de las lanchas, obligarles a que tocaran tierra e ir a pie a por ellos. Tampoco el Grupo Marítimo de Algeciras podía entrar. La mar no lo permitía. Al final se optó por lo que había y eso fue una pequeña zódiac del grupo subacuático de unos seis metros de eslora y sin ningún tipo de protección.
Y ocurrió y tal y como recoge el sumario del caso, es a las 20.25 horas cuando la embarcación policial se aproxima hacia las semirrígidas. Algunas de estas lanchas les pasan por al lado, les 'torean' y además reciben los vítores y aplausos de un nutrido grupo de jóvenes que se habían apostados en el puerto. Unos marineros veían la imagen desde su barco y no daban crédito. «¡Le va a dar, la va a dar!». Todo quedó grabado. Y así, una de ellas, la que más veces les rozó terminaba impactando. Según el atestado y las víctimas, fueron directos hacia ellos. Según los acusados y el piloto confeso Karim, intentó maniobrar para no darles pero no pudieron evitar el impacto.
Las consecuencias ya se conocen también. Se les ha dado muchas vueltas. Los vídeos comenzaron a inundar todas las redes sociales y los whatsapp al instante. La repercusión fue tremenda y más aún cuando se supo de la gravedad del asunto. Para muchos, sobre todo para aquellos que no ven esta lacra de tan cerca, era increíble que ocurriera algo así; para los que lo sienten como el fango en sus botas y en el día a día de historias que rozan ese riesgo, «se veía venir».
Las primeras detenciones se produjeron pronto. A las horas se localizó a los presumibles sospechosos; los que supuestamente iban en esa lancha 'asesina' y se dio un nombre: Kiko El Cabra, un linense con antecedentes que había pilotado planeadoras y que se había 'cultivado' en el contrabando de tabaco de la Verja. Las muestras tomadas sobre el terreno apuntaban hacia él, y hacia una narcolancha interceptada en la playa de La Hacienda, supuestamente abandonada tras los hechos.
Unos rastros de pintura, que tuviera dos antenas y cuatro motores y una posible geolocalización la situó en el foco. Se detuvo a El Cabra y a cinco personas más. Su entrada en los juzgados de Barbate se vivió entre la tensión, la indignación y el dolor. Ellos y sus familias insistían que no habían sido. «¿Cómo me voy a meter yo en un lío así? Me la juego... yo no estoy loco...», le decía este primer principal implicado a los agentes.
Y al final, tenía razón. Tras meses en prisión y varias declaraciones, el giro de la investigación de la Unidad de Policía Judicial de la Guardia Civil de Cádiz y de la Unidad Central Operativa (UCO) dio un giro radical. «En estos trabajos, si hay que corregir, se corrige». Los vídeos aportados por algunos de los detenidos, más el análisis exhaustivo y más nítido de las imágenes grabadas por la GoPro que llevaba uno de los agentes de la lancha, más otros testimonios de testigos y confidentes aportados junto a mensajes llevaban a la conclusión de que 'esos' no habían sido. Fue determinante también el vídeo grabado por Mustafá, el ciudadano marroquí inculpado hasta entonces.
Su propia voz se escuchaba en dicha grabación cuando le pedía al piloto que estuviera prevenido. «Cuídate Kiko, cuídate». En ese momento estaba observando cómo dos lanchas daban vueltas acosando a la zódiac de la Guardia Civil, una de ellas con una sola antena, tal y como asegura el informe policial que señala a estos otros 'nuevos supuestos culpables'. «De ese análisis se desprende que la narcolancha que atacó a la patrullera oficial tenía cuatro motores y una antena, mientras que la que fue intervenida también era cuatrimotor pero tenía dos antenas», expusieron literalmente.
La caída entregada de Karim
Y entonces ya había otro nombre sobre la mesa: Karim, un marroquí de Tánger que vivía en un pueblo pesquero del norte, Dalía, y que desde entonces, se mantenía en la sombra. Sus vínculos con el narco también eran premonitorios y así comenzó la búsqueda. Era el principal objetivo. Por su parte Kiko el Cabra y el resto siguieron imputados y en noviembre en sentencia de conformidad con la Fiscalía fueron condenados a dos años de prisión para tres de ellos por contrabando y pertenencia a organización criminal. Salieron en libertad.
La investigación no paró (ni ha parado todavía) y durante esos meses se preguntaba constantemente si ya habían caído. Pero Marruecos no es un lugar fácil para encontrar lo que se busca. Hay que tener en cuenta además que justamente de allí sale todo el hachís que provoca situaciones como la vivida. Es país productor, el primero del mundo. De hecho se sospecha que allí también se esconden otros grandes 'capos' de la droga que siguen prófugos como Abdellah El Haj Sadek El Menbri 'El Messi del hachís', o Kiko El Fuerte, entre otros. Y 'protegidos'.
De hecho, este periódico publicaba en julio una imagen de Karim disfrutando de una jornada de barco, junto a amigos. Los primeros días se escondió pero después se fue confiando... se le podía ver perfectamente por el puerto de Dalía en moto o también en fiestas con amigos a la plena luz del día. Las gestiones policiales continuaron, también la toma de declaraciones a contactos y de revisión de pruebas, y finalmente, Karim El Baqqali era detenido. El ya principal sospechoso se entregaba la tarde del 19 de septiembre en la playa de la Yerbabuena, en Barbate, en el mismo municipio de los hechos y, casualmente, donde se instruye la causa. Acompañado de su abogado tomaba esta decisión por la presión que ya estaba recibiendo y por las conversaciones que había tenido sobre 'qué iba a ser mejor'. Y, según lo visto, lo mejor y hablado fue reconocer que él era el piloto y que no fue su intención.
Que pedía perdón y que jamás habría querido algo así. «No soy un asesino, solo trabajo para mantener a mi familia». «Fue un accidente». Contó que llevaba embarcado un mes, que días antes se habían quedado fondeados en Sanlúcar y que el piloto les dejó tirados. Luego que tuvieron problemas mecánicos, que pidieron ayuda a sus 'jefes', se fueron a Barbate y allí permanecieron a la espera. Tras su declaración, Karim fue enviado inmediatamente a prisión provisional acusado de dos delitos de asesinato, cuatro de asesinato en grado de tentativa, seis de atentado, uno de contrabando y uno de pertenencia a organización criminal. Según fuentes penitenciarias, el pasado 31 de enero fue trasladado de la prisión de Málaga, donde pidió primero traslado desde Puerto III, a la de Ceuta.
En noviembre se daba un paso más y la Guardia Civil detenía a otros dos tripulantes de la narcolancha: Mohamed Laachiri, de 27 años, y Yassine El Morabet, de 26 años, también se entregaban. Según su versión, iban en la embarcación pero no tuvieron nada que ver echando toda la culpa al piloto. Como insistieron ellos fueron unos «espectadores». Ambos continúan en prisión provisional y, de momento, procesados por los mismos delitos que Baqqali. Ahora la investigación continúa cumpliendo diligencias judiciales y aportando los nuevos datos que se van solicitando. Además queda pendiente la detención del último supuesto sospechoso. Según fuentes consultadas se trataría de Abdennour El Hichou, otro ciudadano marroquí vinculado con el narcotráfico. Hichou es el mayor de los ocupantes de la narcolancha, 39 años. Los agentes sospechan que, como los otros, volvió a Marruecos donde permanece. Se le señala como el tripulante que llevaba el chaquetón fluorescente. Sobre él hay activa una orden de detención internacional.
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