La Alta Velocidad toca fondo en Andalucía con miles de viajeros atrapados
El tren que fue símbolo de la modernidad ha sufrido una docena de incidencias en este año mientras las explicaciones del Gobierno son insuficientes
El Gobierno habla de sabotaje y robo de cable mientras se producía un «enganchón» en una catenaria y la normalidad tardaba horas

Más de 10.3000 viajeros atrapados en una treintena de trenes en la línea de Alta Velocidad en Andalucía entre el domingo y ayer evidencian la crisis de la infraestructura de la que Andalucía presumía. Los trenes de Alta Velocidad que se estrenaron en 1992 ... coincidiendo con la Expo de Sevilla, supusieron una auténtica revolución en el transporte. Porque unían Sevilla con Madrid en poco más de dos horas (aproximadamente dos horas para ser exactos).
Fueron todo un símbolo de la modernidad y una novedad porque se eligió la capital hispalense para iniciar el mapa de la Alta Velocidad en España fomentando así la vertebración de Andalucía. Y eran muy veloces en comparación con los trenes a los que los andaluces estaban acostumbrados. Para cruzar Despeñaperros y hacer el trayecto que separa Sevilla de Madrid había que coger el Talgo que tardaba seis horas en recorrer los 540 kilómetros que separan la capital hispalense de la villa de Madrid. Y había otros trenes (como el expreso) que se demoraba aún más.
Sin embargo y pese a que el tren de Alta Velocidad supuso todo un adelanto y la vertebración de Andalucía, treinta y tres años después y cuando otros trenes similares llegan ya a otras comunidades autónomas, el corredor andaluz experimenta una profunda crisis. Desde hace varios años los retrasos, los parones y las averías son algo constante. Rara es la semana que no se produce un incidente.
Se trata de incidencias que suelen conocerse casi de manera inmediata. Pero se conocen porque los viajeros las cuelgan en las redes sociales. Como ocurrió con la de este domingo en la que hubo políticos o humoristas atrapados en esos trenes. Fue el caso del popular Juan Bravo o el Moranco César Cadaval que estaban entre los viajeros que se quedaron atrapados y que fueron narrando lo ocurrido en tiempo real.
Porque el Gobierno está teniendo una actitud de falta de transparencia en el asunto. Las explicaciones que se han dado son confusas y en parte contradictorias. Es verdad que el ministro Óscar Puente habló en sus redes sociales del tema pero las versiones que se han dado son poco claras. Habló de un intento de «sabotaje», y un robo de cable.
Según decía el ministro en la noche del domingo, coincidiendo con el retorno de miles de viajeros del puente de la comunidad de Madrid, habían sido cuatro robos de cable en distintos puntos en un radio de 10 kilómetros en la línea Madrid-Sevilla en la provincia de Toledo. Aseguraba que eran los sistemas de seguridad de la línea y que era algo muy grave. Luego hablaba de cinco robos en vez de cuatro.
Enganchón
Y luego se informaba de que además había una incidencia en los trenes Iryo con una catenaria. Se aseguraba que se había producido «un enganchón» que provocó que los viajeros tuvieran que ser transbordados a otro tren.
Además las informaciones que daban desde los canales oficiales eran contradictorias con las que ofrecían los viajeros. Por ejemplo el presidente de Renfe, Álvaro Fernández Heredia, anunciaba que estaban repartiendo comida y bebida, pero los testimonios de los viajeros hablaban de que habían repartido una sola botella de agua para todo el vagón.
Esa falta de transparencia se une a que no es la primera vez que ocurre. En los últimos tiempos (se puede hablar de años) las incidencias son muy frecuentes. Rara es la semana que no se produce una de ellas.
Para muestra un botón. Desde enero de este año hasta la última de ayer, se han producido al menos una docena de incidencias en estos trenes. Sólo hay que tirar de hemeroteca para comprobarlo. Ha habido retrasos, parones y otro tipo de averías el 20 de enero, el 6 y el 2 de febrero, el 11, el 19 y el 20 de marzo, el 9, el 14 , el 28 y el 30 de abril además de la del lunes.
Y no son las únicas. El pasado año también fueron constantes. De hecho la grave situación ha provocado que la propia Renfe modificara su compromiso de puntualidad para ampliarlo y así no tener que enfrentarse a miles de devoluciones del dinero por los retrasos. En julio del pasado año se endurecía ese compromiso. Si cuando el AVE empezó se devolvía el dinero cuando los trenes se retrasaban cinco minutos, ahora sólo se recupera lo pagado cuando la demora es de más de sesenta minutos. Entonces se recupera la mitad. Hay que esperar a 90 minutos de retraso para recuperarlo todo.
Se trata de un empeoramiento del servicio que se ha producido además coincidiendo con otras circunstancias. Cada vez son más los trenes que operan en el corredor de Andalucía que tiene sus líneas casi saturadas. En marzo de 2023 se acabó el monopolio de Renfe y entró en circulación la primera privada, Iryo. A ella se sumó en diciembre de 2024 la compañía de bajo coste, Ouigo.
Con todo ahora circulan por ese corredor alrededor de un centenar de trenes entre los dos sentidos: de Madrid a Andalucía y de Andalucía a Madrid. Los trenes se han abaratado mucho. De hecho según los cálculos la liberación de los precios ha provocado una bajada de las tarifas de los billetes de aproximadamente el 25 por ciento. Si antes un billete Sevilla-Madrid podía llegar a los cien euros en un día punta (un viernes o un lunes), ahora es posible encontrar trayectos desde 9 euros si se coge con tiempo.
Sin embargo ese abaratamiento ha ido aparejado a una continua devaluación del servicio. Las líneas están saturadas y además los trenes siguen siendo antiguos. Algunos de los trenes que circulan entre Sevilla y Madrid son los mismos que entraron en servicio en el año 1992 a los que Renfe ha sometido a una remodelación.
Se han invertido, según Adif más de 700 millones en la línea de Alta Velocidad en Andalucía para adaptarla y modernizarla, una tarea que lleva en marcha desde 2019. Se asegura que el 97 por ciento de esa inversión ya está realizada o en avanzada ejecución y que se completará en el año 2026. Se trata de una renovación que incluye, según dicen, poner la línea «a la vanguardia tecnológica» y que supone actuaciones de infraestructuras, vías, señalización con el sistema ERTMS, telecomunicaciones, electrificación, protección e integración en el entorno. Aunque se hace manteniendo el tráfico pero que acumula ya demasiados retrasos y hace que, en muchos casos, los trenes tarden más que los antiguos talgo.
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