DEpendencia
«Estoy pasando un quinario con la subvención de la Junta»
La Administración reclama a una octogenaria una ayuda para reformar el baño que justificó hace tres años, el mismo tiempo que lleva esperando que le abone la dependencia
a. r. VEGA
Sola, sin ayudas, con un marido ingresado en el hospital y una madre de 88 años que precisa atención las 24 horas del día, a María Ángeles Contreras le dio un vuelco al corazón el día que encontró en su buzón una carta de la ... Consejería de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía. La fatídica ley de Murphy de siempre: todo lo que va mal es susceptible de empeorar. Junto a las facturas de la luz y el agua que convierten la microeconomía doméstica en un sudoku, a su buzón llegó hace tres semanas un escrito dirigido a su madre, Filomena Brioso, y firmado por la jefa de Servicio de Rehabilitación y Arquitectura de la Delegación Territorial de Sevilla por el que le requería que justificase en el plazo de veinte días una ayuda de 1.500 euros que le concedió hace tres años para adaptar el rudimentario cuarto de baño de su madre a sus serios problemas de movilidad. De lo contrario, la maquinaria burocrática amenazaba con iniciar un procedimiento de reintegro.
En un hogar con tantas estrecheces, aquella carta provocó un tsunami. Tan devastador como extemporáneo. Porque, según relató María Ángeles Contreras, justificó la subvención en febrero de 2012. El 15 de febrero de 2012, para ser exactos, como refleja el sello oficial del Registro General de la Delegación de la Junta que aparece en la solicitud presentada ante la antigua Consejería de Obras Públicas que acredita la «entrega de factura de reforma de cuarto de baño». «No me lo podía creer, si yo había presentado la factura... ¿Cómo me la pueden pedir tres años después? No sé cómo vamos a pagarla. Me veo atada de pies y manos. No sabe el quinario que estoy pasando», se lamenta.
Hay detalles que no le cuadran. La carta está fechada el 19 de noviembre pasado, pero no llegó al domicilio de su madre en la barriada sevillana de Macarena hasta febrero, cuando había vencido el plazo para justificar el gasto de la ayuda dirigida a dependientes con pocos recursos. Con todo, esta ama de casa se plantó en la delegación. «Allí me dijeron que la factura no estaba grapada en el expediente y que el papel de haberla entregado no servía», alega. «Si la han perdido, no es culpa mía. ¿Qué hago? ¿La fabrico? No tengo copia», se queja. Asegura que un funcionario le explicó que «estaban llamando a mucha gente por este tema». Pero la factura no aparece. Como si se hubiera evaporado. Fuentes de la consejería explican que la factura de la obra no se encuentra porque lo que había presentado fue un presupuesto. En tal caso, ¿por qué hay un documento oficial que acredita que sí la entregó? Y, sobre todo, nadie aclara por qué ha tardado tres años en comprobarla.
Tres años. Nada menos. El mismo tiempo que lleva esperando que otra consejería de la Junta le abone la ayuda que tiene concedida su madre con cargo a la Ley de Dependencia, esa línea roja de las políticas sociales que la presidenta, Susana Díaz, señaló como infranqueable en su primer debate televisado. «Hasta hace pocos días, después de protestar por la reclamación de la ayuda, no me han pagado 1.500 de los 6.000 euros que deben a mi madre desde antes de 2012. Sabe lo que le digo -apunta al periodista-, que no me van a tapar la boca».
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