Curra en el caso de los ERE

Nacida en Sevilla en 1975, Ana Rosa Curra cuenta con una dilatada trayectoria judicial que le ha llevado a órganos variados y por distintas comunidades autónomas. Según fuentes del TSJA, ingresó en la carrera judicial en el año 2004, a los 29 años. «Era lista y buena estudiante», afirma alguien que la conoce de su época estudiantil y que destaca que tampoco le costó demasiado sacar la oposición.

Primero, durante un año estuvo adscrita al Alto Tribunal Andaluz. De allí pasó en 2005 a hacerse cargo de un juzgado de primera instancia e instrucción en Oporriño (Pontevedra), en el que estuvo tres años. Luego, en 2008, cambió Galicia por Cataluña y se trasladó al juzgado de primera instancia e instrucción de Vilanova i la Geltrú, en Barcelona, donde estuvo hasta 2009, cuando volvió a Sevilla. En la capital hispalense fue asignada en comisión de servicios al juzgado de lo Mercantil número 1. Y de ahí pasó al de instrucción 13, órgano el que ha estado trabajando durante dos años hasta que el pasado 3 de enero se incorporó al juzgado de instrucción número seis.

Pero esta JAD (como se denomina a los jueces de adscripción territorial) no parece tener mucho en común con la magistrada que destapó el caso ERE y tampoco, según cuentan, demasiado feeling. «Son estilos diferentes», dice un compañero. Si acaso Curra tiene como Alaya un «fuerte carácter», según admiten todos los que la conocen. Y es que esta mujer, casada y madre de dos hijos y que un día a la semana se lleva el trabajo a casa seguramente para estar más cerca de sus pequeños, dejó claro desde el primer día que ella no iba a ser menos que Alaya y que si su antecesora no pudo con todo el peso del trabajo, ella tampoco lo haría sin un apoyo. Y, de hecho, ha conseguido que el propio presidente del TSJA, Lorenzo del Río, se reúna con ella para explicarle la sobrecarga de trabajo que tiene ese juzgado y al día siguiente nombre a un juez de refuerzo.

«Trabajadora», «resolutiva» y «eficaz» son algunos de los adjetivos con los que la califican quienes han trabajado con ella, que aseguran que es más rápida y no tan «agonía» como su antecesora, a la que no le importaba que le dieran las tantas en el juzgado. Curra prefiere irse a su hora. El contraste con Alaya pasa por una diferencia de edad de más de diez años y un estilo mucho más casual que aquella. Si la instructora de los ERE iba siempre muy arreglada, Curra viste más informal, muchas veces con vaqueros y foulard, aunque también luce buena figura.

«Yo no voy a instruir siguiendo los dictados de Alaya», cuentan que ha dicho en privado. Es evidente que la nueva juez lo tiene claro.