Tezanos tergiversó los datos del 4-M ante el Congreso para tapar el sesgo en las encuestas del CIS
El sociólogo aseguró que su encuesta falló porque un 35% decidió su voto en el último momento. Fue el 8,4%
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Iniciar sesiónEl presidente del CIS, José Félix Tezanos , tergiversó los datos de sus encuestas sobre el 4-M ante el Congreso para tapar que el fallo en sus predicciones –auspició un empate entre bloques cuando el PP logró una victoria histórica– se debió ... al sesgo en la elección de los encuestados y la cocina de los datos. «En la campaña de Madrid, realmente, la proporción de los que han tomado la decisión en el último día o durante la jornada de reflexión es nada más y nada menos que un 35 o el 36 por ciento », sostuvo Tezanos en comparecencia ante sus señorías el pasado 16 de junio.
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El presidente del CIS señaló este elevado grado de indecisión como una de las causas de la desviación de sus proyecciones. Sin embargo, ninguna de las encuestas publicadas hasta ese momento por el organismo recogía ese 35-36 por ciento de indecisos. La preelectoral de marzo apuntaba que los votantes que aún no sabían qué partido escoger era del 20,2 por ciento y el estudio metodológico de abril situaba este nicho en el 13,8 por ciento, en la habitual progresión descendente ante la cercanía de las elecciones. El dato definitivo lo ha publicado el propio CIS la semana pasada, en la encuesta post-electoral, señalando que solo un 8,4 por ciento de votantes esperó hasta el último momento para decantarse. De este porcentaje, los que decidieron su papeleta en la jornada de reflexión fueron un 5,2 por ciento y los que escogieron candidato el mismo 4-M solo el 3,2 por ciento.
Argumentos inconsistentes
Desde el CIS aseguran que no hay tergiversación y se aferran a dos datos para intentar justificar el argumento de Tezanos. Aunque él se refirió en el Congreso literalmente a los «indecisos», sostienen que ese 35-36 por ciento se alcanza al sumar los encuestados que no sabían qué votar con los que dijeron no votar y los que no quisieron contestar. Sin embargo, a ninguno de estos nichos se le puede considerar «indeciso». Los encuestados que dicen no votar no tienen por qué haber votado finalmente y los que no quieren contestar pueden tener perfectamente su decisión tomada.
Para el investigador demoscópico y profesor del IEB Paco Camas esa argumentación difícilmente puede sostenerse. «Los encuestados que no contestan generalmente son personas que no quieren reconocer el voto, pero tienen claro a quien quieren votar y suele ser mayoritariamente a la derecha», apostilla. Pero incluso sumando a estos tres nichos no se sostiene la afirmación de Tezanos. En la encuesta de marzo la suma de «no sabe», «no vota» y «no contesta» se queda en el 28,5 por ciento, elevándose hasta el 29,4 por ciento en el estudio de abril, de forma inversa al descenso de la indecisión que se produce según se acercan las elecciones.
El otro dato que argumenta el CIS para justificar a su presidente es que en la encuesta de marzo un 25,6 por ciento de los encuestados dijo decidir su voto «unos días antes de las elecciones», un 4,8 por ciento señaló que «el día anterior a la votación» y un 6,1 por ciento respondió que «el mismo día de las elecciones». La suma de estas tres respuestas sí alcanza el 35-36 por ciento pero, como ya se ha mencionado, Tezanos justificó el fallo de sus encuestas en los que decidieron su voto el 4-M o el día antes, lo que no permitiría sumar a los que se decantaron con más antelación. No existió, por tanto, un 35-36 por ciento de indecisos en el último momento.
Desviación persistente
Lo que sí existió antes y después del 4-M es un pronunciado sesgo ideológico tanto en la elección de los votantes como en la llamada 'cocina' de los datos. Según la encuesta postelectoral del 4-M, los que dieron su voto al bloque de la izquierda (Más Madrid, PSOE y Unidas Podemos) fueron el 38,9 por ciento de los preguntados frente al 38,4 por ciento que eligió a partidos conservadores (PP, Vox o Cs), lo que pone de relieve que una abrumadora mayoría de los encuestados por Tezanos es progresista. «Según el CIS, las elecciones madrileñas las ganó la izquierda», denuncia con sorna el portavoz adjunto popular en la Comisión Constiucional, José Antonio Bermúdez de Castro, quien lleva meses exigiendo al sociólogo socialista que ponga fin al sesgo en su labor.
La autoubicación ideológica de los preguntados constata, de hecho, esta realidad que denuncia el PP. Siendo el 1 extrema izquierda y el 10 extrema derecha, el 57 por ciento se situaba entre el 1 y el 5 en el barómetro de mayo, mientras solo el 26,1 por ciento lo hacía entre el 6 y el 10 por ciento.
El investigador Paco Camas apunta, además, a una desviación en la 'cocina' de los datos. «Con los resultados que el CIS obtenía en sus encuestas para el 4-M, las cifras arrojaban una victoria clara del PP, nunca un empate técnico», asegura. El barómetro de mayo también es ejemplo de esta tergiversación, ya que recogía un porcentaje de voto directo del 19,7 por ciento para el PSOE y del 16 por ciento para el PP, pero esta diferencia de 3,7 puntos crecía hasta los 4,5 puntos al convertirse en estimación de voto. Aún mayor fue el sesgo del barómetro de junio en el que un empate técnico en voto directo –17,3 por ciento para PSOE y 17 por ciento para PP– mutó en una estimación de voto 3,5 puntos superior para los socialistas.
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