Aviso alarmante de la derecha a Sánchez

El reparto de culpas será cuestión interna en un socialismo conmocionado en los próximos días, pero hay algo evidente: ni las políticas de cesión del PSOE al separatismo catalán, ni la radicalización para convertirse en un sucedáneo de Podemos, han beneficiado al PSOE, que tras cuatro décadas ha sido visualizado por fin como un partido entregado a la corrupción, el enchufismo y el nepotismo. Los clásicos resortes de voto cautivo han fallado al PSOE de modo inmisericorde, y perder 14 escaños de 47, para un partido que llegó a tener 66, es demoledor.

Sánchez lleva semanas jugando al despiste sobre la convocatoria de elecciones generales . Bien. Hoy ya debe ser plenamente consciente de que cuanto más se mantenga en la Moncloa con el sustento de 84 escaños, con un discurso buenista respecto a Cataluña, y con una dosis almibarada y no creíble sobre las políticas sociales que no cala entre la opinión pública, más deterioro sufrirá la marca electoral del PSOE. Andalucía era para el PSOE como un sagrario intocable. Fue 40 años su feudo de superioridad moral. Hoy en cambio está a merced de otros partidos para una gobernabilidad que se antoja imposible. El vuelco ideológico se produjo por fin en Andalucía.

Pablo Casado, en la primer aprueba de fuego de su recién estrenado liderazgo, ha salvado los muebles con un candidato en el que ni siquiera creía el PP. No hubo «sorpasso» de Ciudadanos, porque una vez más el partido de Rivera ha sido sobredimensionado en los sondeos. Nadie contaba con Juan Manuel Moreno… y los números cuadran para que pueda ser presidente de la Junta, en un relevo histórico. Casado apretará lo posible, y lo imposible, para que sea así, y no se produzca un bloqueo que abocase a Andalucía a repetir elecciones. En su derrota, Casado es el triunfador. Los recovecos de la Ley D´Hondt.

Rivera está ante una compleja situación que, no obstante, ya ha repetido en Madrid, Murcia, Castilla y León o La Rioja a favor del PP. Como tercer partido carece de opciones de gobernar, pero sí tiene en su mano proclamar presidente a Moreno si Vox accede a negociar la investidura, lo cual parece probable porque el efecto sería poner fin a un mandato socialista en el «cortijo» del PSOE.

A la izquierda le ha salido el tiro por la culata con una reivindicación constante de Vox durante toda la campaña con tal de dividir el voto de la derecha en su propio beneficio. El error de Díaz ha sido determinante. Ni ella y su equipo contaban con una abstención que en Andalucía solo puede traducirse en un desplome brutal del PSOE, ni el PP ha acertado al pensar que cualquier fuga de su voto iría con destino a Vox… Algo no cuadra de una primera lectura de los resultados, y es factible que un amplio votante tradicional de la izquierda se haya recluido en Vox, sobre todo en Andalucía Oriental. Vox ha dinamitado las elecciones andaluzas, y quienes sostenían que el reparto a favor de ellos provendría del desgaste del PP no ha acertado de lleno.

Por parte de Ciudadanos, el enorme crecimiento de escaños no se traslada, paradójicamente, en un triunfo emocional. Tendrá que tomar la decisión de ser un subalterno de lujo que contribuya a la gobernabilidad del PP aceptando muchas de las condiciones que imponga Vox. No será fácil, pero tampoco imposible, si se percibe como una prioridad la necesidad de que el PSOE pase a la oposición. Si Vox y Ciudadanos finalmente impiden un cambio de gobierno, cuadrando los números, como así es, se arriesgan a sufrir un castigo en Andalucía en las próximas elecciones autonómicas y municipales. Su análisis no será sencillo porque el gran beneficiado será el PP.

Desde un punto de vista del fondo, la eterna Andalucía de izquierdas se ha diluido. No midió bien el PSOE el hartazgo ciudadano con la deficiente política en materia educativa, de sanidad o de impuestos. La derecha se ha revelado de forma dispersa… pero rebelado frente a un régimen basado en el abuso sistemático del poder. Sánchez sabe ya que pisa un terreno pantanoso. Andalucía no era una pieza negociable para el PSOE. Pero es culpable del terremoto y lo será del efecto contagio que pueda producirse en el resto de España contra el PSOE.