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Notable acción de gobierno, «mejorable» su comunicación política a la ciudadanía

Pasado el margen de los cien días y en pleno huracán de medidas y noticias, ABC recaba la opinión de varios expertos sobre cómo está enfocando el Ejecutivo su acción informativa: «En situaciones de crisis se transmite información por cada uno de los poros y en este momento el sudor es evidente»

ÉRIKA MONTAÑÉS

Cruzada la barrera de los cien días de bula que se concede a todo Ejecutivo, la acción de gobierno ha promovido la mayor cantidad de medidas, iniciativas y decretos leyes que se hayan encauzado en este lapso temporal en toda la democracia española. Concurren las dificultades que está atravesando España y la complejidad que requiere sortear la coyuntura económica, en un contexto global y también de alternancia política al frente del país. Tres expertos en Comunicación Política y Opinión Pública del país analizan cómo se ha gestado la comunicación a la ciudadanía de esta cascada de medidas , partiendo todos ellos de la premisa de que el primer paso que se pide a un Gobierno es que tome las riendas con determinación y tenga propuestas para solventar problemas existentes. Y, en este caso, coinciden en que así ha sido. Sin pegas hacia la «acción de gobierno», resaltan como principal factor positivo del Ejecutivo que desembarcó el pasado mes de diciembre en La Moncloa que «no vende falsas expectativas, no especula sobre el futuro plazo , no especula con anuncios sobre fechas que luego no se cumplirán, ni con brotes verdes», colige el subdirector del Máster de Comunicación Política y Corporativa de la Universidad de Navarra, Jordi Rodríguez Virgili , que añade: «Están siendo claros en que se tiene que tomar medidas y a su favor también juega que se trata del Gobierno con los perfiles de ministros más preparados y solventes de la democracia para abordar este complicado momento, no creen en el optimismo genético» que sí presentaba el Ejecutivo anterior. El Gobierno de Mariano Rajoy «reconoce la crisis públicamente, aunque en numerosas ocasiones esas manifestaciones de sinceridad también podrían generar más desconfianza de los mercados», valora el profesor de Comunicación Política de la Universidad Pontificia de Salamanca, Jorge Santiago .

Dice Manuel Villoria , catedrático de Derecho Público y Ciencia Política de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, que si se puntúa al Gobierno con todas sus variables, «empezó su andadura con notable alto, con el nombramiento de un Gobierno que dio imagen de seriedad y competencia muy elevada, con mensajes claros sobre la dificultad de los tiempos y que dejaron a la ciudadanía dispuesta a aceptar los recortes».

Punto de inflexión en la comunicación

¿Dónde estaríamos ahora, falla algo? La pasada semana fue una de las más duras en lo que a comunicación del Ejecutivo popular se refiere, en términos comunicativos estrictamente. Moncloa informó en una nota de prensa de que era preciso aprobar una nueva batería de medidas de ajuste, que contengan el gasto público en alrededor de 10.000 millones de euros. En un día aciago de turbulencias en los mercados y la prima de riesgo por encima de los 400 puntos, el presidente del Gobierno se vio cercado en los pasillos del Senado por una nube de periodistas. No lo esperaba, dicen que tampoco sus asesores le avisaron. Preguntados varios diputados populares por la proyección de esta imagen pública, afirman que siempre que hay problemas, se acude al «mantra» de que la comunicación por parte del Gobierno no se está aplicando bien.

«En parte es así -infiere el profesor Rodríguez Virgili-, pero la sensación que se percibe ahora por parte de la ciudadanía es que tenemos ministros solventes, volcados en resolver la crisis y muy centrados en tomar medidas aunque sean impopulares, si bien la comunicación no está funcionando. El mismo Gobierno ha dicho que tiene que comunicar mejor, los hechos comunican pero lo que parece es que no tienen en consideración que la comunicación tiene que estar también en la propia raíz de la toma de decisiones, en el corazón de la acción de gobierno».

A juicio de Santiago, y habla de Crisis en mayúsculas, lo que ocurre es que no hay una unidad en el mensaje, ni firmeza en la manera y forma de transmitirlo. «Se observa una tendencia al nerviosismo y en situaciones de Crisis se transmite información por cada uno de los poros y en este momento el sudor es evidente », dice recurriendo a la metáfora.

«Cuando se tiene la legitimidad de este Gobierno, los problemas no pueden superarle»

El docente de la Universidad madrileña concibe que el punto de inflexión en el buen hacer comunicativo comenzó cuando se observó al Gobierno meterse en «politiqueo» , con tensiones internas sobre cómo ganar en Andalucía o con mensajes diluidos. Por recomendación del profesor Villoria, el Ejecutivo tiene que apartarse de esas contradicciones políticas, porque «con mayoría absoluta y las ideas claras, tiene que transmitirlas y tomar las decisiones coherentes con ello». «Cuando se tienen las ideas claras y la legitimidad de este Gobierno, los problemas no pueden superar al gobernante . Hay que tomar decisiones coherentes y esperar que los ciudadanos lo entiendan a medio plazo».

¿Quién es la voz de este Gobierno?

Sobre el reparto de papeles en el Ejecutivo a la hora de comunicar y quién ejerce o no como altavoz, los analistas del gremio no acaban de ver definidos los roles. El Gobierno, además, tiene que adaptar su mensaje a los distintos públicos que le escuchan y que no son sólo los mercados, sino también los ciudadanos, por lo que un lenguaje muy técnico no ayuda, agrega Rodríguez Virgili. Hay quien se plantea que la secuencia de hechos que se ha dado en ocasiones (declaración aislada de un político como los ministros Luis de Guindos o Cristóbal Montoro, el aparente debate interno en el seno del PP y el Ejecutivo, y finalmente el anuncio de la noticia a la población) puede ser desde una intentona para «probar cómo recibe la ciudadanía un globo sonda» a un «desastre» comunicativo o «una falta de una estrategia y plan para comunicar la medida específica». En todo caso, consensuan los tres expertos, desprende un aura de cierto «desconcierto e improvisación» para el ciudadano. Jorge Santiago sostiene que «el Gobierno requiere de una posición de fuerza informativa en donde de forma enérgica vaya comunicando a los ciudadanos las medidas adoptadas y las consecuencias más inmediatas que tendrá cada una de ellas. La adopción de una medida por sí misma no soluciona un problema si el problema es social y la sociedad no entiende el alcance. Ha de destilar autoestima, mostrar fuerza ante el país, debe haber una única voz que informe, que explique lo que acontece y describa de manera didáctica a los españoles el porqué de las medidas. El pueblo apoyará al Gobierno en sus medidas si el pueblo entiende las medidas , las cree necesarias y comprende su urgente aplicación».

También piensa así el profesor de Navarra, que tilda de «mejorable» la comunicación política del equipo gubernamental y que censura sobremanera que dirigentes del partido sean los que desmientan anuncios del Gobierno, como ocurrió con Carlos Floriano ante el anuncio del ministro De Guindos sobre el copago, o incluso sobre si Moncloa estaba informada o no del viaje del Rey a Botsuana. « El ciclo noticioso es continuo , no es el viernes o un día a la semana en el que Soraya Sáenz de Santamaría comparece tras el Consejo de Ministros, no hay un programa sobre la presencia coordinada de pesos pesados del Gobierno durante ese ciclo noticioso, que es cada vez más corto », analiza de manera minuciosa.

Opinan los expertos que el pueblo sí acaba viendo a medio plazo la necesidad de las medidas

¿Debería ser el presidente del Gobierno quien ponga rostro y voz a las iniciativas? «El presidente debe aparecer en público cuando la situación lo requiera. No por aparecer mucho se comunica mejor» , completa el profesor de Salamanca, aunque también aconseja que los ciudadanos tengan muy clara «la referencia personal e institucional de su canal de información. La diversidad de voces genera diversidad de opiniones y la diversidad de opiniones deriva en desconcierto, confusión y poco entendimiento». A Rajoy le pide que «no deje sin palabras a quienes sirven de cauce con la sociedad, que son los periodistas y tenga aplomo como suele mostrar porque esconderse no es una solución, ni para ganar tiempo, porque es síntoma de improvisación». Concuerda Manuel Villoria en que el gallego «no tiene que dar ruedas de prensa continuas , debe comunicar en la televisión claramente cómo está la situación, qué se puede hacer y qué se va a hacer. El presidente debe explicar claramente la situación y sin dilación las medidas. Y todo el Gobierno debe apoyar el mensaje del presidente».

Los tres no consideran que darse la vuelta ante periodistas le vaya a pasar factura o que sea algo más que una anécdota porque «en un año nadie se acordará del tema», aclara Villoria, aunque «lo peligroso» es, a juicio de Rodríguez Virgili, la imagen que transmitió de qué miedo puede haber detrás del gesto. «Si no, no iría más allá» . Y es que el profesor de Navarra sí piensa que deba haber una «mayor exposición pública» del máximo mandatario debido a que «la situación lo demanda». «El Gobierno tiene que concretar qué cosas va a contar el presidente, en qué escenario, con qué voz y coordinado ese mensaje con los ministros. Si no, se incurre en la imagen de descoordinación. Hay decisiones importantes que deben ser transmitidas por la voz más autorizada y ésa es la del presidente del Gobierno».

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