Teresa Ribera, una convencida de la transición ecológica para cambiarlo «casi todo»

Tiene un gran prestigio en los foros internacionales, pero en España ha generado numerosas polémicas, como con Doñana

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Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica JAIME GARCÍA

Teresa Ribera continuará en el nuevo gobierno que está diseñando Pedro Sánchez, lo que confirma que esta madrileña de 54 años es uno de los pilares del presidente del ejecutivo, ya que es una de las pocas ministras que se ha mantenido desde el primer ... gobierno.

Licenciada en Derecho por la universidad Complutense de Madrid y diplomada en Derecho Constitucional y Ciencia Política por el Centro de Estudios Constitucionales, pertenece al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado desde 1995. Ha sido profesora del Departamento de Derecho Público y Filosofía de Derecho de la universidad Autónoma de Madrid. Está casada con Mariano Bacigalupo, consejero de la CNMV desde hace 14 meses. Anteriormente lo fue de la CNMC, precisamente en temas energéticos, lo que provocó las críticas en el sector.

Comenzó su carrera como alta funcionaria en el departamento de Cambio Climático cuando Jaume Matas (PP) era el ministro de Medio Ambiente (2000-2003). Cuando Cristina Narbona es ministra de Medio Ambiente (2004-2008) con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero la nombra directora de la Oficina Española de Cambio Climático y posteriormente asumió la Secretaría de Estado de Cambio Climático (2008-2011).

Antes de ser nombrada ministra para la Transición Ecológica en 2018, dirigió el Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI), un potente' think tank' francés, cuyo papel fue muy relevante para la consecución del histórico Acuerdo de París.

LOS PERFILES DEL NUEVO GOBIERNO DE SÁNCHEZ

La hasta ahora vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica es la encargada de sacar adelante la transición energética, uno de los principales escaparates de Sánchez. De hecho, Ribera cuenta con un gran prestigio internacional en el sector energético donde uno de sus mayores éxitos fue conseguir la denominada excepción ibérica, mecanismo que limita el coste del gas que se utiliza para generar electricidad. Este sistema abarató el precio de la electricidad un 18% durante su vigencia.

Sin embargo, recientemente ha sumado un fracaso al verse superada por Francia en la reforma del mercado eléctrico europeo, donde su propuesta fue derrotada. Ribera no pudo liderar la reforma a pesar de que nuestro país preside por turno la Comisión Europea.

Hay una anécdota que le gusta contar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. La primera vez que asistió a una Cumbre del Clima, él era el desconocido y Teresa Ribera la 'estrella'. «Todo el mundo preguntaba que quién era ese que estaba al lado de Ribera», recordaba el líder del Ejecutivo hace unos meses. La proyección internacional de la vicepresidenta en materia climática y un creciente perfil político cultivado en la última etapa de la pasada legislatura habían hecho de la madrileña una fija en todas las quinielas para el nuevo Gobierno.

Teresa Ribera es de la opinión de que hay que «transformar casi todo» en apenas una década para hacer frente al cambio climático. De forma inmediata, entre los retos de la titular de medio ambiente estará el de reconciliar las dos almas de la transición ecológica: acelerar el despliegue de las energías renovables (la UE aspira a triplicar la potencia instalada para 2030) y a la vez hacer frente a una contestación cada vez mayor de los territorios, de los científicos y de los grupos ecologistas ante una expansión no siempre bien planificada y con fuertes impactos en los ecosistemas y en el paisaje. A la conflictividad se sumará también el sector pesquero, ya que en esta legislatura deberían comenzar las subastas para la eólica marina.

Además, España todavía debe cerrar los procedimientos de infracción ambiental abiertos por Europa. Es el caso de la multa que el Estado lleva pagando desde 2018 por no depurar bien sus aguas, a la que podrían sumarse otras nuevas. También hay un procedimiento abierto por la presencia de vertederos ilegales y hay mucho que mejorar en el sistema de reciclaje, ya que España va camino de incumplir los objetivos marcados por la UE para 2030. A ello se añade el necesario entendimiento medioambiental con comunidades dirigidas por gobiernos de diferente signo político, como Andalucía para la conservación de Doñana, o Murcia por el Mar Menor, crisis en las que Ribera se ha mostrado implacable.

Entre las tareas pendientes para está legislatura está revertir la pérdida de biodiversidad y restaurar los espacios degradados, promover el equilibrio territorial para repoblar la 'España vaciada' o la instalación de la infraestructura necesaria para impulsar el coche eléctrico. De Transición Ecológica también depende la aprobación del plan que definirá el futuro de los residuos radiactivos tras el cierre de las nucleares. Todo apunta a la renuncia del almacén temporal centralizado de Villar de Cañas a favor de la instalación de siete mini almacenes al menos hasta que en 2073 haya un almacenamiento geológico profundo.

Quienes conocen a Ribera la definen como una mujer tenaz e incombustible. Una convencida de la transición ecológica que comenzó en el Gobierno con un perfil más técnico por sus amplios conocimientos sobre las implicaciones del cambio climático.

En el plano nacional no ha dudado en aplicar medidas polémicas en los últimos cinco años, a pesar de cosechar las críticas y la oposición de amplios sectores, como ocurrió con la ley de cambio climático (la primera de esta clase en España) y el final de los coches de combustión, el cierre de las nucleares, la ley de residuos (con impuesto al plástico incluido), el veto a la caza del lobo en toda España o las nuevas reglas del trasvase Tajo-Segura. La posición de la ministra es bien conocida en este sentido: hay que ajustar el consumo del agua disponible, lo que conlleva límites al regadío y búsqueda de fuentes alternativas, lo que le ha llevado al enfrentamiento con los regantes en varias ocasiones.

Donde más brilla es en el plano internacional. Sus dotes negociadoras la han llevado a ser nombrada «cofacilitadora» de la ONU en las últimas cumbres del clima, un puesto clave para forjar acuerdos entre casi 200 países. En la UE, logró sacar adelante la «excepción ibérica» para el precio del gas, pero también ha tenido que ceder más recientemente en la reforma del mercado eléctrico.

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