La neurotecnología se instala en el cerebro inversor

Los avances investigadores han puesto esta disciplina en el foco de las empresas innovadoras, un millonario negocio en el que España busca su lugar a pesar de algunas limitaciones estructurales

Madrid hará del Zendal un hospital de referencia en la salud del cerebro

Aún estamos en las etapas iniciales de lo que promete ser una revolución en el cuidado de la salud

Es uno de los campos de batalla tecnológicos de nuestros días. El cerebro, ese órgano tan complejo como enigmático, se ha convertido en el objeto de estudio de numerosas empresas e investigadores con el propósito de alumbrar soluciones innovadoras que permitan entender y tratar enfermedades ... neurológicas, aliviar el dolor crónico o detectar precozmente el deterioro cognitivo… en definitiva, aumentar el bienestar de las personas. La neurotecnología, como se denomina a la disciplina dedicada a comprender el cerebro y crear tecnologías que interactúen con él, vive un meteórico desarrollo en los últimos años y ha cosechado resultados asombrosos con potencial de beneficiar a millones de pacientes diagnosticados de distintas afecciones.

Si bien está presente en la clínica desde hace más de siete décadas y hoy en día son comunes soluciones como los marcapasos o las prótesis cocleares, los avances en torno a la inteligencia artificial y el aprendizaje automático han contribuido a hacer realidad escenarios que antaño parecían de ciencia ficción, como que los usuarios controlen dispositivos electrónicos gracias a interfaces cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés).

Estamos a las puertas de una revolución en la neurociencia, no exenta de retos éticos y regulatorios, pero que abre infinidad de oportunidades tanto desde la perspectiva científico-médica como desde el punto de vista económico. Las estimaciones para el sector a nivel global dibujan un crecimiento continuo en una década, al pasar de un valor de mercado de 12.820 millones de dólares en 2022 a 38.170 millones en 2023, según Precedence Research.

Neuralink, de Elon Musk, especializada en implantes cerebrales con fines terapéuticos, es un ejemplo del apetito inversor que suscitan este tipo de proyectos: el año pasado cerró una ronda de 280 millones de dólares liderada por Founders Fund, el fondo de capital riesgo cofundado por Peter Thiel, después de haber recibido la autorización de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos para realizar ensayos clínicos en humanos. En 2024, la compañía fundada por el magnate, la más mediática dentro de este ámbito, ha implantado su chip a dos hombres con tetraplejia, que tras la operación han sido capaces de controlar el cursor del ordenador con su mente.

La competencia es feroz. Uno de sus máximos rivales, Synchron, ha adquirido una participación minoritaria en el fabricante alemán Acquandas con el fin de prepararse para incrementar la producción de su interfaz cerebro-computadora y así afrontar la demanda comercial que prevé a futuro. Mientras, ya ha logrado hitos como que un paciente de 64 años con esclerosis lateral amiotrófica utilice sus pensamientos para disfrutar de la función Tap to Alexa, que permite interactuar sin hablar, solo con tocar los mosaicos en pantalla. Con su mente enciende y apaga las luces, hace videollamadas o compra artículos en Amazon.

A lo largo y ancho del planeta, las empresas están invirtiendo en este suculento nicho llamado a impactar de forma positiva en la vida de las personas. «A día de hoy las que tienen un ratio beneficio/riesgo mejor son las aplicaciones médicas para restaurar, rehabilitar funciones perdidas o afectadas por lesiones o neurodegeneración», asegura Ander Ramos, investigador de Salud de Tecnalia y experto en neurotecnología. Hablamos de recuperar la movilidad tras un ictus o una lesión medular, disminuir las crisis epilépticas o de dolor crónico, controlar hormonas a través de estimulaciones de nervios específicos… No duda en afirmar que puede suponer un cambio de paradigma en la medicina, aunque tardará en llegar a la práctica habitual por la regulación, la adopción lenta de los profesionales clínicos y los vaivenes en la financiación de este tipo de tecnología.

Consciente de sus fortalezas, nuestro país lucha por consolidarse como un actor clave del ecosistema. «Hay empresas que llevan ya varias décadas (Bitbrain o Neuroelectrics) y lo que se está viendo, al igual que en otras geografías, es un incremento significativo en la creación de 'deep tech' en este campo (Inbrain, Fesia, Brainfocus, Mjn, Biometriks…), lo cual es un indicador del potencial e interés que despierta en inversores y emprendedores», dice.

Pros y contras

Si de algo puede presumir España es de su tejido humano, resalta el experto: «Por un lado, personas muy dispuestas a participar en estudios para ayudar al avance de la ciencia y, por otro, profesionales clínicos de una calidad excelente a pesar de los recortes». Ambos factores resultan capitales en los ensayos clínicos. «A nivel calidad-precio somos punta de lanza», sostiene. En talento científico-tecnológico no nos quedamos atrás: «Profesionales preparados aquí han seguido formando generaciones que han generado conocimiento y algunas incluso han creado empresas del sector, mientras que otros han salido al extranjero para continuar creciendo y son líderes mundiales en diferentes ámbitos de este campo».

A ello se añaden nuestros centros tecnológicos, como Tecnalia, «que ayudan en la transferencia tecnológica a universidades, startups y clínicas privadas que empiezan a ser los 'early adopters', y también pymes que son ágiles, lo que nos permite tener capacidades altas en todos los eslabones necesarios de la cadena de valor».

Sin embargo, España sufre carencias que limitan su posicionamiento en el tablero internacional: «La sobresaturación asistencial de los profesionales clínicos que no dan abasto y no pueden dedicar mucho tiempo a la investigación o a testar y adoptar nuevas tecnologías en su práctica clínica habitual hace que muchas veces las empresas o investigadores salgan para dar esos pasos a países con una tradición más innovadora, como Alemania, Austria o Países Bajos».

El acceso a recursos económicos es el otro lastre que aún afecta al desempeño nacional. «La financiación es escasa. La pública a nivel de becas, ayudas o créditos blandos es baja y a veces con condiciones limitantes sobre todo para las empresas emergentes y, a nivel fiscal, se han hecho progresos con la Ley de Startups, pero aún nos queda camino por recorrer», advierte. El experto añade que en las instituciones de donde salen las startups la política interna para favorecer el emprendimiento está a menudo «anticuada», por lo que no lo fomenta ni para los emprendedores ni para la financiación pública o privada necesaria para su creación y desarrollo.

Así las cosas, «la comparativa con los mejores nos saca los colores», pero respecto a otros países «podría ser peor». Insiste el experto en que tenemos unos «mimbres excelentes, que si los sabemos orientar y apoyar desde lo público y lo privado nos pueden convertir en jugadores titulares en la 'champions league' de esta revolución».

En la actualidad este segmento se encuentra en un punto de expansión acelerada, aunque hay quienes invitan a la prudencia. Elena Muñoz, profesora titular de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC y coinvestigadora principal del NeuroADaS Lab, subraya la importancia de «trabajar con calma», de modo que todos los pasos que se den tengan una sólida evidencia científica, así como de que los progresos se combinen con tratamientos que se han demostrado eficaces, como la psicoterapia o la estimulación cognitiva con neuropsicólogos.

Como parte de su compromiso con la transferencia, NeuroADaS Lab ha alumbrado una spin-off, UNNE Instituto de Neuroestimulación, de la que Muñoz es directora científica, cuyo fin es ofrecer a los pacientes la posibilidad de beneficiarse de un tratamiento innovador basado en la neuromodulación no invasiva para mejorar sus déficits físicos, cognitivos y emocionales. Abordan daño cerebral adquirido (ictus y traumatismos craneoencefálicos), enfermedades neurodegenerativas (Alzheimer), ELA, esclerosis múltiple y alteraciones emocionales, como depresión, ansiedad o trastorno obsesivo compulsivo.

La spin-off de la UOC UNNE Instituto de Neuroestimulación, cuya directora científica es Elena Muñoz (en la imagen), está especializada en neuromodulación no invasiva para el tratamiento de patologías en las que existe una alteración de la actividad cerebral

«Con estas técnicas modulamos la actividad cerebral alterada, con lo que conseguimos restaurar el funcionamiento del cerebro y una mejoría de la sintomatología que se mantiene a largo plazo. Por ejemplo, los datos científicos indican que el 60% de los pacientes con depresión que han recibido previamente dos tratamientos farmacológicos sin éxito mejoran cuando hacen neuromodulación», comenta.

España alberga centros de investigación de renombre, así como talento altamente cualificado en neurotecnología, pero la profesora considera que en el plano empresarial todavía estamos a años luz de Estados Unidos. «A nivel de investigación nos situamos a la par del resto de Europa, ya que contamos con grupos potentes en neuromodulación y profesionales que aparecen en las guías internacionales de uso de estas técnicas», valora. Entre las iniciativas puestas en marcha por nuestro país, menciona la Red Española de Estimulación Cerebral (Redestim), con financiación del Ministerio de Economía, que busca conectar equipos nacionales de investigación a través de eventos, charlas y seminarios.

Losa burocrática

Lo complicado es el salto del laboratorio al mercado. Por su experiencia, Muñoz afirma que en nuestro país el emprendimiento es difícil por la burocracia. «Es una carrera de obstáculos más que una autopista», sintetiza en este sentido. «En España hay un problema con la inversión en investigación y transferencia. Gran parte del desarrollo de un país está ligado a ello aunque ningún partido político parece que lo tenga claro», lamenta.

De la Universidad de Zaragoza surgió otra compañía que está abriendo camino en la neurotecnología como es Bitbrain, que echó a rodar en 2010. Sus dispositivos miden las señales eléctricas que emiten las neuronas al comunicarse mediante sensores colocados encima de la cabeza. «Es como poner un micrófono en la cabeza para escuchar a millones de neuronas a la vez, siendo la principal ventaja que se trata de una tecnología segura y muy poco invasiva para el usuario. Además, está diseñada para no expertos», explica María López, cofundadora y CEO. Gracias a 'escuchar' al cerebro pueden diagnosticar enfermedades neurológicas o incluso tratarlas, algo que, al ser aparatos fáciles de usar, se puede empezar a hacer en casa del paciente, reduciendo costes y listas de espera en los centros de salud.

La inteligencia artificial es un elemento clave de su modelo. «Cuando estás en un hospital o laboratorio, los registros se realizan de forma que no haya otras señales que interfieran pero, en un entorno no controlado como puede ser el hogar del paciente, es muy difícil saber si el dispositivo está midiendo el cerebro u otras cosas. La IA nos permite seguir obteniendo buenos resultados pese a que la señal cerebral se mezcle con otras», detalla López, que subraya que también les permite automatizar diagnósticos que antes se llevaban a cabo estudiando a mano las señales cerebrales o personalizar tratamientos.

Bitbrain, cofundada por María López (en la imagen), se creó en 2010 como una spin-off universitaria. Sus dispositivos tienen una gran usabilidad fuera de un laboratorio u hospital sin renunciar a la calidad médica

La cofundadora de Bitbrain, colaboradora habitual del think tank 'Future Trends Forum' de la Fundación Innovación Bankinter, es optimista respecto a lo que está por venir: «Según datos de la Unesco, en 2010 la inversión global en neurotecnología era de aproximadamente 330 millones de euros y en 2022 ya sobrepasaba los 7.200 millones, es decir, en doce años se ha multiplicado por 22. Las expectativas de crecimiento en la industria siguen siendo a ese ritmo o incluso superior».

De lo prometedor que es el futuro de la neurotecnología y de todo lo que puede aportar a la sociedad es un gran conocedor Álvaro Medrano, fundador y CEO de Bitsphi Diagnosis, una empresa dedicada a la psiquiatría computacional que aspira a transformar el estándar del neurodiagnóstico. ¿Cómo? Mediante la creación de soluciones basadas en actividad de electroencefalografía usando patrones de conectividad cerebral. Con un equipo multidisciplinar de neurocientíficos, ingenieros, psicólogos y psiquiatras, la firma combina la investigación e innovación en neurociencia con técnicas de inteligencia artificial para encontrar patrones de conectividad cerebral normativos y atípicos, ayudando así a diagnosticar deficiencias cognitivas.

La primera aplicación clínica de Bitsphi Diagnosis es el diagnóstico del TDAH, aunque aspiran a trasladar su modelo a otros trastornos mentales

«Cuando le presenté el modelo al profesor Fernando Maestú me dijo que efectivamente lo que le estaba contando resuelve muchas deficiencias de modelos ya conocidos», recuerda Medrano. Su primera aplicación clínica se concreta en un test de diagnóstico del TDAH que consiste en completar una tarea cognitiva virtual de 20 minutos, matematizada por un modelo desarrollado por el fundador de la compañía. Durante ese tiempo, el individuo lleva un gorro que consta de 64 electrodos semisecos que registran su actividad cerebral. «Con estos datos, usamos algoritmos propietarios y enviamos un informe detallado al doctor para ayudarle a tomar una decisión», precisa Ana García, COO de la firma y finalista de los Women Startup Awards 2024. Este planteamiento se traduce en diagnósticos más rápidos y objetivos, además de mitigar los problemas asociados a falsos positivos y falsos negativos.

Bitsphi Diagnosis ha llevado a cabo un ensayo clínico con 170 sujetos en el Hospital Universitario Puerta de Hierro y el siguiente lo iniciará a mediados de 2025, con una duración estimada de un año, por lo que la compañía cree que a finales de 2026 obtendrá el marcado CE y para en 2027 el equivalente en Estados Unidos. Desde la firma hablan de un ahorro estimado de hasta 2.100 euros por niño al año gracias a su innovadora solución. Ya han realizado un ensayo clínico con 170 sujetos en el Hospital Universitario Puerta de Hierro, en Madrid. Más adelante, la compañía espera trasladar su modelo a otros trastornos mentales.

Las empresas se han lanzado a exprimir todo el potencial de los 'secretos' del cerebro.

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