especial universidades
Unos campus en evolución para dar respuestas al cambio
Las universidades encaran una profunda transformación para adaptarse a entornos cada vez más dinámicos, competitivos y globalizados. Mientras avanzan en digitalización, nuevos métodos académicos y nuevas enseñanzas, también necesitan reformas estructurales para mejorar su financiación, autonomía y garantizar el relevo generacional del profesorado
Uno de cada tres universitarios en España trabaja en puestos que no requieren titulación: estos son los datos de Eurostat
Estudiantes universitarios en el Campus de Rabanales
El mundo cambia, se transforma a un ritmo vertiginoso, y el modelo universitario español vive su propia metamorfosis evolutiva para intentar dar respuestas convincentes y adecuadas a las nuevas necesidades de una sociedad y una economía que avanzan sin freno. La Fundación CYD publicó ... a finales de 2024 la vigésima edición de su informe anual en el que a lo largo de las dos últimas décadas ha realizado un análisis del sistema universitario español y de sus prioridades estratégicas. Su vicepresidente, Francesc Solé Parellada, resalta positivamente el avance logrado por el sistema en este tiempo «en el conocimiento de sí mismo y en la toma de conciencia sobre la importancia de la gestión y los servicios que ofrece». Además, ha entendido su misión principal, «la contribución al desarrollo económico y social». Igualmente, la investigación ha ido ganando un mayor protagonismo y es evidente un crecimiento considerable en el número de universidades privadas, especialmente en términos de alumnado de grado y, sobre todo, de posgrado. A ello hay que sumar los cambios en las metodologías educativas que han traído la digitalización y las nuevas tecnologías.
En veinte años se ha incrementado el número de estudiantes de educación superior, se ha creado una cuarta parte de las universidades (todas ellas privadas), se ha doblado el porcentaje de población adulta con estudios superiores y las titulaciones han aumentado un 32%. Son hitos que no esconden numerosos retos pendientes. «Las universidades han tenido que adaptarse a un cambio de tipología de su profesorado y han experimentado un retroceso en su financiación, que sigue por debajo de la media de los países de la OCDE», afirma Angela Mediavilla, responsable gabinete técnico de la Fundación CYD. Tal y como recoge el Informe CYD 2024, en los últimos años ha habido un crecimiento notable del personal docente e investigador, «el pilar sobre el que se sostiene la calidad educativa y la producción científica (9,3% desde el curso 2018-2019)», indica. Pero este aumento ha sido desigual, del 6% en las públicas frente al 26,4% de las privadas. Para atraer talento y garantizar un relevo generacional efectivo, «las universidades necesitan mayor autonomía en la gestión de su personal», resalta. Solo con políticas flexibles de atracción, retención y estabilización con rigor del personal académico «se podrá asegurar un relevo generacional que garantice la sostenibilidad del sistema universitario español a largo plazo».
Desde CYD subrayan que uno de los grandes retos que tiene el sistema universitario es el de la gobernanza, que «en sentido amplio es el eje vertebrador que define la capacidad de las universidades para adaptarse a un entorno cada vez más dinámico, competitivo y globalizado», recuerda Mediavilla. CYD recuerda que las universidades españolas necesitan una gobernanza sólida y moderna que otorgue autonomía, flexibilidad y capacidad de gestión. «Esto implica adoptar reformas estructurales que permitan un modelo de financiación sostenible, basado en resultados e impacto social, así como políticas de reclutamiento que fomenten la diversidad y garanticen el relevo generacional del personal académico», matiza.
El desafío de la financiación
Pese a los esfuerzos emprendidos desde 2015 para incrementar la financiación de las universidades públicas presenciales españolas, «en 2022 los ingresos y gastos no financieros liquidados por estas instituciones seguían siendo un 14% inferiores a los niveles de 2009 en términos reales (con un aumento nominal del 12%, frente a una inflación acumulada del 26% en dicho periodo)», avanza la fundación. El Informe CYD 2024 pone de relieve que en 2021, el 67% del gasto total en instituciones de educación superior en España provenía del sector público, mientras que el 31% de los fondos provenían del sector privado, porcentaje superior al 28% de la OCDE y al 20% de la UE.
Por otro lado, la situación laboral de los graduados pone de manifiesto la urgencia de dotar a los estudiantes de competencias versátiles y transversales que les permitan desarrollarse en un mercado en constante transformación. «España cuenta con una alta proporción de ocupados con estudios superiores (la octava más alta de la UE), sin embargo el 35,8% de los graduados ocupan puestos de baja cualificación, evidenciando que el reto no radica únicamente en formar a profesionales, sino en formarlos con las habilidades adecuadas», avanza la responsable del gabinete técnico. Algo que no solo se debe a la desconexión entre la educación superior y el mercado laboral actual, «sino también a una estructura productiva que, en ocasiones, no ofrece suficientes empleos de alta cualificación, lo que puede conducir a la sobrecualificación o a la fuga de talento», matiza.
Uno de los grandes desafíos es dotar a los estudiantes de las competencias versátiles y transversales que exige el actual mercado
Carles Ramió Matas es catedrático de Ciencia Política y de la Administración en la Universitat Pompeu Fabra. Asegura que muy pocas personas tienen una visión global del sistema universitario español, y que cuando se analiza algo de lo que formas parte pierdes objetividad. «Pero si tomas un poco de distancia llegas a la conclusión de que las 50 universidades del sistema público español son todas buenas, incluso las más periféricas». Los rankings, a los que tanto se mira, incluyen 40.000 universidades en el mundo y en algunos más de la mitad de las españolas están entre las 500 mejores. Tiene claro que si se analizase la eficiencia de los centros, «no tengo dudas de que estarían muchas entre las primeras del mundo, seguro». Analizando datos del ministerio, CRUE y la Fundación CYD, es un sistema muy competitivo, valioso. Una joya de nuestro sistema institucional que hay que preservar», puntualiza. En su libro «La privatización de la universidad en España», analiza el crecimiento de los centros privados y reflexiona sobre el modelo hacia el que se dirige el país. Su análisis «no es una crítica a las privadas, tienen que existir, y en España hay escuelas de negocio privadas que son las mejores del mundo». Lo que nota es que en los últimos años nos estamos alejando de los países de referencia del modelo continental europeo. El riesgo para él está en caminar hacia un modelo mayoritario en el mundo en el que «hay dos o tres universidades privadas muy caras, una pública buena y una red enorme de universidades mediocres, tanto públicas como privadas, y eso es lo que hay que evitar», resalta.
Agujero en la oferta
Entiende que el crecimiento de la universidad privada se debe en parte a la falta de plazas de las públicas, sobre todo en los másteres habilitantes. Además, «hay un gran agujero del sistema público español nunca abordado, el campo artístico, como el diseño, que se lo ha quedado el ámbito privado». Considera que antes se optaba por la formación privada porque no llegaba la nota o por recelo ideológico hacia el modelo público. Pero ahora existe una significativa «transformación social, con una clase media alta que desconfía de la pública y de sus propios vástagos. La pública se basa en una autonomía de los alumnos, es una esencia, y ahora la juventud tiene un periodo de madurez más prolongado. En la privada están más controlados», reflexiona. A todo ello hay que sumar que algunas privadas «de forma natural tienen más vínculos con el mercado privado y se accede más fácilmente en algunas profesiones», añade.
Manuel Muñiz, rector internacional de IE University & presidente del Consejo de IE New York College, recuerda que la universidad privada «cumple una función complementaria a la de la universidad pública y estratégica dentro del sistema educativo español». Destaca que estos centros amplían la oferta académica, atraen alumnado internacional a España, y dirigen nuevos recursos hacia la investigación. «Además, moviliza también fondos para becas y otras formas de ayuda financiera, permitiendo ampliar el acceso a la universidad», puntualiza. El IE, por ejemplo, tiene previsto realizar 40 nuevas contrataciones anuales de claustro interno investigador. «Estos expertos procedentes de todo el mundo vivirán en España, y contribuirán a la generación de conocimiento en nuestro país», resalta, recordando también que IE otorga más de 24 millones de euros anuales a becas.
Muñiz pone en valor todo lo que aporta la universidad privada, como la atracción de inversión nacional e internacional o el fortalecimiento de los vínculos con el tejido empresarial. También desarrollan programas de formación alineados con las necesidades del mundo del trabajo y «este enfoque práctico y orientado a resultados genera un impacto directo en el desarrollo económico, promueve la creación de empleo y aporta valor a la sociedad».
Los expertos piden reforzar la gobernanza de las universidades, el eje vertebrador sobre el que pueden evolucionar y adaptarse al cambio
El rector internacional de IE pone en valor la colaboración existente entre universidad pública y privada «en áreas clave como la investigación, la movilidad y el desarrollo de proyectos conjuntos». Muñiz asegura que «la universidad privada no está llamada a sustituir a la pública sino a complementarla y a generar un ecosistema de educación superior más completo, diverso y rico». Considera importante para las universidades públicas que exista un ecosistema sano de instituciones privadas y viceversa. «La realidad es que a nivel global los grandes polos de innovación tienen instituciones públicas y privadas en su seno que conviven con grandes sinergias», matiza Muñiz.
Òscar Jané, vicerrector de Relaciones Internacionales de la UAB, recuerda que la universidad en sí «es muy sensible a la realidad política de su entorno y a todo lo que sucede». Por eso considera que hay dos elementos que conforman un momento de reflexión. «Por un lado, tras el auge y multiplicación de las universidades privadas, junto a un descenso demográfico, la sociedad debe plantearse qué supone la oferta de una universidad de calidad docente y de investigación», resalta Jané. En segundo lugar, la situación internacional está situando ahora mismo las universidades ante nuevos retos. «En ese sentido, las alianzas europeas son un buen instrumento para calibrar la respuesta de nuestras universidades y optimizar las complementariedades», matiza.
Respuesta conjunta
Precisamente en España se ha creado recientemente el grupo de Universidades Españolas en Universidades Europea (UEUE) que aglutina a 56 universidades españolas que participan en alguna de las 65 Alianzas Europeas reconocidas por Bruselas «Estas alianzas son la herramienta principal o punta de lanza de la Comisión Europea y, por ende, de los países miembros, para transformar y adecuar el Sistema Europeo de Educación Superior a las necesidades de formación actuales, en cocreación con la sociedad y los distintos sectores y dando respuesta a los ODS», explica el vicerrector.
En una sociedad cada vez más compleja e interdisciplinar, «nuestros estudiantes deben familiarizarse con problemáticas reales que la sociedad actual plantea, problemáticas que requieren trabajar e interaccionar con expertos de disciplinas diferentes», resalta el vicerrector de la UAB. En ese sentido, cree que un papel nuevo e imprescindible de la universidad es facilitar estos espacios de conexión entre estudios de diferentes ámbitos con el ecosistema social que la envuelve «para plantear retos a abordar de manera conjunta por nuestros estudiantes, investigadores y en colaboración con nuestro entorno».
Las alianzas europeas de universidades permiten añadir una nueva dimensión, «la internacionalización», resalta Jané. La alianza europea a la cual pertenece la UAB, el ECIU, se ha focalizado en la oferta de programas de corta duración (microcredenciales) trabajados a través de la metodología del Aprendizaje Basado en Retos, «que ya en años anteriores la UAB había implementado siendo de alguna manera pionera a escala estatal», pone como ejemplo Òscar Jané. Son pasos adelante en un modelo de educación superior que vive un momento de profunda transformación en paralelo al de la sociedad y el mercado de trabajo.
Ver comentarios