Actitud y goles, pócima imparable del Madrid en su goleada ante el Celta

El croata, ayudado por la mejor versión de Camavinga, lideró una trabajada victoria del Madrid, que brilló en la primera mitad y sesteó en la segunda hasta que en el minuto 80, Modric puso desde la esquina un balón celestial a Rudiger para echarle la llave al partido y tirarla al fondo del mar con la ayuda de Guaita.

El Madrid jugaba de blanco, como ante el RB Leipzig, pero no era el mismo equipo. A los dos minutos, ya había probado el latex de los guantes de Guaita. A los diez, Camavinga había tirado un caño, Lucas había llegado a línea de fondo un par de veces y Valverde había robado un balón en el área del Celta. A la media hora, llevaba diez córneres a favor. Un equipo con actitud. Y hambre. Como los chavales de antes, que se comían en los recreos hasta las pegatinas de los phoskitos. Hoy mamonean con los móviles. Deben alimentar más.

En esa primera media hora de asedio, el Madrid encontró el gol como tantas otras veces en su historia: a balón parado. Córner botado por Modric, salto al cielo de Rudiger y paradón de Guaita. El rechace le cayó a Vinicius, cuyo remate también lo sacó el guardameta del Celta, ya casi vencido en el suelo. A la tercera, no hubo más heroicidad. Vinicius, a quién le volvió a caer el segundo rechace, esta vez sí superó a Guaita con un sutil toque con su bota derecha. Décimo tanto en Liga del brasileño y decimosexto gol de la temporada.

Camavinga, señalado en Champions con el cambio al descanso, se desquitó con un partido a contracorriente. Remató cuatro veces, dos de ellas a portería. Decía en la previa continental que le faltaba disparo y gol. Y a Ancelotti le ha prometido un bailecito en su área técnica si lleva el balón a la red. No lo nieguen. Están deseando ver un gol de Eduardo.

Tanto como el madridismo quiere más dianas de Rodrygo. Ante el Celta estuvo más participativo, intenso y vertical, y tuvo un par de ocasiones muy claras, pero lleva un 2024 peleado con el gol. Tiene todos los números para irse al banquillo cuando Mbappé esté ya por la capital de España. Eso tampoco debe ayudar, claro.

En la segunda mitad, el 1-0 y las revoluciones bajas del Madrid invitaban al Celta a ser algo más atrevido y buscar un tanto que desatara los nervios del Bernabéu, pero eso es pedirle demasiado. El Celta solo intimidó en la primera mitad con un disparo de Aspas, parado por Lunin, y otro de Bamba, bastante desviado. Poco más. Está para salvar la categoría, y gracias. Veremos si lo pelea con Benítez en el banquillo. Decepcionante la primera temporada del madrileño en el banquillo vigués. Ya solo tiene a dos puntos el aliento del Cádiz. Nervios.

De Vinicius, aparte del gol de la victoria, un partido discretillo, como le sucedió en Champions y en Mestalla. No es una noticia necesariamente mala. El brasileño ha alcanzado ya ese estatus de crack que, incluso cuando no juega bien, marca y soluciona los partidos. En su debe, un nuevo pique que le costó una amarilla.

En el minuto 55, una arrancacada del brasileño desde el centro del campo la detuvo Mingueza tras un insistente agarrón de unos cuantos metros que no terminó hasta que el celeste logró tirarlo al suelo. Vini se lo tomó a malas y producto del calentón se levantó y empujó con sus dos brazos a Mingueza. Ojo por ojo y diente por diente que le hace un flaco favor. A estas alturas de la película, Vinicius ya sabe de sobra que la primera regla de la calle es que siempre sale alguien herido, y normalmente es él, y la segunda es que a nadie le interesan sus sentimientos. Y mucho menos al jugador que tiene el marrón de defenderlo.

A los goles del brasileño y de Guaita en propia meta se le sumó un tercero, ya casi en el noventa, de Carlos Domínguez, también en propia portería, y un cuarto de Guler, en el 94, para estrenarse de blanco. Goleada y tres puntos más que mantienen la distancia respecto al Girona y al Barcelona en siete y ocho puntos, respectivamente. La Liga, una jornada más cerca.