Desde el tartán
La escuela española
«Las victorias de este fin de semana en Budapest son la continuación de una forma de trabajar, de atención a la técnica y concentraciones en altitud»
María Pérez logra el segundo oro de la marcha nacional
El podio de María Pérez con el oro
España arrasa en Budapest. Los marchadores hispanos han iniciado los Mundiales de atletismo con un formidable golpe encima de la mesa. Dos pruebas de marcha y dos medallas de oro. El reflejo de que la escuela española de marcha sigue situada en lo más ... alto.
La historia de los éxitos de la marcha española debe mucho a Rafael Pajarón. Corría el año 1978 cuando, en su cargo de director técnico del atletismo español, el entrenador de Moratalaz decidió apostar por la marcha. Lo hizo de la mano de Moisés Llopart, padre del atleta Jordi Llopart. Así nacieron las míticas concentraciones en la altitud de Las Cañadas del Teide. Meses después, Jordi se proclamaba campeón de Europa de los 50 kilómetros, la primera gran medalla del atletismo español, que vendría secundada por su plata olímpica de Moscú'80.
Los primeros triunfos de Llopart y Josep Marín, su compañero de generación, impulsaron la escuela española de marcha, continuada por Chuso García Bragado, Valentí Massana y Miguel Ángel López.
Las victorias de este fin de semana en Budapest son la continuación de una forma de trabajar, de atención a la técnica y concentraciones en altitud. María Pérez es una competidora de una fuerza mental, tremenda, sin miedo a la presión y capaz de superar los dos mazazos recibidos el pasado año con las descalificaciones de Oregon y Múnich.
Álvaro Martín, el otro oro de los 20 kilómetros, un extremeño sabio en la estrategia, ha sido un duro luchador en defensa de su especialidad. La marcha afronta un futuro incierto a nivel internacional, con riesgo de desaparecer del programa olímpico. La inexistencia de una tecnología fiable para evaluar las pérdidas de contacto con el suelo siempre situaron a la marcha en un terreno polémico, demasiado subjetivo. Mientras, la escuela española, con un trabajo técnico bien hecho, con técnicos como Garzón y Carrillo, brilla como nunca en Budapest.