FÚTBOL FEMENINO / ENTREVISTA ABC
Sara Monforte: «Las entrenadoras no tenemos cabida en el fútbol masculino; ahí sí hay discriminación»
Hoy al frente del Espanyol, se reivindica la única entrenadora hasta este año con plaza en el fútbol profesional. Sara Monforte: «Las futbolistas somos de una forma de ser que los hombres no entienden»
El Madrid y el Atleti se pegan en los despachos
Jugadora internacional entre 1997 y 2005, Sara Monforte (Castellón, 1980) conoció bien la turbulenta etapa de la selección dirigida por Ignacio Quereda. Se retiró en 2018, en pleno auge del fútbol femenino español, tras pasar por el Levante, Espanyol, Valencia y Zaragoza entre otros. ... Hoy, en el banquillo del Espanyol, es una de las únicas cuatro mujeres, junto a Irene Ferreras (Granada), Ana Junyent (Levante Badalona) y Emily Alves (Levante), que dirigen a un equipo de la Liga F.
—¿Por qué hay tan pocas mujeres en los banquillos?
—Realmente creo que pocas mujeres queremos ser entrenadoras. Me gustaría, y a mis jugadoras se lo digo, que quieran ser entrenadoras. Hay que fomentar que la mujer quiera ser entrenadora. Este año somos más, cuatro de un muy buen nivel. Al final no importa tanto si somos mujeres o hombres, sino que tengamos el nivel adecuado para poder seguir formando a las jugadoras, que es lo que necesitan.
—¿En qué hay que avanzar para que haya más entrenadoras?
—Hay que promocionar un poco. Dar más facilidades horarias también, porque al final la jugadora por la mañana está entrenando. Que puedan sacarse el carnet sin tener que ir a Madrid muchas veces, porque está muy centralizado. Que se dé más facilidades por parte de las territoriales para que las jugadoras puedan acceder al UEFA Pro.
—Da la sensación que el futbolista piensa en continuar su carrera ligado al fútbol y la futbolista no…
—Sí, porque quizá también todas tienen su carrera a nivel de estudios. El jugador puede vivir de lo que ha ganado por jugar. La mujer tiene que estudiar para tener una profesión cuando se retire. Por eso no continúan tanto en esto, sino en los estudios que tienen.
—El año pasado sí fue la única mujer entrenadora de la Liga F.
—No lo pensaba demasiado. Quería representar bien a mi género, que nos diéramos cuenta de que somos totalmente válidas y capaces de liderar grupos. Por ahí van también las dificultades que tenemos. Se cree que a la mujer le cuesta ser líder. Y pasa que la mujer cuando tiene carisma, cuando tiene carácter, molesta más que los hombres.
—La final de la Eurocopa fue Montse Tomé versus Sarina Wiegman…
—En selecciones sí se cuenta más con mujeres. En equipos cuesta más y no lo entiendo. Igual es por ese liderazgo del día a día, que no es fácil... Liderar a las jugadoras, a tu cuerpo técnico... Es duro. Hay que tener carácter fuerte, confiar mucho en ti misma, en tus capacidades, aunque las cosas no vayan bien, saber estar sola. No es fácil tener este rol.
—¿Los varones usan la Liga F como trampolín de exjugadores para llegar al fútbol masculino por la vía rápida?
—Sí. Y no es que me moleste, pero el fútbol femenino necesita entrenadores que quieran ayudar, enseñar, que piensen menos en ellos y más en la jugadora y el crecimiento del fútbol femenino. Tenemos que amarlo y no pensar tanto en nuestro futuro individual como entrenadores. Es lo que yo intento cada día.
—Un vestuario femenino es complicado. ¿Se gestiona mejor siendo mujer?
—Yo soy mujer, no te puedo contestar cómo lo gestionan los hombres. Pero sé lo que mis jugadoras me cuentan. Hay una cosa clara, las mujeres somos de una manera que a los hombres les cuesta entender. No porque sean ni mejor ni peor, pero tenemos una forma de hacer que a veces los hombres no entienden. Vamos mucho más allá y eso a veces es bueno y a veces es malo. Cuando yo era jugadora siempre pensaba '¿y esto por qué? ¿y esta compañera?'. No sé, los hombres, son más de sota, caballo y rey en este aspecto y no le dan vueltas a si un compañero ha hecho esto, si no, si mi entrenador ha hecho esto, por qué lo habrá hecho... Nosotras somos más complicadas, le damos más vueltas a las cosas. Y como entrenadoras tenemos que estar pensando en qué ha pensado mi jugadora. Entonces se complica.
«Las entrenadoras no tenemos cabida en el fútbol masculino; ahí sí hay discriminación»
—¿El fútbol femenino es demasiado reivindicativo?
—Bueno, también a las mujeres se nos valora con un ojo bastante más crítico que a los hombres. Quiero decir, tenemos que estar peleando siempre, damos un pasito y se nos juzga, estamos más en el ojo del huracán que los hombres. No digo en el fútbol femenino, sino en general. A las mujeres siempre se nos mira con un hilo mucho más fino.
—¿Es utópico pensar en una mujer sentada en un banquillo masculino?
—A día de hoy sí. Es una utopía porque no tenemos cabida. Y yo lo he dicho, me gusta estar en el femenino porque hay que ayudar, enseñar y mejorar. Pero si algún día pudiera, porque ya es momento de cambiar, me encantaría entrenar fútbol masculino. Estamos totalmente capacitadas, pero no tenemos cabida. Ahí sí que creo que hay mucha discriminación.
—¿Por qué?
—Es por prejuicio. Si estás preparada para ser entrenador, da igual el sexo. Obviamente no pasarás a un equipo de Primera directamente. ¿Pero a un Primera RFEF o a un juvenil e ir poco a poco escalando? ¿Por qué no podemos empezar por ahí?
—Usted ha sido jugadora. ¿Tanto poder tienen las jugadoras que parece que pongan y quiten entrenadores?
—Bueno, da igual jugadores o jugadoras, todo depende de lo que se permita desde la directiva. Yo, para poder trabajar, necesito que a nivel de dirección confíen en mí. Si el canal va desde jugador a directiva y no pasa por el entrenador, ahí es cuando aparecen los problemas.
—Internacional entre 1997 y 2005. ¿Se puede comparar la carta a Quereda en el 96 con el motín de las 15?
—Quizás no hubo tanta repercusión y no sirvió para casi nada, más bien fue al revés. Se cargaron a aquellas jugadoras. Con las 15, pese a que al principio no tuvo efecto, se ha visto con el tiempo que sí, que ha servido para dar un pasito adelante. Y menos mal. Hoy el fútbol femenino tiene más visibilidad.
—¿Era para tanto lo de Quereda?
—Sí, a ver, era... Al final, como no era visible, hacían y deshacían todo lo que querían. Yo dejé de ir, por ejemplo, porque le contesté una vez a una acción y ya no me llamó más. Había mucha sobreprotección. Ya no éramos tan niñas y nos trataba como si fuéramos niñas pequeñas. Y teníamos que callar mucho, muchas cosas, decir que sí a todo.
—¿Podía imaginar que España ganaría un Mundial y casi una Eurocopa?
—Lo veía muy lejos cuando estaba allí. Recibíamos goleadas. Pero con el paso del tiempo sí que lo he visto venir. Cuando se ha apostado a nivel de clubes, que han abierto sus ciudades deportivas, sus recursos y sus presupuestos para que las jugadoras puedan dedicarse exclusivamente a esto. Esa ha sido la clave. La diferencia de cuando yo jugaba es que la jugadora ahora solo hace esto, no tiene que trabajar. Antes, si no estudiabas por las mañanas, trabajabas, porque no tenías un sueldo digno. Imagínese trabajar por las mañanas en un restaurante o en un bar y luego entrenar. Hoy la jugadora se dedica exclusivamente a esto, aunque estudie por la tarde. Y luego los cuerpos técnicos… Cuando yo jugaba, eran mi entrenador, el preparador físico y un fisio. Ahora yo trabajo con 12 personas. La calidad no tiene nada que ver. Trabajamos en el CAR, el gimnasio, juegas en un buen campo... No tiene nada que ver. Esos pasos han ayudado a que la jugadora explotara a nivel de selección, porque la calidad se tenía. Pero no había profesionalización. Y ahora se ha dado y ha sido muy rápido el recoger, mucho más rápido que en el masculino.
—¿Entiende la salida de Tomé?
—No estoy de acuerdo ni en desacuerdo con Montse Tomé, no tengo ni idea de cómo ha trabajado, no lo he vivido, pero si se ha decidido no renovarla, es porque se quiere mejorar. También quiero creer que hay más cosas, un cambio de ciclo. Imagino que Montse era un proyecto más continuista, queramos o no, porque era segunda de Vilda y trabajó con él. Se ha querido cortar un poco con esto y dar otro pasito más. En su momento no se dio drástico, porque no se atrevieron, y ahora han querido cortar del todo. Pero no tengo ni idea, es mi opinión desde fuera.
—El talento se va de la Liga F.
—Por lo económico. Fuera se paga muchísimo más que aquí. Y hay más recursos, porque aquí no todos los equipos entrenan en césped natural todos los días. Fuera, la profesionalización se asemeja más al fútbol masculino.
—¿La Liga F llegará a ese nivel?
—La diferencia es abismal. Hay equipos que sí llegan a eso, pero otros que no. Entiendo que es complicado porque del dinero que inviertes en femenino no recibes casi nada, es una inversión perdida. Tienes que mirarlo como si fuera marketing más que otra cosa. Saber que ese dinero difícilmente lo vas a recuperar, pero te da visibilidad.
—¿Qué haría para darle emoción a un torneo que es un monólogo del Barça?
—Es complicado, porque si miras el presupuesto de uno y del resto… En el fútbol femenino, más que en el masculino, los presupuestos te marcan la clasificación. Es así. Puede haber una sorpresa, pero el presupuesto te marca dónde vas a estar. Y el del Barça es muchísimo más grande. No se puede llegar a pagar eso, entonces es complicado. Sería que el resto pudiera llegar a pagar ese tipo de sueldos para poder fichar jugadoras que te den el nivel. Pero si no, es difícil.
—¿Frustra saber que la Liga es del Barcelona antes de empezarla?
—A ver, como no es nuestro objetivo… Si tuviéramos un presupuesto para poder optar, no es que me frustraría, sino que sería mi objetivo. Si yo fuera el Real Madrid tendría muy claro mi objetivo: ir a por el Barcelona y ser más valiente y apostar de verdad. Tampoco está tan lejos suyo. En un par de años...
—¿La apuesta de los clubes por el femenino es de cara a la galería?
—Esto es un negocio y la gente es empresaria. Si no te da dinero, se entiende perfectamente eso. Florentino es el que pone el dinero, y si en unos años no igualan o se equiparan al Barcelona, estará más cerca de cortar el grifo.
«Florentino es el que pone el dinero, y si en unos años no igualan o se equiparan al Barcelona, estará más cerca de cortar el grifo»
—¿Qué hizo cuando Mapi León le tocó los genitales a su jugadora Caracas?
—Intentamos, sobre todo, apoyar a Caracas, estar a su lado y no valorar mucho lo que había pasado. Ahora, a toro pasado, habría sido mucho más sencillo pedir perdón y se acaba. «Vale, me he equivocado, un lance del juego, lo siento»... Pedir perdón, admitir un error y no pasa nada y ya está, puede pasar. Nuestra jugadora lo hubiera agradecido. Aparte de jugadoras de fútbol, somos personas. Y hay que demostrarlo.
—¿Le sorprendió que en un fútbol tan reivindicativo ninguna jugadora saliera a defender a Caracas?
—No, no me sorprende. Ya le he hablado de las diferencias, la repercusión de un club y de otro en una misma ciudad. Sé que estoy aquí un poco crítica, pero esa es la realidad. Los pericos sufrimos en nuestra ciudad, hay mucha diferencia de trato entre un club y otro a nivel personal y las cosas que tienes que vivir. Pues todo es lo mismo, si hubiera sido al revés, ¿qué hubiera pasado? Pues también tengo muy claro lo que hubiera pasado, pero lo dejo ahí. Siempre hay clubes más protegidos que otros, sobre todo por el propio periodismo del fútbol femenino. Pero eso pasa también en el masculino y tenemos que aceptarlo. Es así, no es justo, pero es lo que hay, aceptación.