EL BAÚL DE LOS DEPORTES
«D'Alessandro se está muriendo»: la llamada que salvó al meta argentino hace 45 años
En enero de 1978, el portero del Salamanca perdió el riñón izquierdo, pero volvió a jugar pese a las furibundas presiones que querían impedírselo
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Iniciar sesiónAquel año no comenzó lo que se dice bien para D'Alessandro. O quizás sí. Porque sobrevivió a un serio percance de salud y, además, tuvo el coraje suficiente para recuperarse y superar los malos augurios y las barreras que querían cercenar el deseo ... de seguir ejerciendo su amada profesión de futbolista. El 1 de enero de 1978, la vida de Jorge D'Alessandro Di Ninno (Buenos Aires, 28 de julio de 1949), portero de la Unión Deportiva Salamanca, dio un vuelco. Y, como suelen suceder estas cosas, nadie se percató de lo que ocurría hasta que todo se precipitó dramática y vertiginosamente.
Los participantes en la Liga 1977-78 solo descansaron en Nochebuena y Navidad, fechas que cayeron en sábado y domingo. El fin de semana siguiente se disputó la 15ª jornada. El Real Madrid era líder (22 puntos) por delante del Barcelona y del Salamanca, ambos con 18. Los charros, equipo revelación del campeonato, jugaban el primer partido de 1978 el domingo 1 de enero en San Mamés. El Athletic, octavo en la clasificación (14 puntos), ganó 3-1 en un partido de «escándalo».
Así tituló el 'Mundo Deportivo', «¡Escándalo en la Catedral!», y así lo desarrolla en la crónica: , «…un escándalo, como hace años no se conocía en San Mamés y todo ello debido a la actuación del colegiado valenciano señor Fandos, de la nueva ola, que fue excesivamente riguroso en algunas de las jugadas… Fue un encuentro de tú a tú, donde la suerte tuvo gran incidencia al igual que los nervios, nervios que llegaron a las tribunas haciendo que el público se convirtiera en una masa protestona (no le quitamos razón) ante la actuación arbitral que si perjudicó al Athletic, también lo hizo con el Salamanca». Y resalta los tres penaltis decretados por el colegiado, dos a favor de los locales y el tercero para los visitantes, cuya señalización conllevó el lanzamiento de numerosas almohadillas y la consiguiente interrupción del encuentro durante quince minutos.
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Curiosamente, de la acción que acabó costándole un riñón a D'Alessandro, nada. Ni una palabra en esta ni en las crónicas de los demás periódicos de la época. Más allá de los habituales choques de cada tarde, el propio guardameta tampoco pareció darse cuenta ni se le vio especialmente afectado sobre el césped. De hecho, no hay unanimidad acerca de la jugada en cuestión. Se especuló con tres nombres diferentes de jugadores rojiblancos –Dani, Carlos y Astrain- como presuntos protagonistas en el fatal encontronazo con el portero charro, pero no existe certeza de quién, cómo ni cuándo se produjo el golpe. Días después de lo ocurrido, el propio D'Alessandro zanjó la cuestión con generosa deportividad: «En mi accidente no hay culpable».
Orinó sangre
Volviendo al «accidente» de aquel día de Año Nuevo, finalizado el partido, el cuerpo emitió la primera señal de alarma. En el vestuario de San Mamés, el argentino orinó sangre. Extrañado, se lo comunicó al masajista del equipo antes de emprender el viaje de vuelta. Kilómetro a kilómetro, la preocupación fue aumentando durante el trayecto en autocar de Bilbao a Salamanca. Tras la parada para cenar en Pancorbo (Burgos), el futbolista comenzó a sufrir crecientes dolores, sudores fríos y vomitó un par de veces. Tan mal le vieron, que el delegado del equipo le acompañó hasta la puerta de su casa. Apenas podía moverse y, según contó posteriormente su suegro, estaba muy pálido y nada más llegar se metió en la cama. Pasadas las 3 de la madrugada, su esposa telefoneó a Sebastián Polo, presidente en funciones del club. «Jorge se está muriendo», le dijo Marta angustiada.
Minutos después fue trasladado a la Residencia Virgen de la Vega de Salamanca, donde quedó ingresado. «En la exploración que se le practicó se pudo constatar sudoración fría, contractura muscular en hemiabdomen izquierdo y discreta hematuria. El diagnóstico: hematoma retroperitoneal por posible lesión renal –publicó ABC el 3 de enero-. El enfermo quedó sujeto a vigilancia. A las ocho de esta mañana se inició bruscamente una caída de 'shock' muy intensa. Reanimado con terapéutica habitual se le intervino quirúrgicamente, y se puso de manifiesto la existencia de una intensa hemorragia retroperitoneal por rotura medio renal con desgarro de pedículo vascular. Se le practicó nefrectomía de urgencia, ante la imposibilidad de terapéutica conservadora. Pronóstico muy grave, aunque su estado no es alarmante dentro de la gravedad. El enfermo se encuentra hospitalizado en el servicio de reanimación de la residencia». Traduciendo y resumiendo tanto tecnicismo médico: ante la gravedad de su pronóstico tuvo que ser operado de urgencia y se le extirpó el riñón izquierdo.
«Toda la afición salmantina se encuentra profundamente afectada por esta lamentable lesión, ya que D'Alessandro –informaba la agencia Mencheta- ha dado muestras siempre de una gran profesionalidad y de unas cualidades humanas excepcionales, lo que le ha granjeado un gran número de amigos en Salamanca. Hace pocos días había manifestado su firme decisión de afincarse en esta ciudad, prueba de ello es que ha abierto un establecimiento de artículos deportivos que lleva su nombre. En el club también hay una gran consternación y, de momento, se busca con urgencia un sustituto porque la plantilla no dispone en este puesto de muchos suplentes, y solamente Antonio, un producto de la cantera, es el que está en este momento en disposición de jugar. No había surgido la necesidad del fichaje de un portero porque Jorge D'Alessandro ha sido el titular indiscutible durante todo el tiempo que ha permanecido en el equipo, y era ya una institución en la portería del Salamanca. El entrenador (José Luis García Traid) y todos los compañeros han pasado horas muy tensas esperando el resultado de la operación. Ahora se encuentran un poco más tranquilos, al saber que, salvo complicaciones, se ha logrado salvar la vida del guardameta, que en algún momento pasó por graves peligros».
El carácter bravo del portero quedó de manifiesto una vez más entre las paredes de aquel hospital castellano. Los detalles los desveló ante los periodistas su compañero y compatriota Ricardo Rezza (Berisso, Buenos Aires, 4 de julio de 1948). Contó que a D'Alessandro le obsesionaba una cuestión, la respuesta a la pregunta que repetía una y otra vez: «¿Podré jugar el domingo?». Pero más sorprendido aún se quedó Rezza cuando su paisano, recién operado, le espetó: «¿Qué puntuación me dio el 'Marca' en Bilbao? El defensa argentino no daba crédito: «Todavía medio anestesiado y queriendo saber qué tal lo hizo. Así es Jorge: un fenómeno».
«Debe retirarse»
Resuelto para bien lo verdaderamente importante, el cancerbero bonaerense hubo de afrontar lo urgente. Su futuro profesional. «A juicio de los doctores señores Sánchez de Vega, Herrero Benito y Julio Grande, el jugador D'Alessandro no deberá volver a jugar al fútbol», se lee en el artículo de ABC antes citado. La sentencia sonó especialmente dura porque Sánchez de Vega era conocido en la ciudad por haber sido futbolista y presidente de la UD Salamanca. Y fue el más contundente en la rueda de prensa del 3 de enero: «Lo principal es que salve el postoperatorio. En cuanto a lo deportivo, es triste decirlo, pero creo que debe retirarse, por miedo a padecer otra lesión renal. No sé qué dice al respecto el reglamento de las Mutualidades Deportivas, pero nada es tan importante como la vida».
Suena prehistórico, pero en 1978 los futbolistas profesionales no estaban cubiertos por la Seguridad Social. De ahí la mención del doctor a la Mutualidad, entidad que, integrada en la Federación, era la encargada de cubrir estos contingentes. Y, según publicó el diario 'Marca', la indemnización que le correspondía a D'Alessandro ascendía a 500.000 pesetas, 3.000 miserables euros por jubilarse con 28 años. A pocos parecía importarles semejante despropósito. El Salamanca había empezado a sondear el mercado buscando un portero solvente, y médicos y expertos abogaban mayoritariamente por evitar cualquier riesgo que pudiese conllevar el retorno del argentino a la portería.
Las presiones para que el guardameta charro colgara los guantes eran enormes. «No existe ningún alevín, ningún juvenil, ningún aficionado ni profesional que esté jugando en estos momentos con licencia federativa y sólo un riñón. Con eso lo digo todo. No hace falta añadir ningún dato más. El caso de Santillana (delantero del Real Madrid) es distinto; juega con dos riñones, aunque los tenga unidos», aseguró el doctor Vicente Navarro, jefe médico de la Mutualidad. Y añadió una capa de (más) drama: «¡No podemos dejar que D'Alessandro se suicide jugando!».
El segundo golpe de suerte resonó a casi 1.000 kilómetros, en Barcelona. Desde el primer momento hubo un médico que apostó, con tanta naturalidad como firmeza, por el regreso de D'Alessandro a la actividad deportiva. Horas después de la operación, Antonio Puigvert, reputado urólogo, se mostraba rotundo en unas declaraciones al 'Mundo Deportivo': «En principio, cualquier persona con un solo riñón puede hacer una vida absolutamente normal. Yo le diría que mujeres a las que he extirpado un riñón luego han tenido cinco y seis hijos… No hay nada que le impida desarrollar normalmente su actividad. Ahí está el caso de Santillana, al que yo traté y al que, en contra de las opiniones de otros colegas, le aseguré que podía seguir jugando al fútbol. ¿Que se arriesgaba? Claro que sí. Pero también nos arriesgamos cada día en la ciudad o al subir a un avión… Imagino al extirparle un riñón es porque el otro funciona normalmente. Y si es así no hay ningún motivo para que no pueda no sólo hacer vida normal sino incluso hasta seguir jugando… Lógicamente, seguir practicando una actividad deportiva comporta unos riesgos, pero no por ello tiene que suspender el ejercicio de su profesión».
«Volverá a jugar»
Tras dos semanas largas de ingreso hospitalario, D'Alessandro fue dado de alta. E hizo públicas sus intenciones ante los ansiosos micros y grabadoras de los periodistas: «Todo depende de cómo me sienta. Si no me encuentro al cien, o al noventa por ciento, no salgo. No quiero hacer el ridículo en el campo después de haber sido alguien. No me gustaría deteriorar mi imagen, cosa que nunca acepté en otros profesionales. Hasta el primer día del año el fútbol fue mi vida. Si decido continuar jugando, volverá a serlo. Si no, pasará al baúl de los recuerdos. Visitaré al doctor Puigvert, a ver qué me dice. No tengo nada en contra del diagnóstico de Salamanca, pero es para mayor seguridad. Seguro que este diagnóstico es certero, tanto como pueda serlo el del doctor Puigvert.
Simplemente, quiero ir a verlo».El futbolista argentino viajó a Barcelona y el 3 de febrero se sometió a un exhaustivo reconocimiento médico en la consulta de Puigvert. El médico catalán se reafirmó en sus primeras impresiones: «Mi pronóstico es favorable, aun siendo preciso aguardar la perfecta cicatrización de heridas, producto de la cirugía. Conviene esperar unas cuatro semanas para ver cómo funciona el riñón sano, y cómo todo el organismo se acostumbra a trabajar con un solo órgano. En cuestión de un mes, el futbolista volverá a mi consulta. Y entonces espero confirmarles que puede seguir practicando su profesión».
D'Alessandro, valiente y apasionado, lo tenía claro. Por eso posó sonriente y confiado para un amplio reportaje publicado el 4 de febrero en el 'Mundo Deportivo'. Su foto en una portería del desaparecido estadio de Sarriá, con el balón entre las manos y vestido de traje y corbata, ilustró la portada del diario deportivo barcelonés. Y dentro, a doble página, exhibió sin ambages su optimismo vital: «¡Volveré a jugar!... Es cierto que arriesgo pero, ¿quién no se la juega en esta vida?... El afecto que me ha rodeado vale más que detener cien penaltis… Que alguien haya llorado por mí significa que he sido algo más que un guardameta…»
El 2 de marzo de 1978 D´Alessandro volvió a sentirse futbolista. Previo nuevo reconocimiento por parte del doctor Puigvert, el argentino se entrenó por primera vez desde el percance de Bilbao. Y exhibió de nuevo ante la prensa su inagotable entusiasmo: «El doctor me repitió que la vida es un riesgo de por sí, y que me encontraba perfectamente. Su consejo fue que me entrene suave durante 15 días y que luego lo haga con normalidad. También me dijo que es conveniente analizar la orina después de cada partido, por lo menos al inicio. Mi meta es en volver a ser lo que fui. A mi edad no estaba preparado para abandonar el fútbol, y además la lesión me llegó en el mejor momento profesional. Le he preguntado al entrenador que en cuánto tiempo quería verme recuperado, y me contestó que cuanto antes.
De hecho, en poco más de un mes, el cancerbero sudamericano estaba listo para entrar en una convocatoria y ponerse a parar balones rivales. Sin embargo, primero tuvo que despejar las trabas burocráticas que quisieron jubilarle. La Mutualidad federativa insistía en prohibir que un futbolista jugase con un solo riñón, así que citó a D'Alessandro para un examen médico el 4 de abril. Como se presumía, el informe del doctor Navarro, jefe del servicio de la Mutua, fue negativo. «Parece que el doctor no está muy conforme con que vuelva a ocupar mi puesto bajo el marco, aunque me encuentre perfectamente. Me entreno con la plantilla, hago series de 500 abdominales, mis compañeros me lanzan disparos como harían a cualquier guardameta, y creo que mi estado de forma es espléndido. Sólo me falta actuar en un partido y ver cómo respondo», declaró el portero argentino. Y siguió trabajando duro. En el campo de entrenamiento y en los despachos.
Confirmada la opinión de los doctores de la Mutua, D'Alessandro, a modo de recurso, presentó unos informes médicos favorables a su regreso al fútbol. El 13 de abril, la Federación Española le dio el visto bueno definitivo, argumentado por escrito en una nota informativa: «…habiendo sido el informe de los servicios médicos de la Mutualidad de Futbolistas opuesto a tal pretensión, la Comisión rectora de dicha Mutualidad, a requerimiento del interesado, sometió el caso al diagnóstico de los profesores doctores Puigvert y Gil Vernet, quienes, previos los exámenes pertinentes, han dado informes bastantes que han permitido a la Comisión rectora a autorizar al solicitante la práctica activa del fútbol, teniendo en cuenta, además, que el jugador, conocedor de los riesgos en que pueda incurrir, ha asumido su propia responsabilidad personal». El jefe médico de la Mutua, doctor Navarro, siguió insistiendo en su negativa y, después de haber sido desautorizado por la Federación, dimitió.
El domingo 23 de abril de 1978, D'Alessandro se enfundó de nuevo la camiseta número 1 de la Unión Deportiva Salamanca. Fue titular en el partido correspondiente a la 32ª jornada de Liga, jugado en el estadio Helmántico ante, guiños del destino, el Athletic de Bilbao. En una mala actuación general, los castellanos perdieron 0-3, pero al portero argentino jamás se le olvidarán el día de su renacimiento para el fútbol profesional ni la cariñosa ovación que le tributó el público, su gente.
Los agoreros erraron. Jorge D'Alessandro jugó con toda normalidad seis años más, hasta el final de la temporada 1983-84. Clausuró una brillante carrera labrada durante una década inolvidable en Salamanca y, antes, en su club de origen, el San Lorenzo de Almagro argentino (1968-74). Ganó dos trofeos Zamora (1974-75 y 1976-77) al portero menos goleado y, sobre todo, dejó la peculiar impronta que desprendía –y desprende- su verbo arrollador: «Mi riñón funciona de maravilla. Estoy mejor que antes, con más aplomo y en plena forma. ¿Que si estoy enfermo? Enfermo cuando me entero de lo que cobran otros; eso sí que me hace subir la fiebre».
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