Episodios mundiales
Se zurraron de lo lindo en el partido más sucio de la historia… y tan amigos
El baúl de los deportes
El árbitro del Portugal-Países Bajos, octavos de final del Mundial de Alemania 2006, mostró 16 tarjetas amarillas y cuatro rojas
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Iniciar sesión«En la segunda parte no hemos jugado al fútbol, sólo ha habido caos», dijo Marco van Basten, entrenador de la selección que todavía se llamaba Holanda, hoy Países Bajos. El que fuera excepcional delantero se quedó corto. O quiso ser magnánimo con ... los jugadores. Con los suyos y con los rivales. Porque aquel 25 de junio de 2006, su selección y Portugal protagonizaron el partido más violento que se recuerda en las 22 ediciones de los Mundiales.
De hecho, esa eliminatoria de octavos de final ha pasado a la historia con el nombre de la «Batalla de Nuremberg», ciudad donde se celebró al ser una de las sedes del campeonato organizado por Alemania. Vencieron los portugueses (1-0) y perdió la deportividad. Valentín Ivanov, árbitro ruso, mostró 16 tarjetas amarillas y 4 rojas (todas por doble amarilla). Es el encuentro mundialista con más amonestaciones y contribuyó de forma importante a que el torneo también lo fuese –y lo sigue siendo- con un total de 345 amarillas y 9 rojas.
Portugal había realizado una gran primera fase. Sumó los nueve puntos en el Grupo D ante Angola (0-1), Irán (2-0) y México (2-1). Los neerlandeses, encuadrados en el Grupo C, ganaron a Serbia y Montenegro (0-1) y a Costa de Marfil (2-1) y empataron con Argentina (0-0). Al tener peor diferencia de goles que los suramericanos, pasaron a octavos como segundos clasificados.
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Algunos parecieron vislumbrar lo que vendría. Aún estaba fresca la semifinal de la Eurocopa de 2004 en la que Portugal venció a Países Bajos (2-1), y en la previa del choque le preguntaron por ello a Van Basten. «No hay deseo de revancha porque casi no hay jugadores de entonces. Son situaciones distintas, con un equipo distinto y nuevas ideas, no se pueden comparar», respondió.
Caza a Cristiano
Fuese ánimo de venganza o excesiva fogosidad, el caso es que al minuto y medio de juego Van Bommel vio la primera tarjeta por una entrada por detrás a Cristiano Ronaldo en el centro del campo. Había comenzado la caza al '17', que era el dorsal que portaba entonces la joven (21 años) estrella lusa. Apenas cinco minutos más tarde, Boulahrouz le clavó los tacos de su bota derecha en el muslo diestro. Fue la segunda amarilla del partido y el principio del fin para el delantero del Manchester United. Tuvo que ser atendido por el médico en la banda y regresó al campo, pero no duró mucho. Se había disputado poco más de media hora cuando fue sustituido por Simao.
En el minuto 20, Maniche le devolvió el recado a Van Bommel. Fue la primera tarjeta para Portugal, y el centrocampista lo 'celebró' casi a renglón seguido marcando el que sería único y decisivo gol del partido. En el 31, Costinha barre a Cocu e Ivanov vuelve a sacar el cartón amarillo. El defensa fue el primer expulsado. Y no por un lance violento, sino por tocar descaradamente el balón con la mano. Lo hizo, además, en el tiempo añadido de la primera parte, al borde del descanso. La cara de Luiz Felipe Scolari, entrenador luso, era un poema.
Y apenas arrancó la segunda parte, otra justa amonestación para Portugal por un agarrón de Petit a Van Bommel. En el minuto 59, Gio Van Bronckhorst zancadilleó a Deco, su compañero en el Barça. Vio tarjeta y provocó una tangana entre Figo y Van Bommel, que acabó con amarilla para el primero, entonces futbolista del Inter de Milán. A partir de ahí fue cuando el partido se volvió más bronco.
En el 63, Boulahrouz saca el brazo izquierdo a pasear durante una carrera por la banda izquierda con Figo. Este, apenas notó el codo en su rostro se derrumbó estrepitosamente sobre la hierba. Amarilla para el defensa que, como ya había sido amonestado, tiene que abandonar la cancha. Jugadores y suplentes de ambos banquillos se arremolinan, discuten, y se producen algunos agarrones y leves empujones.
No pasaron ni diez minutos cuando un bote neutral hizo saltar la chispa. Figo creyó que Cocu le iba a ceder el balón. No lo hizo y se lo pasó a Heitinga, quien avanzó veloz hacia el área lusa. No llegó. Fue parado en seco por Deco en una acción muy dura. El portugués vio la amarilla y, simultáneamente, se lió una bronca multitudinaria en la media luna del área lusa. Como resultado de la misma fueron amonestados, uno tras otro, los neerlandeses Sneijder y Van der Vaart y los portugueses Ricardo y Nuno Valente.
En el minuto 78, Deco fue expulsado tras ver la segunda amarilla por una absurda pérdida de tiempo. Scolari gesticulaba y bramaba en la banda. Las dos últimas veces que el colegiado ruso tuvo que echar mano al bolsillo fue en la prolongación. Van Bronckhorst hizo una falta a Tiago en el minuto 90+5, vio la amarilla (segunda) y, evidentemente, la roja.
«¿Te puedes creer que muchos aficionados disfrutaron del encuentro, a pesar de la violencia, y que les decepcionó que no se fuese a la prórroga?»
Valentín Ivanov
Árbitro ruso del Portugal-Países Bajos
Segundos antes del pitido final, las cámaras enfocaron a Gio y Deco sentados en las escaleras de acceso al vestuario viendo y comentando amigablemente los últimos minutos del encuentro. Fue la edificante calma tras una tempestad lamentable.
Figo, señalado
Menos conciliadores estuvieron los entrenadores en sus respectivas conferencias de prensa posteriores al encuentro. «Es una pena para el fútbol, una pena –repitió Van Basten quejándose de los poco que se había jugado en la segunda parte-. Cada minuto, una falta. Los portugueses llenaron el campo de trampas. Tardaban mucho en levantarse. Perdían tiempo... La gente acabó desquiciada». El seleccionador de Países Bajos centró sus críticas en Figo. Acusó al capitán luso de exagerar para provocar la expulsión de Boulahrouz: «Le tocó ligeramente, pero no era suficiente para que se cayera así».
Scolari, viejo zorro, defendió a su capitán tirando de ingenio: «Figo no es Jesucristo. Le pegan y no pone la otra mejilla. Eso es todo». Y añadió: «Mis 23 atletas tienen una voluntad como no había visto nunca… Esa es mi vida: luchar contra las condiciones adversas para conseguir resultados. Jugamos un fútbol bonito y nos adaptamos a las circunstancias del juego… Las expulsiones fueron contradictorias. En tres años y medio al frente de este equipo no me habían expulsado a ningún jugador. La FIFA tiene que revisar el 'fair-play'».
Lo que revisó la FIFA fue el arbitraje. Para ser exactos, el presidente del máximo organismo internacional, Joseph Blatter, acusó a Ivanov de no haber estado «a la altura del partido». Fue aún más lejos. Llegó a decir que la actuación del colegiado ruso «no entró en el espíritu del juego. Con sus intervenciones poco justificadas no estuvo a la altura de los jugadores». Blatter calificó el partido como «un combate muy intenso entre dos equipos que querían jugar al ataque, pero que no fueron ayudados por el árbitro». Y sentenció: «Creo que el arbitraje mereció una tarjeta».
Estas increíbles declaraciones solo se le podían haber ocurrido a alguien que hablaba de oído, sin haber visto el choque. Van der Vaart, uno de los jugadores amonestados, fue muy claro: «Nunca había vivido un partido tan sucio». Fernando Meira, defensa luso, fue algo más prosaico pero vino a manifestar lo mismo: «Fue como una pelea que divirtió a los jugadores y aficionados. Nunca olvidaré la tensión ni las emociones vividas». Cuatro días después de su osada regañina al colegiado ruso, Blatter reculó y le pidió disculpas: «Lamento lo que pasó y la declaración que formulé sobre su actuación. Los jugadores se merecieron esas tarjetas amarillas y los equipos la amarilla que yo le saqué a Ivanov».
El arbitraje de aquel 25 de junio de 2006 igualó el récord de 16 tarjetas amarillas mostradas en un encuentro mundialista que había establecido Antonio Jesús López Nieto en el Camerún-Alemania de Corea y Japón 2002. Y superó las dos expulsiones decretadas en ese encuentro por el trencilla español.
«Y aquí no ha pasado nada»
«El Portugal-Países Bajos fue el partido más complicado de mi carrera», reconoció Valentin Ivanov en una década más tarde, en una entrevista publicada por la FIFA. «Había arbitrado muchos encuentros antes tanto en Rusia como en el ámbito internacional y había lidiado con un montón de situaciones diferentes. Sin embargo, el ambiente en el que me vi inmerso durante aquel encuentro no se parecía a ningún otro que hubiese vivido».
«Me gustaría preguntar a los jugadores qué fue exactamente lo que les enardeció tanto. A veces, sí que tienes momentos en los partidos en que tus decisiones pueden acalorar la situación. Sin embargo, en este caso, no creo que el ambiente del encuentro estuviese relacionado con mis decisiones –añade el árbitro ruso-. Yo tenía mucha experiencia, y entendía que en un ambiente con tanta presión es especialmente importante no ir demasiado lejos en una dirección, para que nadie pueda decir que un equipo ganó por los errores del árbitro. Si muestras una tarjeta a un jugador de un equipo, tienes que mostrarle la tarjeta a otro jugador del equipo contrario por una situación similar. Y hasta cierto punto, conseguí hacerlo. No tuve tiempo de preocuparme por nada. Solamente pensaba en que no tenía que perder la cabeza, y en prestar mucha atención a las decisiones que tenía que tomar. Además, sabía que iba a terminar pronto; el partido no iba a durar eternamente».
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«Lo más sorprendente es que, en cuanto acabó el partido, los jugadores se calmaron como si nada hubiese pasado. Hice sonar el pitido final y se hizo el silencio. ¡El espectáculo se acabó, gracias por haber venido! Todos los jugadores estaban completamente tranquilos y nadie tenía ninguna queja. Incluso a los que había expulsado estaban calmados. Otra sorpresa para mí fue cuando charlé con aficionados en el aeropuerto de camino a casa. ¿Te puedes creer que muchos de ellos disfrutaron del encuentro, a pesar de la violencia, y que les decepcionó que no se fuese a la prórroga?», concluye Ivanov.
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