Fútbol
Pelé, un futbolista de película: un puñado de goles y jugadas inolvidables
El Baúl de los deportes
Los mejores goles y las jugadas inmortales de un genio del balón irrepetible
'O Rei' cuelga la corona
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Iniciar sesiónEdson Arantes do Nascimento era un niño, apenas un adolescente, cuando debutó con el equipo de su vida, el Santos Club de Fútbol. El 7 de septiembre de 1956, tenía 15 años, fue convocado para un amistoso con el modesto Corinthians de Santo André con ... motivo del Día de la Independencia de Brasil. Lo que ocurrió aquella tarde lo relató Antonio Schank Filho, futbolista de Santo André, en la agencia Efe.
Él asistió en directo al estreno de un chaval al que sus compañeros habían apodado «Gasolina» por su rapidez. El Santos ganaba 1-3, pero tras el descanso el conjunto local apretó buscando aproximarse en el marcador. En el minuto 60, la megafonía del ya desaparecido estadio Américo Guazzelli anunció un cambio: se iba Del Vecchio –estrella del equipo– y lo sustituía un tal Gasolina.
Y en el minuto 81 llegó el primero de los más de 1.000 goles que marcó con el Santos, cuya camiseta vistió hasta 1974. «Me regateó a mí, superó a otros dos rivales – recuerda Schank– y cuando el portero salió, le metió la pelota entre las piernas». El guardameta se llamaba Zaluar. Murió en 1995, pero pasó a la historia como la primera 'víctima' de Pelé y, además, lo llevaba a gala.
Orgulloso, cada vez que le hacían una entrevista se presentaba luciendo una camiseta en la que estaba impreso el siguiente lema: «Goleiro (portero) Rei Pelé 0001». Y repartía con generosidad unas tarjetas de visita donde daba más detalles: «Zaluar Torres Rodrigues, goleiro do primeiro gol de Pelé. 07/09/1956».
Una presentación Mundial
No transcurrieron ni dos años hasta que aquel portentoso joven debutó en una Copa del Mundo con Brasil. Viajó a Suecia lesionado y no pudo jugar hasta el tercer y último partido de la fase de grupos ante la Unión Soviética. Ganaron 2-0 y se clasificaron para cuartos de final, donde se enfrentaron a Gales. El 19 de junio de 1958, el rocoso equipo británico mantenía imbatida su portería en el estadio Ullevi de Gotemburgo. En el minuto 66, Didí le pasa de cabeza la pelota a Pelé, situado en el área de espaldas a Kelsey, portero galés. El '10' la para con el pecho y, sin dejarla caer a la hierba, se deshace de su marcador, Bowen, con un inesperado regate hacia atrás. Da media vuelta y tras dejar botar el balón, lo volea con la diestra. Un disparo duro y raso que entra pegado al poste derecho. Gol, 1-0 y a semifinales.
En Mundial de 1958, con solo 17 años, Pelé firmó su primer hat-trick con la selección y marcó dos golazos a Gales y Suecia
Un imberbe de 17 años acababa de dibujar una maravilla y, en una imagen insólita, varios fotógrafos no pudieron resistir la tentación de entrar al terreno de juego para inmortalizar la piña festiva de celebración de los jugadores brasileños dentro de la portería galesa.
En la semifinal, Brasil goleó a Francia (5-2), y Pelé firmó el primero de sus siete hat-tricks (tres goles) con la selección. Y en la final ante Suecia se repitió el marcador favorable a los suramericanos (5-2) y el '10' firmó otro par de tantos. El primero de ellos, en el minuto 55, encarriló el triunfo (fue el 3-1) y superó en espectacularidad al que había hecho ante Gales. Recibió un balón lejano y aéreo, lo bajó y orientó con el pecho deshaciéndose de un defensa, hizo un sombrero perfecto y preciso para burlar a un segundo rival y, sin dejar caer la pelota, la empaló con la derecha al fondo de las mallas de Svensson, el cancerbero sueco. Aquel verano del 58 el mundo entero descubrió a un futbolista inigualable.
Sombrerazos clandestinos
Los testigos directos y el propio Pelé aseguran que uno de los mejores goles marcados por el brasileño tuvo lugar el 2 de agosto de 1959 en el Campeonato Paulista. El Santos se enfrentaba al Atlético Juventus de Sao Paulo, cuando al '10' le llegó un centro desde la banda derecha. En vez de controlar el balón, le tiró un sombrero al defensa que le estaba marcando. Tras sortearlo, la pelota botó por última vez en la hierba. A partir de ahí, Pelé encadenó tres sombreros, dos ante otros tantos defensas y el último por encima del desesperado portero, todos con la pierna derecha. Luego, a puerta vacía, marcó de cabeza.
La figura de Pelé es tan gigante porque, además de sus virtudes, su legado ha tenido que edificarse sin dos pilares fundamentales con los cuales sí han contado el resto de leyendas del fútbol mundial. El mito 'brasileiro' nunca dio el salto de continente para jugar en Europa y, además, debido a las carencias de los medios audiovisuales de su época, muchas de sus excepcionales actuaciones y jugadas no fueron plasmadas en documentos gráficos. Por ejemplo, nadie grabó el gol al Juventus, pero han sido tantos los testimonios y comentarios sobre el mismo que en 2014 una empresa informática lo simuló en 3D. El resultado fue, valga el tópico, de sombrerazo. No sorprende que los afortunados espectadores presentes aquel día en el campo estuvieran más de diez minutos aplaudiendo y coreando el nombre de 'O Rei'.
Potente locomotora
«Entró como una locomotora, no hay quien lo pare», dice uno de los narradores del gol que marcó Pelé a México en el primer partido de la fase de grupos del Mundial organizado por Chile en 1962. Brasil ganó 2-0, y el '10' sentenció el encuentro con el segundo tanto, anotado en el minuto 73 después de una poderosa galopada desde el centro del campo y un disparo seco y raso con la zurda. Durante su vertiginosa carrera, cuatro defensas mexicanos fueron incapaces de detenerlo ni de arrebatarle el balón.
Fue el 30 de mayo en el estadio Sausalito de Viña del Mar, y los allí presentes vieron el único gol de Pelé en aquella Copa del mundo. No marcaría más porque en el siguiente partido, frente a Checoslovaquia, sufrió una lesión muscular antes del descanso. La 'locomotora' se averió y no volvió a arrancar. Brasil ganó el título, pero su estrella no jugó ni un minuto más en Chile 62.
Algo parecido sucedió cuatro años después en el Mundial de Inglaterra. El 12 de julio de 1966 Pelé abrió la victoria de Brasil ante Bulgaria (2-0) en el primer encuentro del Grupo 3. En el estadio Goodison Park de Liverpool mostró otra de sus infinitas cualidades: el lanzamiento de faltas. Pateaba con la pierna derecha, muy fuerte y muy raso. Si el balón conseguía pasar por debajo o por un lateral de la barrera, el potente disparo era prácticamente imparable para el guardameta. Tras este gol, el seleccionador brasileño le dio descanso ante Hungría (Brasil perdió 3-1) y en el decisivo partido frente a Portugal, cosido a patadas, el '10' acabó lesionado. La selección 'canarinha' fue de nuevo derrotada (3-1) y quedó eliminada del torneo.
Exhibición Intercontinental
Frustrado por lo sucedido en el Mundial de Chile, Pelé tenía ganas de revancha personal. Y no tardó nada en tomársela. En la segunda quincena de agosto de 1962, los campeones de Europa y de América, el Benfica portugués y el Santos brasileño, disputaron la Copa Intercontinental. Pelé arrasó y llevó a su club a la gloria. 'O Rei' abrió el marcador del partido de ida, celebrado en Brasil, con un golazo por la escuadra. Y casi al final (minuto 85) marcó otro todavía más espectacular, tras regatear a cinco defensas lusos. Acabó 3-2. En el de vuelta, Pelé firmó un hat-trick. El Santos ganó 2-5 y se proclamó campeón del mundo de clubes.
El Rey, con goles o sin ellos
La consagración universal de Pelé llegó en el Mundial de México. El «Brasil del 70» ganó el campeonato, quedó mitificado para siempre como equipo de ensueño y los asombrosos recursos del '10' amarillo le situaron en el trono del fútbol universal. De los 19 goles que anotó su selección, el jugador del Santos participó directamente en más de la mitad: marcó cuatro y asistió en otros seis. Anotó con el pie, con la cabeza, de falta o tras alguna jugada espectacular, pero lo que mejor describe su genialidad son dos acciones que no acabaron en la red del equipo rival.
Brasil arrancó el torneo el 3 de junio en Jalisco contra Checoslovaquia. Y Pelé no esperó mucho para sacar la varita mágica. Conducía el balón, todavía en su propio campo, cuando al llegar al círculo central levantó la cabeza y vio adelantado al portero checo. Sin pensarlo, chutó. La pelota voló más de 50 metros hacia la meta de Viktor, mientras este, entre sorprendido y asustado, reculaba. Finalmente, el balón salió fuera, cerca del poste izquierdo.
Días después, en la semifinal ante Uruguay, creó otra maravilla para la eternidad. Recibió un pase de Tostao mientras avanzaba hacia la portería. Mazurkiewicz, legendario meta uruguayo, salió del área intentando interceptar el pase o tapar el posible disparo. Pelé amagó y dejó pasar la pelota. Rodeó al cancerbero, fue a por el balón y disparó a puerta vacía. El esférico cruzó el área y se perdió por el fondo, a escasos centímetros del poste derecho.
Evasión o victoria
La ficción supera a la realidad cuando la industria del cine utiliza efectos especiales y trucos varios para filmar alguna escena espectacular… excepto si hablamos de fútbol y el protagonista es Pelé. El astro brasileño llevaba cuatro años retirado cuando marcó un gol de película. Una acción cuya belleza, dificultad y precisión solo la hacen creíble en los pies de un fuera de serie como 'O Rei'.
Fue en 'Evasión o victoria', dirigida por el reputado John Huston y estrenada en 1981. El argumento versiona, con abundantes licencias, el conocido como «partido de la muerte» disputado en 1942. Se enfrentaron un grupo de futbolistas ucranianos, cuyo país había sido invadido por Alemania, y una selección de jugadores germanos. Ganaron los primeros y eso les costó a muchos de ellos el arresto en campos de concentración y la muerte.
En la gran pantalla, Pelé interpretó a Luis Fernández, un futbolista de Trinidad y Tobago que había tenido que retirarse del partido tras recibir un fuerte golpe en las costillas. Minutos después, aún dolorido, pide volver al campo. Los alemanes intentan cazarle de nuevo a base de patadas y agresiones, pero no lo consiguen. Pocos minutos antes del final, él mismo inicia una jugada, le pasa la pelota a un compañero del equipo aliado quien, desde la derecha, dibuja un centro hacia el área. El balón, muy bombeado, se eleva al cielo de París. 'Luis Pelé', marcado por dos defensas, ve venir el esférico, se prepara y ejecuta una chilena perfecta que acaba en la red. Un emotivo golazo de 'mentira' que acabó convirtiéndose en resumen y homenaje eterno a la enorme calidad del Pelé más auténtico.
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