Fútbol
El devorador de directivos: Laporta acumula ya 22 dimisiones en su junta
El dirigente se ve penalizado a causa de su caracter presidencialista en la gestión del Barcelona
Sergi Font
Joan Laporta puede presumir de títulos y excelencia deportiva como presidente del Barcelona, en sus dos primeras legislaturas. Pero otro rasgo que retrata su mandato es el de las dimisiones de sus compañeros de viaje, directivos y ejecutivos que lo abandonan a mitad del ... camino. La reciente y controvertida salida del director general, Ferran Reverter, es el último ejemplo de la difícil convivencia con el mandatario, legitimado por los 30.000 votos logrados en las urnas, pero al que se le acusa de tomar constantes decisiones unilaterales. El estilo presidencialista . Ya son 22 socios, entre directivos y ejecutivos, los que se han bajado de su barco desde que accediera al poder por primera vez en 2003.
En 2005, cuando Laporta nombró directivo a su cuñado, de marcada ideología franquista; recuperó a Valero Rivera en contra de los responsables de las secciones, y ninguneó a Bartomeu, provocó la primera crisis de su administración. Cinco directivos de peso cogieron la puerta: Sandro Rosell, Josep María Bartomeu , Jordi Moix, Jordi Monés y Javier Faus. Todos denunciaron que en la junta se habían deteriorado valores como la democracia, la transparencia o el trabajo en equipo, en favor del autoritarismo, la opacidad y la ambición de poder.
«Hace lo que quiere con cero criterio profesional y solo por lo que en ese momento se le despierta. Le importa muy poco si ha habido gente trabajando detrás en una negociación. Acaba decidiendo él, dependiendo de si llueve o hace sol, y deja al descubierto a toda la gente que ha estado trabajando», explica a ABC Xavier Vilajoana , que dimitió en 2006 porque «los cambios que se estaban haciendo no obedecían a criterios profesionales sino a amiguismos».
Vilajoana, que fue precandidato en las últimas elecciones, analiza los motivos por los que tantos compañeros de viaje acaban abandonando a Laporta: «Se ha rodeado de los que le ríen todas las gracias y le hacen de palmeros sin ningún criterio profesional ni de ningún tipo, porque no lo tienen. El único bueno que tiene, que es el vicepresidente económico (Eduard Romeu) le durará poco porque Laporta es incontrolable . Solo con que tengas una mínima dignidad o te valores mínimamente, no aguantas».
El mismo año que se marchó Vilajoana, el presidente tuvo que lidiar con otra renuncia polémica, la de su cuñado, Alejandro Echevarría , presionado tras descubrirse que pertenecía a la Fundación Francisco Franco.
Cuando en 2008, Laporta afrontó una moción de censura, el 60,6% de la masa social votó en su contra. Pero no se alcanzó el 66,6%, la cifra fijada por los estatutos para que prosperara y hubiera que convocar elecciones. Aún así, dimitieron ocho de los 17 directivos de la junta (entre los que estaban tres, Albert Vicens, Ferran Soriano y Marc Ingla, de los cinco vicepresidentes), al no sentirse respaldados por los socios. Intentaron convencer en vano a Laporta para que dimitiera con ellos.
La experiencia de Freixa
«Tiene una personalidad muy fuerte, tiene claro lo que quiere y está acostumbrado a que la gente que le rodea le lleve poco la contraria. Y esta convivencia se hace difícil . Yo he convivido dos años con él. Los hechos ya denotan que la convivencia con él no es fácil», explica Toni Freixa.
La actual legislatura de Laporta comenzó con una dimisión antes de que se constituyera la junta, la de Jaume Giró , actual conseller de Economía y Hacienda de la Generalitat, por desencuentros con el mandatario, que escogió a Rafa Yuste como vicepresidente primero. Poco después se marchó Jordi Llopis , de la comisión Espai Barça, por su desacuerdo en la salida de Messi. El director comercial, Jordi Camps , se fue en julio por diferencias de visión sobre la hoja de ruta en un año considerado clave. El director digital, Enric Llopart , siguió sus pasos en noviembre, tras el principio de acuerdo con Ownix para explotar el negocio de las criptomonedas y con el que el ejecutivo discrepaba. El máximo responsable de seguridad, Ferran López , también lo dejó. El zarandeo del coche de Koeman a la salida de un partido fue el argumento oficial, pero sus diferencias con Laporta venían de antes.
El penúltimo, antes de Reverter, fue Alfons Godall , vicepresidente de la Fundación, presionado tras su tuit contra Nadal por representar «al estado enemigo». Y el capítulo no está cerrado. Laporta consiguió frenar la dimisión de Eduard Romeu en diciembre, pero el vicepresidente económico está decidido a abandonar el club a final de temporada. La duda es si se irá solo o acompañado.
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