Las cuatro polémicas arbitrales que condenaron a España

En 1934, la selección tuvo la titánica tarea de enfrentarse en los cuartos de final del Mundial a Italia, una anfitriona que, bajo las órdenes del dictador Mussolini , se había marcado el objetivo de quedarse el trofeo costase lo que costase. El 1 de junio de ese mismo año, tras un empate inicial y con ambos conjuntos abocados al duelo de desempate, España vio finalizada su participación en el torneo tras perder 1-0 con los transalpinos. Ante la tibieza del árbitro a la hora de aplicar el reglamento, siete jugadores españoles acabaron lesionados y el mítico portero Zamora fue uno de los más perjudicados al retirarse con varias costillas rotas. Italia se proclamó campeona tras imponerse en la final a Checoslovaquia.

También un uno de junio, pero esta vez en el Mundial de México 1986, España debutó contra Brasil. El encuentro estuvo marcado por dos acciones controvertidas emitidas por el colegiado australiano Chris Bambridg e. Primero, el oceánico no validó un disparo de Míchel que, claramente, atravesó la línea de gol. Poco después, les concedió a los suramericanos un gol de Sócrates , que arrancó la jugada en posible fuera de juego. Al día siguiente la cadena televisiva O Globo demostró, utilizando programas de ordenador, que el balón que salió del pie de Míchel rebasó en 20 centímetros la línea de gol. La derrota llevó a la selección por la parte del cuadro más ardua y fue eliminada por Bélgica en los cuartos de final.

Pese a que hace años que escenificaron el perdón, el futbolista italiano Mauro Tassotti fue persona no grata en España por propinarle un codazo que le rompió la nariz al actual seleccionador, Luis Enrique. Fue en el mundial de Estados Unidos de 1994 y España perdía contra los italianos por 2-1 en los octavos de final . La falta, pese a la maltrecha nariz del asturiano, fue omitida por el árbitro. De pitarse, hubiese supuesto un penalti a favor para la selección, algo que finalmente nunca llegó a materializarse.

Los más jóvenes se criaron con el mito de que, casi por destino divino, España caía de forma cíclica en los octavos de final de las grandes competiciones. Luego vino la época gloriosa, repleta de títulos y exenta de complejos, pero antes de ella se dio un episodio que apuntilló la mitología oscura de la selección. En 2002, en los cuartos de final del Mundial de Corea del Sur y Japón, el colegiado egipcio Gamal al Ghandour anuló un gol de Baraja frente a los surcoreanos porque, según su ojo, Helguera había cometido falta en la jugada. Tampoco validó el gol de Morientes en la prórroga a pase de Joaquín alegando que el esférico había salido por línea de fondo antes de que el extremo andaluz lo golpease. España cayó en los penaltis y Ghandour jamás volvió a dirigir un partido de fútbol.