El Barça luchará hasta el final

El Barça pudo dedicarle un triunfo a Tito. Comparecieron los culés con coraje en el verde de El Madrigal, dispuesto a llevar la iniciativa ante los castellonenses. Esa fue la sensación inmediatamente después de que los jugadores intentaran aflojar el nudo que llevan instalado en sus gargantas desde el viernes por la tarde. Martino optó por volver a la simetría de Pedro y Alexis y por segunda jornada seguida sentó a Fábregas en pos de la profundidad por las bandas.

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Mientras, el Villarreal repitió el plan que presentó en el partido de ida: líneas juntas, pocos toques y velocidad en punta. Dicha receta, allá por diciembre, no le sirvió a Marcelino para evitar el 2-1 en el Camp Nou , pero a finales de abril sí le bastó para retratar a ratos el agujero de defectos que ha condenado al Barça en el tramo decisivo de la temporada.

Es cierto, por otro lado, que el contexto diluía el reproche. Pero hay que contarlo, prometido está. Hay que reflejar que a los de Martino les pesó el drama defensivo y su particular y reciente negación de cara a la portería rival. El Barça se encontró con un contrincante bien trabajado atrás pese a su merecida fama de buen equipo de ataque. Muy cómodo de entrada con la inofensiva retahíla azulgrana de centros al área, el Villarreal apretó los dientes y confió en un acertado Asenjo para salir vivos de las contadas acciones de peligro en contra y matar con espacio y verticalidad a la descompensada defensa culé. Así llegaron los dos goles locales, que para más inri subieron al marcador cuando más duele, por si el daño fuera poco. Al borde del descanso, Cani cruzó al palo largo una gran asistencia de Pereira, que entró en el partido por la pronta lesión de Perbet; y al inicio de la segunda parte Trigueros asestó otro golpe con un colocadísimo cabezazo a centro de Aquino, otro apareció antes de tiempo.

Pero quedaba mucho. 2-0 con más de media hora por delante y un Barça herido y sin suerte. Y la solución previa al empate no pudo ser más práctica. Con Alves obsesionado en centrar desde su banda, la única posibilidad de remate pasó por la dupla de centrales rival. Así, en un giro rocambolesco, los azulgrana entraron en el partido gracias a Gabriel y Musacchio. Messi, en el 83, anotó el tercero en una gran jugada brillantemente empezada por Busquets, prolongada por Cesc y finalizada con rabia. Los azulgrana culminaron la remontada, como diría Tito, con «pit i collons».