Balonmano
Dani Dujshebaev, la descendencia eleva el listón: «Aprendemos muy bien de los errores»
Mundial de Polonia y Suecia
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Dani Dujshebaev
Se enfrenta a España hoy a Noruega (18.00 horas, TDP) por un puesto en semifinales del Mundial. Premio que esta selección persigue añadiendo cada vez un nivel más de calidad que el día anterior. Subraya esta característica Dani Dujshebaev (Santander, 1997), que sabe ... bien lo que significa levantarse ante los problemas. En enero de 2019, durante el Mundial de Alemania, sufrió la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Nueve meses de baja. Cuando ya parecía reencontrarse como jugador en activo, en marzo de 2021, otra vez el ligamento, la rodilla derecha, otra operación, otros nueve meses de baja. Y sin Juegos de Tokio 2020.
«Este es el primer gran torneo que juego y, por el momento, está respondiendo. Llevo ya un año de vuelta en el balonmano y cuesta coger ritmo y forma, pero vuelvo a estar cómodo en la pista», indica sobre este regreso a la alta competición. «Tuve la suerte de estar en un lugar (Kielce de Polonia) en el que me han dejado tranquilidad para recuperarme bien; sin plazos. Fue clave para que yo ahora no tenga inseguridades durante el juego», explica sobre un proceso en el que, añade, tuvo que evolucionar fuera de la pista. «Con las lesiones pierdes ritmo de juego, pierdes experiencias que te hacen progresar, pero sí que creces lejos del campo. Hay cosas que ayudan: todo el proceso de recuperación te fortalece mucho psicológicamente. No progresas igual, pero sí de otras formas. Se te pasa por la cabeza que no volverás a ser el mismo, sí, pero es un error pensar eso. Es ir haciendo el día a día».
En el día a día tuvo el apoyo de su familia: su hermano Álex, su padre Talant y su madre Olga. Viven todos en el mismo bloque de edificios y trabajan en el mismo equipo (Talant es el entrenador de sus hijos en el Kielce) por lo que todo lo pasan juntos. Y para Dani, mejor que Daniel, siempre ha sido una ventaja. «Nunca me obligaron a nada y probé muchos deportes. Podía no haberme gustado el balonmano, pero cuando algo se te da especialmente bien, y todos tus amigos están en el mismo ambiente... Ya cuando ves que te llaman y progresas, pues ya tiras. Pero nunca tuve ninguna presión».
Tenía además un referente que ahora 'sufre' como entrenador. «Para todo niño su padre es su héroe; en mi caso era así cuando era pequeño. Sin pensarlo hemos vivido siempre mucho balonmano. Te gusta porque es lo que ves cada día, en los pabellones cuando jugaba mi padre, en la televisión... Y es como un sueño querer ser como tu padre».
«Todo el proceso de recuperación de una lesión te fortalece psicológicamente»
Está en la grada estos días, lo que ayuda en la parte emocional entre partido y partido. «Es motivo de alegría que nos esté apoyando; acostumbrados a tenerlo en el banquillo, que eso sí es más motivo de presión, jajaja».
Si no tenía demasiada escapatoria del balonmano, no tenía ninguna del apellido, pero sí que ha tenido el camino medio hecho. «Nunca me pesó el apellido. He tenido la suerte de que todo eso de las comparaciones lo vivió mi hermano antes que yo. Cuando yo empecé a llegar a los equipos ya estaba zanjado». Es 'hijo de' y 'hermano de', que también lleva con orgullo: «Con lo que está haciendo Álex llegando al nivel en el que está... Lleva varios años siendo el mejor del mundo, y eso hace que la gente te compare menos. Se fijan en tu progresión y no te tienen todo el rato en comparaciones».
«Nunca me pesó el apellido y las comparaciones las vivió mi hermano. Cuando yo llegué, todo estaba zanjado»
Es Dani, como Marc Gasol es Marc y Álex Márquez es Álex, independientes y con una carrera única. Así se lo ve estos días en la pista, pases, goles y devolución de la confianza a un seleccionador que también lo apoyó en los momentos difíciles. «Jordi siempre me ha mostrado muchísima confianza, incluso cuando estaba lesionado me llamaba para preguntarme cómo iba». Y responde a la perfección, partidazo ante Eslovenia y ayudas en todos los minutos que juega. «Es una de las fortalezas de este equipo: no hay un jugador que te gane o pierda un partido; todos lo hacemos bien uno y otro día».
La clave, dice, es el igual trato entre todos, manteniendo la jerarquía los roles, por supuesto. «Pasamos muchísimo tiempo juntos y no hay roces. Da igual quién marque goles, todos lo celebramos. Vamos a una y nunca bajamos los brazos. En otros grupos sí se ve eso, o roces entre jugadores. Aquí no, es como han llegado los éxitos». No hay individualidades, repite. «Yo quiero aportar para que gane el equipo. Y el equipo tiene la virtud de que aprendemos muy bien de los errores. Si los cometemos buscamos cómo arreglarlos». Hoy no hay margen de error: la semifinal pasa por Noruega.