Gedeón Guardiola: «El éxito de esta selección es que todos venimos pensando que quizá sea la última vez»

-Lleva desde 2011, 187 internacionalidades. ¿Cómo hace para que parezca la primera vez?

-Intento motivarme durante todo el tiempo que estoy en mi equipo en Alemania (TBV Lemgo); mi objetivo es ir a la selección. Me ayuda a cuidar la alimentación, a entrenarme mucho más, a tener objetivos cortos... Así que llego con muchísimas ganas de entrenar con esta gente. En el día a día estoy en un sistema muy distinto y echo de menos la forma de entrenar española, con Jordi, los demás técnicos, y con los compañeros. Es lo que me motiva: volver a entrenar al estilo español.

-¿Es difícil cambiar el chip?

-Al principio cuesta un poco. Aquí los entrenamientos son más intensos porque hay menos tiempo de adaptación. Tenemos que integrarnos más rápido. Tengo la ventaja de que llevo muchos años, pero aun así, cuando llega gente nueva tanto ellos como yo nos tenemos que adaptar unos con otros. Ese periodo es intenso.

-¿Jugar con España ya le sale solo?

-Ahora menos porque han llegado más jugadores nuevos. En la defensa han entrado Abel Serdio y Peciña, y no tenemos aún la misma conexión que tenía con Viran Morros. Pero ahora ese 'feeling' lo tengo con más jugadores. Es una ventaja para el equipo, que las conexiones sean todos con todos.

-Se va encontrando el eslabón siguiente sin perder el estilo ni el éxito.

-Se está trabajando muy bien desde abajo y Ribera intenta que toda la gente joven tenga la ilusión de entrar en la selección. Se va cambiando, pero lentamente para que no se note tanto la diferencia. El año pasado no fue un cambio radical, pero sí algo brusco en puestos específicos, pero llegó gente menos experta y estaban preparados perfectamente para afrontar un campeonato así.

-¿Hay un balonmano español?

-Sí. Tengo compañeros que cuando juegan contra nosotros se preparan el ataque 5:1 a conciencia, o con el pivote, porque saben que lo usamos mucho. Saben que tienen que prepararse de distinta forma a como lo hacen contra Francia, Alemania y Dinamarca. Y les cuesta porque es diferente a los demás. En ese sentido sí que somos un poco temibles.

-¿Cuánto hay de improvisación en la pizarra de Ribera?

-Se parte de una base de una jugada, y a partir de ese movimiento hay varias opciones de finalización: un pase, lanzamiento. Trabajamos mucho en esa toma de decisiones de cuál es la mejor opción. No son jugadas cerradas porque dentro de una jugada marcada hay muchas variables.

-¿A cuánto le va la cabeza entonces durante un partido?

-La experiencia tiene un grado y en este sentido es fundamental. Yo noto que me coloco mucho antes que otros. Jordi en eso es muy insistente y constante: repetimos, repetimos y repetimos la jugada para escoger entre las opciones de finalización, aprender a decidir a partir de los diferentes estímulos que te pueden aparecer en el partido. Al trabajarlo tanto, en el partido suele salir más natural.

-¿Cómo podría explicar que lo que llevan haciendo en esta década no es lo normal?

-Es complicado porque me lo planteo hasta yo. No sé cómo explicarlo. Es verdad que nos dejamos el alma, vienes con toda la ilusión del mundo. Pero sobre todo yo creo que es porque venimos pensando que quizá sea la última vez. Que a lo mejor no se pueda repetir el año que viene. Por mucho que seamos un buen equipo y llevemos tanto tiempo ahí, vamos a las competiciones y salimos a la pista con la mentalidad de que puede ser la última vez. Puede haber una lesión individual o alguien que está bien hoy no lo estará el año que viene. Hay que aprovechar cada momento. Es clave.

-¿Es favorita España?

-Es verdad que llevamos muchos años ahí arriba, la gente nos teme, al menos nos tiene respeto, pero también nosotros respetamos mucho a los rivales y eso es fundamental. Preparamos el mismo partido contra Alemania que cuando jugamos contra Baréin, que se suponen más flojos. No distinguimos de nivel del rival.

-¿Cómo es capitanear a este grupo?

-Es muy fácil. El ambiente que tenemos es brutal. Nos hacemos bromas todos a todos. Yo soy capitán de sopetón. Llevaba muchos años, pero no estaba entre los tres capitanes. Era un jugador más. Y al principio muchos me trataban como un igual, lo que era. No es que me haya ganado el respeto porque siempre ha habido el máximo entre todos, pero es un poco más serio todo. El buen rollo es increíble. Es una cohesión dentro y fuera. Incluso si decimos de salir todos juntos a cenar, lo hacemos. Lo comparo con Alemania, allí son más distantes y no hay este tipo de 'feeling' entre los compañeros. Creo que es otra de las motivaciones de venir aquí: echo de menos este buen rollo, me gusta mucho más este ambiente que el que tenemos ahí.