Joan Cañellas: «Quiero pasarlo bien en la pista; sentirme bien y no que sobro»

-Ha pasado por muchos equipos, ¿es España el equipo de su vida?

-Cuando cumplí 200 internacionalidades se lo dije a mis compañeros. He estado en muchos sitios y muy poco tiempo en cada sitio. O al menos no lo suficiente para sentirlo mío. Y cuando vengo a la selección siento que es mi equipo. Es con el que más me identifico.

-De ahí que se les vea tan contentos a todos y de bromas.

-Tenía muchas ganas de venir este año por mi situación en la liga regular. Estoy en un sitio muy bueno para mí y mi familia -Kadetten Schaffhausen de Suiza-, estoy jugando competición suiza y europea, pero no disputo la Champions. Creo que mantengo el nivel competitivo adecuado, pero soy consciente de que no es el top. No estoy jugando contra los mejores. Venir a la selección a disputar un Mundial es estar con los mejores. Mi motivación es volver a sentir que estoy en ese escalón top que no tengo en Suiza. Me da la vida. Sentirme otra vez al máximo, obligarme a dar mi máximo también. Que me exija y exigirme. Por eso estoy aquí. Encontraría muchos motivos para preferir estar en casa. Pero esto me da la vida. Y mi mujer también me empuja a dar estos últimos coletazos. Y disfrutarlos, que también se trata de eso.

-¿Cuánto le cuesta adaptarse?

-Cada vez que cambias de equipo cuesta más de lo que la gente se cree. En cuanto llegaba me exigían buen juego y competir desde el primer día. Es siempre difícil. Todo es nuevo: compañeros, lengua, sistema, método... Y te los tienes que ganar. Es hacer un nuevo examen cuando ya has hecho muchos. Te miran con lupa. En la selección cambian algunos compañeros, y cada vez hay menos que juegan en el mismo equipo. Salvo Kielce y Nantes, nadie juega con el otro en el día a día. Aunque el sistema de la selección se parezca y la táctica sea más definida, incluso hay que adaptarse porque el mismo compañero del año pasado ha cambiado de equipo y te tienes que volver a acostumbrar.

-¿Cuál es su objetivo particular?

-Me gustaría terminar como el año pasado, aunque con esa muesca cruel de no ir a los Juegos. He sacrificado cosas este mes, pero lo he pasado bien, he disfrutado. No me queda mucho, esta temporada y la que viene. Quiero pasármelo bien en la pista. Quiero sentirme útil y no sentir que sobro y ayudar a los compañeros. Yo pensaba que a los 30 y pocos estaría ya fuera. y aquí seguimos. Por eso estoy aquí, y no solo por estar, sino para creerme que puedo aportar al equipo. Sé que tengo una edad y que los jóvenes han demostrado que están en óptimas condiciones para competir. Esa exigencia es vital.

-¿Qué se va dejando en cada mudanza que ha hecho?

-Uff, es difícil esa pregunta. Casi siempre que me he mudado, los últimos meses me iba quedando con lo malo de ese sitio y me ilusionaba con lo bueno que traería el siguiente. Me agarraba a eso. Igual es un sistema de autodefensa, quedarme con las cosas que menos me han gustado para tener más ganas de ir a otro. Aunque luego siempre vuelven las cosas positivas de donde he estado. Pero es duro y un reto cada vez. Y con un año más cada vez. Cada mudanza es volver a empezar, dejar amigos, una afición que te conoce y te valora, y tener que volver a ganar toda esa confianza. Intento vivir con ello, aunque la ilusión siempre es volver a casa, a España.

-¿Volverá?

-Es mi ilusión y la de todos; los que están aquí es no salir y los de fuera volver. Pero miras el DNI, te dicen lo que cobran en España, miras a la familia, lo comparas y no salen los números. Pero claro que me gustaría volver, a Granollers, donde empezó todo.

-¿Está perdida la batalla de que los éxitos de la selección iluminen la liga?

-Ahora pienso que ojalá haya menos éxitos de la selección y mejore más la liga. Claro que son buenos las medallas con España, pero quizá los resultados los veamos a más a largo plazo: que puedan sanear la base y podamos ver crecer el balonmano, pero ahora mismo no se percibe. Hemos hecho todo lo posible y no hay cambios en la Asobal. La selección gana y transmite, pero la última semana. Todo el mundo habla muy bien, pero no surge nada, todo cae en saco roto. Cuando termina el torneo es como chocar con una pared: no atraviesa, no se habla del campeonato nunca más. Lo que sigue es la pared y la monotonía del deporte en España: fútbol, Madrid, Barcelona... Es cultural. Tampoco veo un proyecto que sea ilusionante en dos o tres años. No hay luz.

-Hay ocho podios en Juegos, Mundiales y Europeos desde 2013.

-Está haciendo un buen trabajo Jordi Ribera: conocer a la gente desde abajo, integrarla en competiciones en las que no te juegas un billete a los Juegos. El recambio está siendo paulatino y eso que llevamos hablando de cambio desde hace ocho años. Yo estoy ahora en la línea de salida. Si todo va bien en 2-3 años, Gedeón, Maqueda y yo saldremos, pero seremos tres, no seis o siete. El año pasado fue más complicado por las ausencias en determinados puestos y en cambio salió bien.

-¿Les explica a los nuevos que no es llegar aquí y ganar porque sí?

-Algunos se han dado cuenta. En el acto de despedida alguno bostezaba. Esto no es solo entrenar, hay compromisos y mucho trabajo. Esta generación que ha visto ganar tanto igual lo ven como algo normal. Es mejor no darse un palo, claro, pero cuando te lo das eres capaz de reaccionar y valorar más las cosas. En mi primer año quedamos decimoterceros en Croacia y de ahí salimos todos con la cabeza gacha y mucho aprendizaje.