Balonmano
Raúl Entrerríos: «Se debería acompañar más al jugador en el tránsito a la vida laboral»
El excapitán de la selección española disfruta de su papel de formador y no echa de menos el jugar, pero sí la adrenalina
Dos árbitros del mundial de balonmano, señalados por posible amaño de partidos
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Iniciar sesiónYa pasó por ese proceso de ver el balonmano desde la barrera. Raúl Entrerríos (Gijón, 41 años) dejó a la selección española por todo lo alto, bronce olímpico como colofón a una carrera que incluye un oro (2005) y dos bronces mundiales (2011 y 2021); ... dos oros (2018 y 2020), una plata (2016) y un bronce (2014) europeos; y dos bronces olímpicos (2008 y 2020). Ha pasado un año y medio desde su adiós definitivo al vestuario de España (en el que Pol Valera sustituyó ayer a Ian Tarrafeta, con una fisura en una costilla) y habla desde su otra vida del papel de esta selección que vive el primer Mundial sin él, de esa transición que no fue fácil y del presente como formador en el Barcelona. Su conocimiento del juego, de la estrategia y la técnica no se podía desaprovechar. Raúl Entrerríos continúa aportando valor al balonmano español.
-¿Cómo ve al equipo?
-Lo veo compacto, competitivo y difícil de batir. Y fiel a lo que es: tener claro que el conjunto es lo que da el éxito.
-¿Cómo definiría a este balonmano 'made in Spain'?
-Hay una filosofía de juego que se transmite de generación en generación. Siempre se ha tenido muy claro el juego colectivo y se ha transmitido en diferentes temporadas y jugadores. Se ve en las categorías inferiores. Subraya esa conectividad, obligados porque no podíamos equipararnos a nivel de talla. El juego es mucho más rico. Es un estilo bueno, que gusta y que es atractivo. Hay que ver el éxito en todas las categorías y también en los entrenadores que hay en el panorama europeo y mundial.
-¿Lo veían difícil los rivales?
-Cada selección se intenta adaptar a lo que tiene enfrente. Y una de las mejores cosas de España es la polivalencia. Cada jugador sabe hacer varias cosas. Jordi Ribera mantiene al grupo comprometido todo el torneo, con funciones diferentes, rotando. El rival sabe que tiene que hacer un partido completo porque es un equipo equilibrado, con mucho talento individual, y sobre todo colectivo, que es lo más difícil de superar.
-Es un palmarés de órdago.
-Se ve como con cierta normalidad. Pero lo que está haciendo España es muy complicado. Solo los jugadores saben lo que ha subido la exigencia cada torneo. Además, la línea que separa la derrota y la victoria es muy fina. En los últimos años España ha sido capaz de que esa línea caiga en positivo, pero pueden caer del otro lado. Si no llegan los éxitos, no significa que se haya trabajado menos o que no seas competitivo. También te fortalecen esos momentos para afrontar la siguiente ocasión, con más fuerza, con más conocimiento, más humildad y más hambre. El equipo siempre se exigirá llegar a semifinales. Es prioritario y lo que tenemos que hacer para que el balonmano siga arriba.
-Pero la liga nacional no sube.
-La liga nacional está marcada por la situación económica. Es una pena porque el talento de los jugadores sigue ahí, pero hay que irse para crecer. Es complicado competir en un país en el que hay un deporte que prima por encima de todo. Pero hay que construir el círculo: más gente en el pabellón, más prensa, más patrocinadores, menos jugadores se marcharán...
-¿Está para saltar a la pista?
-No, no, (risas). Físicamente estoy bien, pero no estoy con el mismo nivel de entrenamientos. No estoy para saltar.
-¿Lo echa de menos?
-No echo de menos el jugar. Pero sí muchas cosas de la vida del deportista, momentos únicos. Las echaré de menos siempre. El Europeo ya lo vi desde fuera y se hace extraño porque es algo que has estado haciendo muchísimos años: rutinas, viajes, concentraciones en las fechas de reyes, esos cambios se notan.
-¿Hay en la vida algo que se acerque a esa adrenalina de la competición?
-Es muy difícil equiparar los momentos deportivos que he tenido el privilegio de vivir a otro aspecto de la vida. El deporte te da cosas únicas, esos instantes de competición, lo que logras alcanzar... Y precisamente porque conozco esa cara, también conozco la otra: las derrotas, el fracaso de no clasificarte, perder... Te construyes una realidad del deporte, y hay que estar preparados para afrontar todas esas situaciones.
-¿Cómo vive esta etapa posjugador?
-Es muy gratificante. Tras una carrera tan amplia, es una buena segunda parte transmitir a los jóvenes los detalles que he ido aprendiendo. He tenido la suerte de ser entrenado por los mejores, tanto en selección como en clubes, y tener a los mejores jugadores como compañeros. Me ha hecho adquirir muchos conocimientos, además de lo que fui aprendiendo en la pista. Y es emocionante acompañar a los jóvenes que sueñan con ser profesionales.
-¿Qué le dijo el cuerpo para parar?
-Cada deportista tiene que elegir su momento. Mucha gente puede juzgar por la edad, pero el deporte ha evolucionado muchísimo. Yo he jugado hasta los 41, algo inviable hasta hace poco. Quise ser competitivo hasta el último momento, dar lo máximo de mí hasta el último día, y eso lo puedo decir con orgullo. Después tienes que tener claros el momento y la perspectiva del futuro. Preparar esa otra vida de después.
-¿Sintió el vacío del día siguiente?
-Lo más difícil no fue el día después o cuando empezó la temporada y yo no estaba ahí. Fueron los últimos momentos en la pista. No dejaba de pensar que eran mis últimos minutos como jugador profesional a la vez que nos jugábamos el pase a la semifinal olímpica. Intenté abstraerme de todo y pensar en el logro tan importante que podíamos conseguir como grupo. Cuando terminó explotó todo: alegría por lo que conseguimos y de pena por lo que había sido mi vida durante tantos años. El día a día después es suficientemente interesante. Pero no es sencillo. Estás acostumbrado a unas rutinas y se modifican del todo. Aunque te hayas preparado el cambio es muy significativo.
-¿Se es justo con el deportista?
-Debería tenerse más en cuenta. Vuelcas tu vida en competir por nuestro país y debería haber más facilidades para esa reincorporación al mundo laboral y a una vida más normal. El deporte nos da una forma de vida, pero sacrificas estudios y conocimiento del mundo laboral y el cambio es instantáneo. Hay programas y nos intentan educar durante la carrera, pero debería haber algo más para que el momento fuera más suave. Sigue dependiendo demasiado de nosotros mismos. Deberíamos tener una formación de lo que nos encontraremos el día de mañana.
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