Vuelta a españa
Marc Soler tapa un vacío de dos años y 121 etapas del ciclismo español
etapa 5
El catalán cierra la sequía de los españoles en las grandes vueltas y se impone en Bilbao en un final electrizante, en el que aguantó su ventaja por cuatro segundos
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BILBAO
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Iniciar sesiónPor la Gran Vía de Bilbao, el día nublado en un bochorno superlativo, Marc Soler cruza su bicicleta como una flecha blanca y negra. Es una lenta agonía del corredor catalán, que ha visto como sus perseguidores le capan segundos por kilómetro después de la ... escalada al Alto del Vivero. En ese descuento Soler se arma de coraje y orgullo, pedalea aún más rápido, se deja la vida en cada zapatazo. Bilbao, futura sede de la salida del Tour 2023, cuna tradicional de este deporte por su afición y sabiduría, corona al ciclista solitario. Marc Soler cierra con un dedo en los labios, en dedicatoria chupete a su niño, una sequía molesta para el ciclismo español: 121 etapas y dos años sin victorias desde aquel éxito de Ion Izaguirre en la estación de Formigal. Triunfa en la meta, respira de nuevo el pelotón español.
Marc Soler no tiene esos pensamientos mientras se aproxima al centro de Bilbao. Solo ve su potenciómetro, los watios que mueve, las curvas que traza, y ese puente en ligera rampa que lo lleva al límite y que no tiene garantía de franquear en cabeza. Se le echa encima la jauría de ciclistas que, como él, persigue el triunfo, un futuro mejor.
Soler también piensa en los rigores silenciosos que exige su profesión. Los entrenamientos en solitario después de abandonar el Tour 2021 por tres fracturas en el brazo después de aterrizar en meta descompuesto; la congoja que lo expulsa del Tour 2022 al llegar fuera de control con vómitos y problemas estomacales; la retirada por una caída en el Giro 2021 cuando era el líder del Movistar. «Siento mucha alegría hoy por todo el trabajo que hay detrás, por el sufrimiento, por mi mujer y mi hijo», reconoce luego.
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Soler imagina cómo recompensar con una victoria esa vida de dedicación, la confianza de su equipo (Emirates) que lo fichó del Movistar («les estoy muy agradecido, pero necesitaba nuevos retos fuera del Movistar», admite) y tal vez en última instancia, al pelotón español que vive en la penuria de dos años y 121 etapas sin victorias.
Por el Alto del Vivero se han zarandeado los escapados que no alteran a los líderes de la Vuelta (Jumbo mira para otro lado), y en esa mezcla de intereses, Soler pone tierra de por medio. Es un corredor de fuerza, explosivo, de grandes tardes y grandes bajonazos. También ganó hace dos años en Lekumberri con el maillot Movistar, pero nunca traspasó esa línea que distingue a los fondistas de tres semanas de los buenos cazadores. «Matxín me dijo al ficharme que debía ayudar a Pogacar, pero que tendría mis oportunidades», ensalza en la victoria.
El final en las calles de Bilbao resulta arrebatador. Uno de esos episodios que recuerdan lo emocionante que es este deporte. Se juntan diez galgos a catorce segundos del catalán. Y empieza la sierra a recortar en la madera. Doce, diez, ocho, seis segundos... Soler mantiene la cabeza firme y las piernas ágiles. «Sentía su presencia, pero solo quería dar el máximo, poner todo el esfuerzo. He tenido algo de miedo al ver el puente, pero al pasarlo me he dicho que ya no se me escapaba».
Al girar a la derecha por la Gran Vía, el ciclista catalán da rienda suelta a sus emociones. Hay cuatrocientos metros hasta la meta y al torcer el cuello ve lejos a sus presuntos captores. Cuatro segundos, una vida. Mientras piensa en su familia, las imágenes captan la anécdota que cierra el círculo. Llega a su éxito con un bidón del Movistar en la bici. Se lo entregó, cuando tuvo sed y no tenía cómo refrescarse, su exdirector Pablo Lastras. «Solo puedo decir gracias».
Atrás queda un vacío aterrador, visible para todo el mundo aunque no tanto para los pasajeros españoles que pueblan el ciclismo. Dos años sin victorias de etapa en el Tour de Francia, el Giro de Italia o la Vuelta España. 121 etapas que retratan una realidad: sin el paraguas de Alejandro Valverde que todo lo cubría, sin el soporte de Alberto Contador y 'Purito' Rodríguez retirados hace ya más de un lustro, el pelotón español ha sufrido la ausencia de ciclistas con pegada.
Marc Soler es uno de ellos, y con él podrían estar Alex Aramburu o Iván García Cortina, más la experiencia de los veteranos Izaguirre o Luis León Sánchez. Enric Mas se ha significado por la regularidad y la resistencia de las tres semanas, no por su definición en las metas. «Tenemos muchos ciclistas españoles en el pelotón, pero a la mayoría nos toca trabajar para otro», analiza Soler. Su éxtasis de calidad en Bilbao aplaca ese vacío en espera de las nuevas generaciones.
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