Roglic inicia la cosecha en la Vuelta

Desde Vitoria inicia su andadura la Vuelta por territorio español. Calles limpias, amplios bulevares, ciudad ordenada y hermosa, muchos kilómetros de carriles bici y zonas verdes en abundancia. En la explanada contigua al viejo pabellón Mendizorroza protagoniza la charla Joseba Beloki, pasajero de un tiempo mejor del ciclismo español que luchó por el Tour y la Vuelta y nunca ganó.

Él ha ideado la etapa que está a puntos de salir entre un enjambre de público que recuerda la fervorosa afición de los vascos por el ciclismo. En el kilómetro cero la organización de la ronda guarda un emotivo minuto de silencio en memoria de los ciclistas víctimas de atropellos, que en los últimos tiempos han dejado un reguero de pésimas noticias en los periódicos.

Un grupo de cicloturistas arrollado en Castellbisbal (Barcelona) por un malnacido que se dio a la fuga y dejó dos muertos sobre el asfalto. Con antecedentes por delitos contra la seguridad vial, el individuo fue detenido por los agentes del orden.

Hay cientos de cicloturistas en el cuarto viaje de la Vuelta 2022, que transita por la sierra de Cantabria confluencia con las provincias de Navarra, la Rioja y Álava. Aficionados que se animan a escalar el puerto de Herrera, emblemática cumbre para todos los globeros de la zona y que es el pórtico para el desenlace de la jornada.

En Vitoria el autobús del Emirates (UAE) es punto de peregrinación del periodismo. No está Tadej Pogacar, el niño terrible que ha ganado dos Tours y ha perdido el último por exceso de entusiasmo beligerante. Pero está Juan Ayuso, el motivo de todas las consultas provenientes de los medios españoles, que, como los seguidores, desean atravesar este inmenso desierto que se abrió en el horizonte con la retirada de Contador. Aunque no sea un tipo al que le guste frenar, Josean Matxin, su mentor que lo ha renovado hasta el 2028, trata de frenar la euforia en torno al joven de 19 años.

En el juego de pronósticos tan saludable para entretener al tiempo, Juan Ayuso asoma incluso como candidato a la victoria en la Vuelta para algún analista entusiasta, pero ay, el chaval de Jávea flaquea en el primer puerto de esta edición, el alto de Herrera, un tercera que en verdad es un segunda por la dureza de los primeros kilómetros.

No son noticias esperadas en el equipo de Pogacar. Marc Soler, el catalán diésel y explosivo educado en el Movistar, también se descuelga en el paso de Herrera. Soler, que un día reivindicó su aspiración a liderar el equipo de Unzué, intenta revivir ahora como gregario premium.

Ya ha tomado la rienda del pelotón el Jumbo, un equipo que no sabe circular sin dominar. Lo hizo en 2019 con Roglic en la Vuelta, en 2020 con el esloveno en el Tour, y en 2022 con Vingegaard de patrón en Francia. En el Tour cumple el juego de las piezas intercambiables y da rienda a la literatura, porque tanto da la calidad excelsa de Van Aert, la solvencia de Roglic o el nuevo liderazgo de Vingegaard.

Pero en la Vuelta el equipo holandés tiene poco que canjear. No hay ciclistas que pueden asumir el papel de Roglic en la Vuelta. Tal vez solo el colibrí Sepp Kuss, excelso escalador sin pretensiones de liderazgo, podría sopesar esa hegemonía.

Es el primer puerto de la Vuelta y la aceleración del Jumbo acerca el juego de las filas indias. Equipos que avanzan en bloque para sus líderes, Movistar para Enric Mas, Quick Step para Evenepoel y Alaphilippe, Ineos para Carapaz... Puntúa Roglic en el puerto, segundos a la saca.

El pelotón se presenta en Laguardia con el campeón del mundo Alaphilippe a rueda de Roglic. Ataca Enric Mas en esa aspiración de cambiar de registro anodino, prueba Mads Pedersen su resuello en la rampa de meta, pero no hay nada que hacer. Roglic se arma agarrado al manillar, su pedaleo inconfundible y la potencia de cuna para soltar a todos y conseguir su primera victoria en la Vuelta 2022, la décima en su hoja de servicios.